martes, 15 de febrero de 2011

Carlos M. Allison \\ Otro plan agrícola

Con bombos y platillos se anuncia un nuevo plan agrícola precedido por un censo y animado con música y propaganda en radio y televisión. El plan contempla incrementos increíbles en la producción nacional con énfasis en la producción de maíz blanco, amarillo y arroz, soya, girasol y caraotas. No deja fuera a las hortalizas, el café o el cacao y también atiende a la ganadería vacuna, la pesca, piscicultura y cuanta cosa viva se produce, crece o se captura. Un tono similar al de las viviendas, una ilusión análoga a aquella de los niños de la calle, los gallineros verticales y los huertos urbanos.

El magno proyecto aspira cifras jamás vistas en el país y con ello reducir las importaciones y combatir la inflación, que en alimentos y bebidas no alcohólicas saltó 4% en enero. Contempla una verdadera revolución con nuevos sistemas de riego, grandes inversiones y una ampliación de la frontera agrícola. Observo dificultades para que esta revolución agrícola tenga éxito. En primer lugar parte de cifras infladas, de acuerdo a las asociaciones de productores de cada rubro. Así para alcanzar las metas del Plan 2011-2012 el crecimiento debe ser casi fantástico.

Las UPS
La segunda dificultad es que parte sustantiva del incremento esperado vendrá de las UPS o Unidades Socialistas de Producción, así como, en el caso de la pesca, de la compra de naves atuneras por parte de Pescalba a un costo de 250 millones de BsF. Además, el plan contempla 6 millones de toneladas de cereales para el 2012, aumentar en 244% la producción de caprinos y ovinos, invertir como 400 millones en cacao y 133 millones en café. No menos ambicioso y oneroso es el proyecto que destinará más de 800 millones a la construcción de "casas de cultivo" en Aragua y Carabobo, aumentar en 80 mil las hectáreas a cielo abierto y llegar a producir en el 2012 más de un millón de toneladas entre tomate y cebolla.

De todos los proyectos, el más modesto, pero también de difícil cumplimiento, es el de hacer crecer la producción bovina en algo más de 20%, después que lograron que disminuyera 50%.A soya y girasol, con la rimbombante "fábrica de fábricas", le inyectarán 400 millones de bolívares y elevarán a 8.400 unidades la producción nacional de tractores (¿por año o por década?).La tercera dificultad es que pretenden hacer todo esto sin garantías sobre la propiedad privada, ausente Agroisleña y con productores sin ganas de invertir.

¡Ahh!, pero veo una cuarta dificultad y esa es similar al de las viviendas, hospitales y carreteras: si no pudieron hacerlo en 12 años, ¿cómo es que ahora tienen los recursos, el conocimiento, la organización y la voluntad para hacerlo en los 18 meses que van de mayo de 2011, cuando regresen las lluvias, hasta fines del 2012 cuando, simultáneamente, se recojan cosechas y se realicen las elecciones? Disculpe, Sr. ministro, pero no le creo, y en el 2012 seguro que le echarán a Ud. la culpa porque aquí el comandantepresidente, como Stalin y Mao, jamás se equivoca.

Artículo de opinión
El Universal, 15 de febrero de 2010
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jueves, 3 de febrero de 2011

Ramón Piñango \\ El compromiso necesario

La oposición ya muestra su ansiedad por las elecciones de 2012. Ha comenzado a hablar de candidaturas y métodos para seleccionar a quien ha de competir con Hugo Chávez.

Ciertamente, si la oposición escoge un buen candidato y maneja adecuadamente su campaña, tendrá opciones de triunfo. Pero ello no significa que el triunfo sea seguro ni tampoco que conlleve un buen gobierno. Y esto es lo que todos queremos. Desplazar a Hugo Chávez del poder no puede ser un fin en sí mismo.

La transformación positiva del país exige mucho más: una dirigencia ­un liderazgo, si se quiere­ convencida de que aspectos fundamentales de la organización y orientación de la sociedad venezolana deben ser repensados. Aunque suene grandioso, podría decirse que el país requiere un nuevo contrato social.

La expresión "contrato social" puede ser entendida de muy diferentes maneras e incluir una amplia variedad de asuntos. Sin embargo, hay uno, insoslayable en la Venezuela de estos tiempos: el replanteamiento de las relaciones con los trabajadores del país, para asegurarles un trato justo como verdaderos socios indispensables en los procesos productivos de bienes y servicios muy diversos. Sin ese trato no se producirá el compromiso de los asalariados con el éxito de las organizaciones para las cuales trabajan ni con el progreso de la nación, y tampoco habrá paz política y social duradera.

El compromiso de la dirigencia política y económica del país con los asalariados ha sido débil en la cuarta y en la quinta república. Ejemplos sobran. Luego del importante avance ocurrido en los años cuarenta y algunos logros modestos en la segunda mitad del siglo pasado, quedaron pendientes asuntos fundamentales como el establecimiento de un sistema efectivo de seguridad social. De hecho hubo engaños como la eliminación del régimen de prestaciones dobles con el argumento de que ese régimen creaba tal incertidumbre y tales costos que se inhibía el aumento del empleo y de las remuneraciones.

Además se prometió la creación de un sistema de seguridad social que nunca ocurrió. No es asunto de defender las prestaciones dobles sino de señalar el engaño y que los sectores dirigentes del país no mostraron ninguna diligencia para que se creara un sistema de seguridad social amplio, efectivo y viable. En la quinta república hemos sufrido un retroceso como lo demuestra el sostenido esfuerzo oficial para eliminar la contratación colectiva y los sindicatos. Nada de esto puede volver a ocurrir.

El compromiso con los trabajadores ­categoría social que no sólo incluye a los obreros­ va más allá de lo estrictamente laboral, para abordar temas esenciales como vivienda, salud y educación. La escasez de viviendas dignas, la condición deplorable de los hospitales y el lamentable funcionamiento de buena parte de escuelas básicas y los liceos evidencia el débil compromiso de las élites de la cuarta y de la quinta con los trabajadores de menos ingresos. Ese compromiso deberá ser asumido por diversos sectores. Por ejemplo, la banca tendrá que abandonar su actitud conservadora para atender con creatividad a trabajadores de menos ingresos. El Estado deberá trazar políticas que incentiven la invención de nuevos productos financieros y maneras novedosas de atender a clientes no tradicionales, pero, por su parte, el mismo sistema financiero tendrá que ingeniárselas para tomar la iniciativa y hacer propuestas atractivas.

Hacer realidad un nuevo trato con los trabajadores no será fácil. Ciertos tecnócratas argumentarán que primero hay que atender la producción. Nos guste o no, los tiempos no están para viejos simplismos. No habrá manera de sobrevivir como nación sin creatividad, sin audacia y sin compromiso para lograr compromiso.

Artíuculo de opinión
Jueves, 03 de febrero de 2010
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martes, 1 de febrero de 2011

Carlos M. Allison \\ ¿Dónde están los campesinos?

Pocos gobiernos han armado tanta alharaca con el tema de la tierra como el actual. Sin embargo la población rural de Venezuela no es muy grande. En el censo de 2001 era de apenas 2.672.453 y se había reducido con respecto al censo anterior. La migración del campo hacia la ciudad ha continuado y el censo de este año mostrará que apenas 7 u 8% del total es rural. Si esto es cierto, la población rural ha disminuido aún más y apenas sobrepasaría los 2 millones mientras que la urbana supera los 27.

La fuerza de trabajo agrícola, entre empleados y campesinos o productores independientes, entre 600 y 900 mil personas, están ubicados sobre más de 30 millones de hectáreas o 60 millones, si incluimos el área potencial, entre 33 y 100 hectáreas por persona. Sobran tierras y falta gente al comparar nuestras cifras con otros países del mundo.

Existen otros aspectos relevantes (a) la mayoría de los trabajadores rurales están amparados por la misma legislación y salario urbano; (b) el modo de vida es cada día más parecido al urbano y una elevada proporción de los trabajadores del campo viven en las conurbaciones cercanas y no dentro de las fincas; (c) muchos ocupantes de viviendas rurales trabajan en centros urbanos (industria, comercio, actividades informales, transportistas y otros); (d) muchos ubicados por el Gobierno en las fincas confiscadas nunca han cultivado la tierra y sólo buscan vivienda, o espacio físico donde construirla.

Por estas razones, ha sido muy difícil lograr que se produzca algo en las 3,5 millones de hectáreas decomisadas.Muy pobresQuedan campesinos, en la visión tradicional, ranchito con perro en la puerta y humo de leña. Son pocos, están "montaña adentro", muy pobres y de avanzada edad. Los estudios sobre la reforma agraria hacia 1995 mostraban que la mayoría de los habitantes de los asentamientos campesinos eran estudiantes, comerciantes o amas de casa, pocos se dedicaban a la producción agrícola. Ésta, en más del 90%, salvo las hortalizas, procede de fincas medianas y mecanizadas, que emplean semillas, fertilizantes y agroquímicos, con productores que conocen de tecnología y mercado.

Este gobierno feudal expropia y otorga papeles sin valor, no entrega títulos firmes a los campesinos, ni los educa para insertarlos en el mundo contemporáneo. Los mantienen en la miseria. Con respecto a la ganadería sobre grandes extensiones, tenga la seguridad que si el Gobierno compra y paga, muchos propietarios venderían y si la infraestructura vial, de riego o drenaje existiera, ya hubieran parcelado sus haciendas.

Entonces, ¿A dónde nos lleva la política agrícola del Gobierno? Pues a las urnas electorales a través de la venta de ilusiones a los más pobres, mas no a la equidad, el empleo digno, el progreso económico familiar, uso de la tecnología y satisfacción de las necesidades alimentarias del país ¿Por qué se niega el Gobierno a otorgar propiedad plena a los trabajadores del campo? Para mantener votos cautivos de la pobreza y la ignorancia.

Artículo de opinión
Publicado en El Universal, 01 de ferebro de 2011
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