lunes, 27 de mayo de 2013

Los principios por delante

"El diálogo no sería productivo ni duradero si no se realizara sobre la base de la honestidad, el respeto, el apego a la verdad, la confianza en la palabra dada, la búsqueda de objetivos comunes, la aceptación de las diferencias de visión y opinión, sin ocultamientos, sin condicionamientos inaceptables", señala Gustavo Roosen, presidente del IESA. Publicado en El Nacional, el 27 de mayo de 2013.

El peso de los problemas derivados del fracaso de las políticas oficiales ha convencido al Gobierno de la necesidad de convocar, parcialmente al menos, al sector privado de la economía. Hay quien ve en la convocatoria una prometedora señal de cambio; hay quien sólo la percibe como una estrategia coyuntural. Lo que es para unos sincera intención de diálogo, podría no ser para otros sino oportuna táctica de negociación. En cualquier caso, no cabe duda, necesidad obliga.

El sector privado, que con tanta razón ha insistido en ser escuchado y que se percibe como parte de la solución, no puede sino acudir a la convocatoria y hacerlo con la honesta intención de aportar. ¿Qué se espera de él? De entrada, dos cosas: su capacidad de producir y su voluntad de hacerlo. En otras palabras, el Gobierno espera que el sector privado contribuya a llenar las estanterías.

La capacidad de aporte del sector privado, sin embargo, va más allá. O debe ir más allá. Es no sólo su capacidad de producir –bienes, servicios, empleo, riqueza–, sino además los principios y el modo de ser que lo han hecho posible. Estamos hablando, entonces, del valor atribuido a la planificación, el método de trabajo, la capacitación, el esfuerzo, la iniciativa, la innovación, el seguimiento, la comprensión del mercado, la calidad, la aplicación de las mejores prácticas, la productividad, la medición por resultados, la fijación de objetivos, la capacidad para alcanzarlos. Pero estamos hablando, sobre todo, de los fundamentos en los que se sostiene el hacer empresarial y que no son otros que los principios de libertad, democracia, propiedad, responsabilidad, honestidad, valoración del ser humano y del trabajo, justicia, dignidad, desarrollo, bienestar.

Son estos los principios consagrados, por ejemplo, en el recién actualizado código de ética del sector industrial, explícito en la apelación a un concepto de responsabilidad social empresarial que compromete a la empresa con la sociedad en general, la comunidad en la que desarrolla sus actividades, sus trabajadores, socios, clientes y proveedores. Son esos mismos principios los que sostienen el llamado a honrar los compromisos, al acatamiento de leyes y reglamentos, al respeto de la competencia, al cumplimiento de las normas de calidad, a la práctica de la honestidad en la comunicación con todos los públicos, al ejercicio de la justicia en la fijación de los precios, al establecimiento de condiciones de trabajo dignas y equitativas, al cumplimiento de los deberes fiscales.

La apelación a los principios resulta válida para los encuentros a los que han sido convocados los empresarios. En efecto, el diálogo no sería productivo ni duradero si no se realizara sobre la base de la honestidad, el respeto, el apego a la verdad, la confianza en la palabra dada, la búsqueda de objetivos comunes, la aceptación de las diferencias de visión y opinión, sin ocultamientos, sin condicionamientos inaceptables. Sentarse a dialogar no cambia a los interlocutores, pero presupone un nivel mínimo de mutua credibilidad y confianza, de disposición a compartir, a flexibilizar posiciones, a buscar puntos de encuentro y colaboración, sin ingenuidad pero sin suspicacia metódica.

Formado para el diálogo y la búsqueda de beneficios compartidos, el empresario tiene mucho que aportar en estos encuentros en los cuales se abre también la oportunidad no sólo de mostrar su capacidad de proponer, planificar y ejecutar, sino también de demostrar que la acción empresarial se afirma en bases éticas, que no está ligada únicamente al beneficio, que no es ajena a la solidaridad y que encarna la responsabilidad de los ciudadanos en la generación de crecimiento económico y bienestar social. Para el empresario será también la oportunidad para desarrollar su capacidad de entender la lógica de la política y del gerente público, al mismo tiempo que probar la validez de la lógica de la economía y del gerente privado. Todo, con los principios por delante.

domingo, 26 de mayo de 2013

Mariogate y la escasez de divisas

 Miguel Ángel Santos, profesor de IESA, afirma que una única subasta del Sicad, cuyos dólares aún no han sido adjudicados,deja  la sensación de que se tiene muy poca capacidad para resolver el problema de las divisas. Publicado en El Universal, el 24 de mayo de 2013.




La grabación de la que fue objeto Mario Silva tiene mucha relevancia política, acaso en la misma medida en que carece de significado económico. Aún así, a nosotros, acostumbrados tras estos años a la anécdota, a la explicación fácil, a la identificación artificial de un único factor cuya extracción quirúrgica resolvería nuestros males, la idea de que se ha devaluado el bolívar y nos quedamos sin divisas porque alguien se las ha venido llevando en una maleta nos resulta muy atractiva.

Por desgracia, el problema es bastante más complejo. Nuestro flujo de divisas está comprometido por varias razones. Entre las estructurales se encuentra el hecho de que el petróleo se ha convertido en nuestra única fuente de dólares. Las demás, las de las economías normales que no cuentan con la facilidad exportadora de un recurso natural, son las exportaciones de manufacturas e inversión extranjera. Ahora bien, mientras la mayoría de América Latina atrae una cantidad colosal de inversión como consecuencia de la caída en las tasas de interés internacionales y la crisis de las economías desarrolladas, Venezuela sigue registrando desinversión directa. Es decir, aquí es más lo que sale o lo que venden para irse de aquí que lo que entra. Por otra parte, nuestras exportaciones no petroleras (en esencia otros recursos naturales) han caído 31% en catorce años, hasta alcanzar en 2012 un mínimo de 3.770 millones de dólares (4% del total).

Las razones más coyunturales son políticas y de malas políticas. Tienen que ver con la forma en que se administra nuestra única fuente. La principal herencia del presidente Chávez es un flujo de dólares fragmentado entre diferentes unidades sin control ni mecanismos de rendición de cuentas. A Fonden han fluido 102.500 millones de dólares, sin que se sepa cuánto queda y en qué se ha invertido. Lo mismo sucede con el Fondo Chino, una cuenta administrada por Bandes adonde van a parar nuestras exportaciones a ese país y de la que tenemos muy poca noticia.

Así, entre la dependencia de importaciones para promover el boom de consumo, la ausencia de otras fuentes de divisas, la fragmentación y posterior malversación de nuestra factura petrolera, se ha ido tejiendo la escasez y la megadevaluación de nuestra moneda. Las importaciones públicas han alcanzado una cifra récord. Un estudio ordenado por Jorge Giordani en Cordiplan (2012) dictaminó que 30%-40% de la importación pública es artificial (entre 10.000 y 13.500 millones de dólares). A nivel de Cadivi muchas empresas privadas, en particular ligadas al Gobierno, incurren en sobreprecios y franca importación ficticia. Así, el BCV se ha quedado sin dólares para ofertar fuera de Cadivi. Se suspendió el Sitme (que se alimentaba de deuda) sin que hasta la fecha se conozca su sustituto. Una única subasta del Sicad, cuyos dólares aún no han sido adjudicados, ha dejado la sensación de que tienen muy poca idea o capacidad para resolver el problema. Merentes promete los dólares que no tiene. Esa es la verdadera situación. Es muy compleja. Yo sé que es más cómodo, que da cierta sensación de posibilidad, pensar que estamos así porque alguien se llevó los reales. Pero ese breve aliento no aguanta un solo análisis lógico.

@miguelsantos12

viernes, 24 de mayo de 2013

El nuevo hombre socialista

 El profesor del IESA, José Mayora, se pregunta: en qué momento los venezolanos tendrán una vida normal dedicados a producir, a crecer en armonía, a recobrar el diálogo entre actores diferentes, a recorrer las calles sin temor a ganarse la lotería del delito, a prender un radio o una televisión para  enterarse de lo que ocurre o a divertirse y no a sobresaltarse con algún anuncio nefasto o alguna cadena impertinente. Publicado en El Universal, el 24 de mayo de 2013.

Diera la impresión  que el  socialismo del siglo XXI se encuentra en una nueva fase signada por el relevo del liderazgo  en la persona del  primer presidente chavista.  Esta circunstancia hace pensar en que la dirigencia de este movimiento debe estar  revisando el modelo para hacer los ajustes correspondientes,  motivado, entre otras cosas, por  los resultados cuantitativos  del proceso que no parecen ser los más halagüeños.

Poniéndome en el lugar de la "nueva" dirigencia "peseuvista" la preocupación  inicial  es con quién se va a realizar esta nueva fase del proceso revolucionario. La inquietud es, aparentemente, fácil de resolver  pues uno de los objetivos del proceso era contar con un nuevo hombre socialista: después de 14 años, ¿existe ese nuevo hombre?

Para tratar de confeccionar un perfil de este nuevo "homo rojitum" hemos debido escarbar  en diversos documentos y, más importante aún,  observar  las conductas  de los que desde la cúpula oficial, modelan la propuesta. 

Las virtudes  incluidas en este novedoso perfil la encabeza  la solidaridad con los semejantes siempre y cuando ese semejante sea verdaderamente semejante, es decir profese el mismo credo, de manera que la solidaridad debe ser excluyente pues, y he aquí el segundo atributo, el amor sugiere selectividad, no  se puede amar a todo el mundo y menos a quien nos adversa. El tercer atributo debe ser el culto a la única  verdad aceptable, la verdad socialista aquella que navega en el mar de la felicidad. Este nuevo hombre debe ser capaz de proveer felicidad en medio  de las carencias propias de un régimen que pretende que todos los hombres sean iguales.

¿Quiénes son los prototipos de este nuevo ser? Obviamente uno se pregunta quiénes pueden ser los modelos a seguir y los nombres que me salen al camino son: Diosdado Cabello, Nicolás Maduro, Pedro Carreño, Iris Varela, Cilia Flores, Luisa Estela Morales, Mario Silva, Tania Díaz, Jorge Rodríguez. Esta lista, que no es exhaustiva, es, a mi manera de ver las cosas, representativa de lo más graneado del socialismo reinante, portadores de todos los atributos del perfil ya definido.

¿Ha percolado este perfil a todo el contexto social? Más que hacer una pregunta hagamos una prueba empírica: recorramos las calles de día pues de noche es riesgoso; visitemos la morgue de Bello Monte con frecuencia;  realicemos  un tour alimentario para buscar harina, papel o aceite; busquemos  un repuesto automotor para descansar del tedio que significa manejar. En  estas situaciones, ¿se puede corroborar la felicidad socialista que embarga a los ciudadanos venezolanos?

La gran pregunta que debemos hacernos es en qué momento los venezolanos tendrán una vida normal dedicados a producir, a crecer en armonía, a recobrar el diálogo entre actores diferentes, a recorrer las calles sin temor a ganarse la lotería del delito, a prender un radio o una televisión para  enterarse de lo que ocurre o a divertirse y no a sobresaltarse con algún anuncio nefasto o alguna cadena impertinente.

Desde el día que Nicolás Maduro se encargó de los destinos del proceso socialista increíblemente se olvidó del país, en otras palabras, aún no se ha encargado de gobernar al país y  lo peor es que no sabemos cuándo se sentará en su escritorio de Miraflores a asumir las tareas del jefe del Estado. Por cierto, que esta misma preocupación la sentimos por los jefes de cada uno de los poderes que integran el sistema democrático venezolano.

Mayora.j@gmail.com

Patriotas, realistas y ambidiestros

 "No existen burgueses que quieran ser pobres, ni pobres que no deseen ser ricos", asegura Carlos Machado Allison, profesor del IESA. Publicado el 21 de mayo de 2013, en El Universal

Aunque fue más una guerra civil que otra cosa, nos enseñaron que había dos bandos en pugna: los patriotas, hacendados y comerciantes burgueses inspirados por cosas como la libertad económica y los derechos humanos, y los realistas que defendían el gobierno autocrático de España, sus monopolios y modos feudales de producción.

Dos siglos después, con diferencias marcadas por la historia seguimos divididos. Ahora tenemos patriotas que salen a trabajar todos los días para mejorar su situación económica e ingresar, o mantenerse, en la clase media, conocidos en el lenguaje marxista como "burgueses". El término nace a fines de la Edad Media cuando en la Europa de aristócratas y siervos, aparece gente que se ganaba la vida como artesanos, comerciantes, clérigos o profesores en las pequeñas ciudades llamadas burgos. Gentes que iban construyendo comunidades con nuevas reglas y derechos, que luego darían lugar a ideas liberales, parlamentos y gobiernos democráticos. Por el contrario los defensores del rey vitalicio, dueño de todas las tierras, almas y vidas, eran llamados realistas, que odiaban y temían que congresos o parlamentos los controlaran.

Nuestros realistas tienen cosas en común con los del siglo XIX. En primer lugar les encantan los reales obtenidos sin trabajar, procedentes de coimas y contratos con un rey que reparte mercedes entre condes, duques, seguidores y protectores. Luego detestan principios democráticos como la separación de poderes y la contraloría, ya que si existieran, tendrían que trabajar como burgueses para poder ser realistas, es decir, aquellos que tienen muchos reales. De allí que juran que decirle burgués al que trabaja es un insulto, pues lo ven como un extraterrestre que labora para vivir. 

No entienden que mientras los campesinos y obreros quieren vivir como burgueses, no existen burgueses que quieran ser pobres, ni pobres que no deseen ser ricos. No faltan quienes aspiran mejorar siendo primero realistas y después burgueses. Como verán todo esto es muy confuso, en particular porque hay marxistas burgueses, realistas autocráticos de izquierda y asalariados de derecha, amén de ambidiestros que sin jugar pelota, obtienen buenos ingresos en los negocios públicos. Me explico, hay zurdos que son de derecha y diestros que batean a la izquierda. De allí que sea posible que dos católicos de origen judío, Capriles y Maduro, con tradición en materia de negociaciones puedan dialogar, aunque uno defienda a los que trabajan para vivir, convertidos por la inflación en proletarios conservadores y el otro a los que hacen más reales, conocidos como realistas revolucionarios. Pero dos de cada tres venezolanos, no son realistas ni burgueses, eran y siguen siendo "limpios", aunque Marx no conociera la palabreja.

Sancho, cosas veredes./ Frase atribuida a un Cervantes que nunca la escribió,/ útil para expresar sorpresa y estupor,/ con su cierto origen en versos del Cid Campeador,/ ilustra los pesares de un pueblo que ya se arruinó/.

cemacallison@gmail.com

jueves, 23 de mayo de 2013

Nadando desnudos

Ricardo Villasmil, profesor del IESA, comenta:"En Chile y Perú siguen creciendo y generando empleo y bienestar. ¿Y nosotros?". Pulicado en El Universal, el 18 de mayo de 2013.


Cuando baje la marea, dijo una vez Warren Buffett, sabremos quién ha estado nadando desnudo. Su advertencia estaba dirigida a Wall Street y fue premonitoria de la crisis financiera del 2008, pero bien pudo haberla dirigido a América Latina. Entre enero del 2003 y julio del 2008, el índice S&P de la Bolsa de Nueva York se elevó 48%, pero los precios de las materias primas -pilares fundamentales de las economías latinoamericanas- se elevaron aún más: el petróleo 333%, los metales 230%, y los productos agrícolas algo menos, con 28%. Y cuando con la crisis financiera a mediados del 2008 bajó la marea, las materias primas también cayeron más: para diciembre, el S&P había bajado 29% desde su pico en julio, pero el petróleo había caído 69%, los metales 43% y los productos agrícolas 28%. Definitivamente, la marea bajó, revelando quién andaba desnudo. 

De acuerdo con la Cepal, petróleo, gas y metales suman 60% del valor de las exportaciones chilenas, 64% de las peruanas, y 99% de las venezolanas. Mientras la marea estaba alta, a todos les parecía ir bien: la pobreza se reducía de manera asombrosamente similar en los tres países. En Chile y en Perú, esta reducción se sustentó en altas tasas de inversión privada y crecimiento económico, aumentos en la producción nacional, baja inflación, responsabilidad fiscal, inversión en infraestructura, inversión social y un clima cada vez más atractivo para invertir. En Venezuela, por el contrario, se sustentó en altas tasas de consumo privado financiadas por el gasto y el endeudamiento público, transferencias y subsidios poco eficientes, baja inversión privada e importaciones masivas en un entorno de alta inflación y sumamente adverso para invertir. 

Al encontrarse de frente con la crisis, el Gobierno venezolano optó por huir hacia delante, elevando el déficit fiscal sobre los 18% del Producto Interno Bruto del 2012 (mayor al ingreso petrolero que representa 17 puntos) y llevando el endeudamiento externo de 39 mil millones de dólares a finales del 2008 a 102 mil millones de dólares al cierre del 2012, según cifras del Banco Central, que no incluyen los enormes atrasos del sector público con sus proveedores, socios, empleados.

Hoy Chile y Perú siguen creciendo y generando empleo y bienestar. ¿Y nosotros? Bien gracias, parados en la orilla con una mano delante y otra atrás. 

@rvillasmilbond; www.ricardovillasmil.com

miércoles, 22 de mayo de 2013

¿Por qué no hay dólares?

 El profesor del IESA, Pedro Palma, señala que Los altos precios de exportación del petróleo aseguran la captación de importantes recursos que pueden cubrir las actuales necesidades de divisas. Publicado en El Nacional, el 20 de mayo de 2013.

Entre las razones que se aducen para explicar por qué se ha producido el grave problema de desabastecimiento que hoy se padece en Venezuela, se menciona como uno de los más importantes la insuficiencia de divisas que suministra el BCV a los empresarios privados para la realización de sus importaciones, a pesar de que estamos exportando nuestro petróleo a un precio superior a los cien dólares por barril desde hace ya más de un año. De allí que sea válido que nos preguntemos ¿a qué se debe esa escasez de moneda extranjera? Para contestarnos esa pregunta es útil comparar las cifras de comercio exterior de 2008 y 2012, años en los que los resultados financieros operativos de Pdvsa fueron bastante similares, se alcanzaron las mayores exportaciones petroleras de la historia, y el BCV tuvo sus mayores ingresos de divisas, en parte como consecuencia de las ventas superiores a los cuarenta millardos de dólares que le hiciera Pdvsa en cada uno de esos años. De hecho, en 2008 esos ingresos se acercaron a los 66 millardos de dólares, contribuyendo para ello las ventas superiores a los 15,5 millardos de dólares que le hicieran operadores cambiarios privados a ese organismo. Ese año los egresos de divisas del instituto emisor fueron de 57 millardos de dólares, de los cuales 47 millardos fueron vendidos al sector privado para la realización de importaciones, remesas familiares, viajes al exterior y otros.

En 2012, a pesar de que las ventas de divisas de Pdvsa al BCV fueron superiores que en 2008, sus ingresos totales de moneda extranjera fueron 54,7 millardos, siendo la razón principal de la contracción con respecto a 2008 las mermadas ventas de dólares que el año pasado le hicieran los operadores cambiarios privados, debido a la ilegalización del mercado cambiario libre decidida en 2010. Sin embargo, los egresos de divisas del año precedente fueron prácticamente similares a los de 2008, pero con una composición muy diferente. En efecto, las ventas de dólares al sector público pasaron de 10 millardos en 2008 a 26,5 millardos en 2012, producto de un aumento de sus importaciones superior al 81% entre esos dos años, y a unas abultadas transferencias de recursos al Fonden por las mayores contribuciones especiales por precios extraordinarios y exorbitantes en el mercado petrolero, que las debió haber hecho Pdvsa, pero que en buena medida las acabó haciendo el BCV, reduciendo sus reservas internacionales. Por su parte, las ventas de dólares al sector privado fueron inferiores a 30 millardos, es decir, un 37% menos que en 2008, a pesar de que sus importaciones de mercancías sólo se contrajeron en un 6,6%. En otras palabras, la asignación de las divisas captadas por el BCV cambió radicalmente a favor del sector público en detrimento del privado, producto de las mayores compras externas de aquél, y del anhelo depredador del gobierno de captar la mayor parte del ingreso petrolero para financiar gasto público. Eso explica en buena medida la aguda escasez de dólares que ha sufrido el sector privado durante los meses recientes, con el consecuente efecto de desabastecimiento que se padece.

Pero, ¿se puede corregir esta situación con la necesaria prontitud? Creo que sí.

Los altos precios de exportación del petróleo aseguran la captación de importantes recursos que pueden cubrir las actuales necesidades de divisas. Lo que hay que hacer, no obstante, es reasignar en forma más eficiente ese dinero, reduciendo a un mínimo las transferencias de recursos a los fondos gubernamentales para el financiamiento de gasto, haciendo un esfuerzo por reducir las cuentas por cobrar de Pdvsa, y tomando decisiones para reducir la ayuda a terceros países, por ejemplo, cambiando las condiciones de venta y financiamiento de petróleo a países aliados del gobierno. Con acciones como esas se podrían incrementar notablemente las ventas de dólares al BCV y la provisión de divisas a los importadores privados.

martes, 21 de mayo de 2013

¿Son tontos los hispanos?



Moisés Naím  concluye su artículo de opinión con la reflexión: “si usted cree que los hispanos son tontos, entonces debe creer que los racistas también lo son. Pura ciencia”. Publicado en El Nacional, el 14 de mayo de 2013.


“El indicador conocido como coeficiente intelectual (CI) puede estimar de manera confiable la inteligencia. El CI promedio de los inmigrantes en Estados Unidos es considerablemente más bajo que el de la población nativa de raza blanca. Esta diferencia es probable que persista durante varias generaciones. Las consecuencias son la falta de asimilación socioeconómica entre los inmigrantes de bajo coeficiente intelectual, conductas de clase baja, menor confianza social y un aumento en trabajadores no cualificados en el mercado laboral estadounidense. La selección de los inmigrantes de alto coeficiente intelectual podría mejorar estos problemas en Estados Unidos al mismo tiempo que beneficiaría a los potenciales inmigrantes que son más inteligentes pero que carecen de acceso a la educación en sus países de origen”.

Este es el resumen de la tesis doctoral que presentó Jason Richwine en la Universidad de Harvard en 1999 y que fue aprobada sin objeciones por un comité formado por tres prestigiosos catedráticos de esa universidad. La tesis habla de los inmigrantes en general, pero sus conclusiones están principalmente basadas en el análisis del (bajo) CI de los hispanos. Armado con esa credencial, el flamante doctor Richwine comenzó su carrera en lo que en Washington se llama “la industria de la influencia”. Trabajó en dos importantes think tanks conservadores, publicó artículos en diarios y revistas y daba conferencias. Cuando el ex senador Jim DeMint, uno de los principales líderes del Tea Party y recién nombrado presidente de la fundación Heritage, necesitó encargar a alguien que hiciera el estudio que serviría como punta de lanza en la batalla para impedir la reforma de la política migratoria de Estados Unidos, escogió a Jason Richwine, quien, junto con Robert Rector, sería el coautor del informe. Al doctor Richwine le estaba yendo bien.

Hasta la semana pasada
Dylan Mathews, un periodista de The Washington Post, se tropezó con la tesis doctoral de Richwine y publicó su mensaje central. Las reacciones no se dejaron esperar. La fundación Heritage se limitó a decir que las controvertidas ideas de Richwine las escribió en Harvard y no en la fundación. Dos días después, Richwine renunció a su cargo.

En todo esto hay muchas sorpresas, pero quizá la principal tiene que ver con los estándares que se usan en Harvard para otorgar un doctorado. La tesis de Richwine parte de la base de que hay causa y efecto entre dos variables difíciles de medir: inteligencia y raza. Entre los científicos sociales no hay consenso acerca de qué es lo que miden los test que calculan el cociente intelectual. ¿Miden inteligencia o más bien miden la capacidad de responder bien a ese tipo test? Y si miden inteligencia ¿qué tipo de inteligencia es? Todos conocemos genios que obtienen buenos resultados en los test de inteligencia pero cuya vida personal y profesional es un desastre y que terminan siendo una carga para su familia y para la sociedad. Y también conocemos gente que no brilla por su intelecto pero cuya contribución a la sociedad es enorme. Pero si la inteligencia es difícil de medir, ¿cómo se mide eso que Richwine define como “los hispanos”? Esta no es una categoría biológica sino una definición popularizada por la Oficina del Censo de Estados Unidos que usa el término hispano o latino para referirse a “una persona de origen cubano, mexicano, puertorriqueño, centro o sudamericano o de otra cultura u origen español, independientemente de su raza”. Evidentemente, tratar a los “hispanos” como una categoría genética o biológicamente homogénea es, por decir los menos, metodológicamente endeble.

Y los problemas con la tesis de Richwine no terminan ahí. Derivar de sus conclusiones la idea de que una buena política inmigratoria se debe basar en aplicarles pruebas de inteligencia a los inmigrantes es una propuesta más nutrida por la ideología que por la ciencia.

Pero si se trata de creer en estudios que se basan en los test de inteligencia, entonces vale la pena mencionar uno muy interesante referido por el periodista Jon Wiener. En 2012 la revista Psychological Science reportó que un amplio estudio en Reino Unido que examinó a casi 16.000 personas a través de los años encontró que “los menores niveles de inteligencia en la infancia pronostican la presencia de mayor racismo en la edad adulta”. En otras palabras: los adultos que son racistas no salían muy bien en los test de inteligencia cuando eran niños.

En resumen: si usted cree que los hispanos son tontos, entonces debe creer que los racistas también lo son. Pura ciencia.

lunes, 20 de mayo de 2013

La tronera de Merentes


Miguel Ángel Santos, profesor del IESA, asegura que en estos últimos seis años de bonanza petrolera la deuda externa se ha multiplicado por cuatro. Publicado en El Universal, el 17 de mayo

Hace un par de días Nelson Merentes convocó una nueva rueda de prensa para explicar qué está haciendo el Gobierno para remediar la situación de escasez e inflación. No le falta buena intención, pero se necesita mucho más que eso. Ya en su día Rafael Caldera anunció la creación de una comisión tripartita gobierno-empresarios-trabajadores (en esta ocasión estos últimos han quedado por fuera) para hacer un pacto antiinflacionario que equivalía a unirse para evitar que se cayeran los mangos. Con el Gobierno imprimiendo dinero a mansalva, la comisión se terminó ahogando en liquidez y la inflación superó durante tres años consecutivos el 60%. ¿Va acaso a dejar de imprimir dinero el Gobierno para financiar los 18% del PIB de déficit con que cerró el año pasado?

Merentes comparece para reconocer que hay que introducir algunos correctivos, "porque la economía no es una cosa que uno suma y ya, que se puede predecir; no, hay variables que aparecen y no se pueden controlar". Y resulta curioso, porque todas las variables de esas que nos afectan y "aparecen y no se pueden controlar" han venido jugando consistentemente en favor del Gobierno. Los precios del petróleo se mantienen por encima de cien dólares el barril, con lo que las exportaciones por habitante en términos reales están cerca del máximo histórico. No, aquí no se trata de la suerte, o de un proceso estocástico de esos que tanto le gusta modelar al ministro en sus ratos libres. Todo lo contrario, mientras las variables externas nos favorecían, en la medida en que la suerte le continuaba sonriendo y persiguiendo a Venezuela, en esa misma medida el Gobierno se empeñó en huirle, en que no nos alcanzara, implementando un conjunto de políticas que descuartizaron nuestra economía.

Nuestra dependencia de las importaciones alcanzó cifra récord. El Gobierno ha venido empujando el socialismo (expropiaciones, legislación laboral que favorece el ausentismo y la baja productividad, controles de precios, cambios e interés) y se ha evitado sus conocidos efectos en términos de producción y consumo a través de importaciones masivas. Pero el petróleo no da para tanto. Por esa razón, en estos últimos seis años de bonanza petrolera nuestra deuda externa se ha multiplicado por cuatro. No se trata tanto de que el flujo de petróleo sea bajo, como de que queremos hacer demasiado con él. Ahora bien, la factura petrolera no va a subir. Los analistas pronostican precios estables y nuestra producción viene mermando de a poco. Ya el año pasado, si uno resta de las exportaciones petroleras efectivamente cobradas las importaciones públicas (también en nivel récord), las privadas y el servicio de la deuda, ya no daba para más. Es decir, si le van a ofrecer asiento a alguien, hará falta que levanten a otro más. Y eso es lo que no aparece. Maduro tiene una necesidad todavía mayor que la de Chávez de mantener la petro-diplomacia. En ese esquema: ¿Quién va a dejar de recibir divisas para que el sector privado reciba más? ¿Qué va a cambiar de aquí en adelante? Porque 21% de escasez, 4,3% de inflación sólo en abril y 38% de inflación de alimentos en doce meses, no se resuelven con una lija y un poco de mastique. Se trata de una verdadera tronera.

@miguelsantos12

viernes, 17 de mayo de 2013

100 días


Gustavo Roosen considera que para resolver el problema eléctrico que afecta al país, se necesita un plan pensado sólo para la crisis que permitirá superar la coyuntura, para ganar tiempo y visibilidad, para obtener beneficios momentáneos en la opinión pública, pero conducirá al agravamiento de la situación. Publicado el 15 de mayo en El Nacional

El ministro Jesse Chacón ha resuelto someterse a la prueba de los 100 días. Bravo por su disposición a rendir cuentas en un plazo perentorio. Contrasta con el recurso frecuente del mundo político de culpar al anterior y de evadir responsabilidades, recurso utilizado también por cierta gerencia cínica, conocida en algunos ámbitos como la gerencia de los tres pasos: culpar al anterior, declararse en reorganización y comenzar a trabajar el terreno para un nuevo cargo.

Resolver el enorme problema eléctrico que afecta al país –generado y agravado en los últimos 14 años– se ha convertido, con razón, en una prioridad nacional. El llamado desde muchos sectores a ser escuchados y tomados en cuenta pone en evidencia la importancia del asunto y advierte sobre la necesidad de pensarlo en términos menos de política y más de gerencia. Visto así, sólo cabe abordarlo con una perspectiva que vaya más allá de la crisis, que se fundamente en un diagnóstico completo, honesto y que se concrete en el diseño y puesta en práctica de una empresa estructuralmente sólida y sostenible.

Un plan pensado sólo para la crisis servirá posiblemente para superar la coyuntura, para ganar tiempo y visibilidad, para obtener beneficios momentáneos en la opinión pública, pero conducirá al agravamiento de la situación. El anuncio de metas y compromisos para los 100 días tiene sentido sólo sobre la certeza de una política y de un programa de acción de largo plazo. No puede ser visto como producto de la prisa y la improvisación. Las medidas no pueden limitarse a una exigencia de rutina básica, de funcionamiento o mantenimiento regular. La militarización no es parte de la solución.

Un plan trazado sobre la base de datos falsos está condenado al fracaso. Ya los expertos se han encargado de demostrar que la causa más determinante del problema no está en el aumento del consumo sino en la falta de oferta. Más aún, sus cifras demuestran que en estos 14 años el consumo ha crecido a un ritmo menor que en los años anteriores. Demuestran también que en Guayana, por ejemplo, se ha regresado a un nivel de consumo de hace 25 años y que las empresas básicas allí establecidas han debido sacrificar su producción para facilitar el abastecimiento de energía eléctrica al resto del país. No se puede ignorar que buena parte de la crisis radica en la aplicación de políticas centralistas, el paso a manos del Estado de empresas privadas hasta entonces bien gerenciadas, el desprecio por las recomendaciones técnicas, el abandono de proyectos, la ausencia de inversiones y el incremento desmedido de las nóminas.

Además de los temas que tocan la raíz del problema, la gerencia del sector eléctrico está urgida de abordar otros,| como el de la confiabilidad y calidad del servicio, la capacitación del personal, el volumen de la nómina, la seguridad de las instalaciones, los programas de mantenimiento, la responsabilidad con sus trabajadores, la comunicación con consumidores, clientes y proveedores. Y uno, no menor, el de la relación entre generación de ingresos y sostenibilidad. El diseño de una empresa sostenible pasa por resolver el balance fundamental de ingresos y egresos. Sólo sobre esa base es posible pensar en inversiones, en crecimiento, en mejora de calidad del servicio, en remuneración adecuada del personal, en capacitación, en actualización tecnológica. La eficiencia en la producción no garantiza la sostenibilidad de una empresa si no va a acompañada de eficiencia en la comercialización. El anuncio de un nuevo esquema de tarifas será efectivo, entonces, sólo con la aplicación de una eficiente política de cobros. La declaración de no al subsidio sería incompleta sin un no a la anarquía.

Gerenciar es hacer, más que hablar. Así, pues, no bastan los anuncios para cambiar la situación del sector eléctrico nacional, y menos en un momento del país marcado por la estridencia política y el abuso del discurso y de la palabra empeñada. El ministro Chacón se ha puesto a prueba. El país estará atento al cumplimiento de su compromiso.

jueves, 16 de mayo de 2013

Seamos positivos, el muro cayó...

Ernesto Blanco, profesor del IESA, considera que la pérdida de apoyo internacional puede ser un paso en el camino de la recuperación de la democracia. Publicado en El Universal, el 14 de mayo de 2013.


Haciendo un ejercicio automotivación y evaluación objetiva de los recientes acontecimientos políticos, podemos afirmar que la agresión y autoritarismo extremo ocurridos en Venezuela pueden tener efectos positivos en el desarrollo de nuestra historia. El presidente de la Asamblea ha afirmado que: "la oposición debió haber rezado mucho para que Chávez siguiera vivo; él era el muro de contención de muchas de esas ideas locas que se nos ocurren a nosotros. Él imponía su liderazgo, su prudencia y su conciencia y nos evitaba actuar en muchas ocasiones con estas ideas locas nuestras".


En estos catorce años, muchos hemos pensado que buena parte de quienes nos gobiernan son tan radicales, que no les importa ejecutar cualquier arbitrariedad para justificar sus fines. Así, hemos visto al secretario de deportes del Zulia expresar que "Pueden ir a donde les dé la gana, al ministerio del Trabajo, a los tribunales, pero los vamos a sacar", refiriéndose a los empleados de la gobernación del Zulia que votaron por Capriles. En otra declaración, el ministro de Vivienda y Hábitat, expresó que "No acepto militantes de partidos fascistas, quienes quieran ser militantes de Voluntad Popular... que renuncien, porque sino yo mismo los voy a botar; se los digo con toda claridad, no me importa en absoluto lo que dicen las normas laborales".

Días después, en una discusión en la Asamblea Nacional, el diputado William Dávila recibió el impacto de un micrófono lanzado desde la bancada oficialista. Varios puntos de sutura y la fortuna de no haber perdido un ojo, fueron los resultados de esta acción pues, a la fecha, no se sabe quién lanzó el artefacto. Luego de lo que parecía un hecho extremo, un grupo de diputados oficialistas propinaron una paliza a diputados opositores; la consecuencia: tres diputados, una dama entre ellos, seriamente heridos. Hasta ahora, no hay responsables.

Alcanzar los fines

Cuando Chávez vivía hubo mucha arbitrariedad, pero toda dentro de la ley. Retorciéndola o mal interpretándola, pero comunicando al mundo que todo se hacía apegado a la Constitución. La comunidad internacional lo apoyaba, porque además de la cantidad de dádivas que éste repartía, siempre era ejemplo de legalidad. Ahora, al caer el muro de contención, la legalidad no importa. No es importante guardar las formas solo alcanzar los fines. En consecuencia, a los actuales gobernantes no les importan las normas. El presidente de la Asamblea Nacional impide el derecho de palabra a los diputados opositores y hasta ha amenazado con suspenderles el sueldo.

Ya no se pueden justificar internacionalmente tales acciones. Ahora, hasta los países "amigos" censuran lo que pasa en Venezuela y, quizás, algunos ya habrán inferido que esto no es nuevo, sino que estaba maquillado por el muro del habilidoso líder que nos gobernaba. La pérdida de apoyo internacional puede ser un paso adelante en el camino de la recuperación de la democracia y las instituciones.

Profesor del IESA
eabm@cantv.net

martes, 14 de mayo de 2013

Desequilibrios

Pedro Palma, profesor del IESA, considera que el desequilibrio cambiario que hoy se vive conlleva a la necesidad de tomar una serie de acciones dentro del esquema de control de cambios que el Gobierno insiste en mantener. Publicado el 6 de mayo, en El Nacional.

La economía venezolana se encuentra en una situación crítica debido a la concurrencia de varios desequilibrios que la aquejan y que hay que corregir, tarea nada fácil y compleja que hay que acometer, pues su postergación agravaría los problemas, con consecuencias cada vez más negativas. Ello exige la implementación de una serie de medidas que se reflejarán sobre variables clave, como la inflación, la producción, el empleo y la calidad de vida, particularmente en el corto plazo. Esos desequilibrios están presentes en las finanzas públicas, en el área cambiaria, en los mercados monetario y financiero, en las actividades productivas y de distribución, y crean severos problemas de desabastecimiento, en la industria petrolera, y en la economía real, esto último debido a las limitaciones del aparato productivo interno para satisfacer la demanda, lo cual aumenta la dependencia de las importaciones.

Por razones de espacio, sólo me referiré a los dos primeros de esos problemas. El desequilibrio de las finanzas públicas se ha producido por el manejo irresponsable de los recursos del Estado durante mucho tiempo, particularmente en los últimos años, en los que el Gobierno ha gastado en forma disparatada, ignorando las reglas fundamentales de prudencia y control que se deben observar en esta materia. Eso ha generado grandes déficits debido a que los gastos exceden los ingresos ordinarios en cantidades crecientes, al punto de que las necesidades de financiamiento del sector público en su conjunto en 2012 se calculan conservadoramente en un monto equivalente a 15% del PIB. Ello ha hecho que el endeudamiento, tanto externo como interno, haya crecido intensamente, con el agravante de que el BCV se ha transformado en el principal financiador local de las empresas públicas. De hecho, el año pasado Pdvsa acudió al instituto emisor en busca de un masivo financiamiento, a pesar de estar vendiendo el petróleo al mayor precio histórico. Entre los correctivos al desequilibrio fiscal están la racionalidad del gasto público, el posible incremento de impuestos como el IVA, la implantación de nuevos tributos como el que pecha los débitos bancarios, el aumento de las tarifas de los servicios públicos, la revisión de los precios de bienes públicos como la gasolina, la racionalidad del endeudamiento, así como el ajuste periódico del tipo de cambio oficial, lo cual, además de generar ingresos para el fisco, corrige la sobrevaluación de la moneda.

El desequilibrio cambiario que hoy se vive, y que se manifiesta por la escasez de divisas, por la sobrevaluación y por el precio dislocado del dólar en el mercado paralelo, lleva a la necesidad de tomar una serie de acciones dentro del esquema de control de cambios que el Gobierno insiste en mantener. Entre éstas están los ajustes periódicos del tipo de cambio oficial con el fin de corregir la elevada sobrevaluación, que aún persiste después de la última devaluación a 6,30 bolívares por dólar, destrabar el suministro de divisas preferenciales, legalizar el mercado paralelo y actuar sobre él con el fin de cerrar la enorme brecha entre los tipos de cambio oficial y libre, para lo cual es necesario restringir la liquidez que se pueda canalizar hacia ese mercado para la adquisición de dólares. Todo lo anterior, obviamente, exige que el BCV disponga de una mayor cantidad de divisas para ofertar, para lo cual se necesita aumentar el flujo de moneda extranjera hacia el país y cambiar la asignación de divisas, al reducir las asistencias financieras a otras economías y minimizar la canalización de recursos hacia fondos como el Fonden.

Muchas de las medidas correctivas de los desequilibrios existentes tendrán repercusiones inflacionarias y recesivas, las cuales serán difíciles de evitar. Al igual que una persona que enferma de gravedad, una economía que adolece de los desequilibrios descritos tiene que someterse a terapias molestas, pero necesarias.

viernes, 10 de mayo de 2013

Breve plazo


Ramón Piñango, profesor del IESA,  nos plantea la pregunta: ¿Qué ocurre con el ciudadano común y corriente que no está en medio de la lucha política?. Publicado en El Nacional el 7 de mayo

Desde la muerte de Hugo Chávez la historia ha sido compactada para embutir en un puñado de días una vasta cantidad y variedad de acontecimientos que normalmente ocurren en varios años. Hemos acortado la historia acelerándola. El futuro será más intenso aún y el tiempo transcurrirá a velocidad vertiginosa.

A principios de año la pronta muerte de Chávez era predecible, como predecible era que anunciarían las elecciones para escoger nuevo Presidente en poco tiempo. Así ocurrió. Muchos señalaron que la participación de la oposición en esas elecciones sería simbólica, que alguien debía sacrificarse siendo candidato y que ese alguien debía ser Henrique Capriles. Las cosas no ocurrieron así. Efectivamente, Capriles fue el candidato opositor pero, contra el pronóstico de los expertos, su campaña tuvo consecuencias tangibles, nada simbólicas tal como hemos visto en las últimas semanas. En breve lapso Capriles se ha consolidado como líder de una oposición que ha cuestionado el triunfo del candidato oficialista, que ha demostrado que el supuestamente todopoderoso chavismo no es tan poderoso y ha colocado al régimen a la defensiva, lanzándose solo solito por el despeñadero del miedo, las amenazas, la violencia y el desprestigio internacional. Hoy está claro que hay un enfrentamiento abierto entre dos grandes fuerzas políticas, una en ascenso, otra con el sol en la espalda.

¿Qué nos traerá el futuro? Enfrentamientos más intensos entre el régimen y la oposición, con grave riesgo de violencia. La violencia, la física sobre todo, se ha manifestado en centros electorales y recientemente en la Asamblea. La estrategia de la oposición se centra en la denuncia de irregularidades electorales y en la impugnación de la elección del Presidente, cosa en la que insistirá exigiendo nuevas elecciones. El Gobierno ha dado señales de que no tiene ningún interés en dialogar y que no cederá un ápice en su esfuerzo por consolidar la revolución. Tal enfrentamiento cada vez más manifiesto, como lo señalan las arrechas cacerolas opositoras y los coñazos reconocidos y reiteradamente ofrecidos por destacados personajes del chavismo. Todo esto ocurre en una nación en el cual hace ya tiempo desparecieron los árbitros institucionales creíbles, confiables para gran parte de los ciudadanos. Esta desconfianza se agrava ahora porque al menos la mitad del país cuestiona la legitimidad de quien preside el gobierno.

A todas estas, ¿qué ocurre con el ciudadano común y corriente que no está en medio de la lucha política? Ese ciudadano sufre cada vez más angustiantes problemas como el aumento, día a día, de la probabilidad de morir asesinado en la calle, una inflación que ya no tiene que ser demostrada por estadísticas porque su gravedad se hace palpable a cada instante, la irritante escasez de alimentos que empeora y la falla de servicios como la luz eléctrica. Si ese ciudadano pertenece a los sectores populares, sufrirá todos esos males con mayor intensidad.

El Gobierno luce particularmente insensible ante las necesidades de la gente o no está en condiciones de atenderlas. Está sumergido en una retórica revolucionaria cuyas racionalizaciones ya no son muy creíbles. Pareciera que no pudiera hacer otra cosa, que él mismo cierra opciones para quedarse con una sola: la represión.

La oposición se ha percatado, al fin, de que tiene ante sí una fuerza política que lucha, como sea, para no ser desplazada del poder. El reto opositor es doble: por una parte, estar con la gente que más padece las fallas de un gobierno que no gobierna, planteando la necesidad del cambio político para mejorar las condiciones de vida del país; por otra, recurrir a la mayor creatividad para hacer que ese cambio sea democrático, porque cualquier cosa puede suceder. Todo en un plazo angustiosamente breve, antes de que la historia nos sorprenda.

jueves, 9 de mayo de 2013

¡Hay que subir el precio!



Moisés Naím  asegura que la impunidad de los autócratas parece reinar, todavía hay gobiernos disfrazados de demócratas que temen que el mundo descubra lo que realmente ocurre entre bastidores. Publicado en El Nacional, el 7 de mayo de 2013.



El precio que pagan los gobiernos que violan reglas básicas de la democracia ha venido cayendo. Ahora está demasiado barato y es urgente subirlo. Tiene que haber más riesgos y más costos para quienes atentan contra la libertad.

 
Lo sorprendente es que, al mismo tiempo que la impunidad de los autócratas parece reinar, todavía hay gobiernos disfrazados de demócratas que temen que el mundo descubra lo que realmente ocurre entre bastidores. Hay regímenes autoritarios que hacen sorprendentes esfuerzos para mantener la reputación, la “marca” de la democracia. Y organizan costosas y arriesgadas maniobras para obtener el “sello de calidad” que confiere el hecho de ser “elegido por el pueblo”. ¿Por qué Vladimir Putin, por ejemplo, monta un tinglado tan complicado de elecciones, rotación de cargos con Dmitri Medvédev y todo tipo de gestos para parecer un dirigente democrático? Podría simplemente declararse jefe de Estado y seguir gobernando de la manera tan autoritaria como lo ha venido haciendo durante más de una década. Y lo mismo ocurre en muchos otros países. De Marruecos a Argentina, de Irán a Ecuador y de Angola a Venezuela, muchos gobiernos se han vuelto diestros prestidigitadores políticos, que con una mano distraen al mundo con elecciones y otros rituales democráticos mientras que con la otra hacen todo tipo de trampas para concentrar poder, reprimir a los opositores y silenciar a sus críticos.

Claro que aún quedan algunos que son más sinceros en su totalitarismo: Corea del Norte, Bielorrusia, Cuba, etcétera. Pero son cada vez menos: el número de países no democráticos cayó de 69 en 1973 a 47 actualmente.

Así, la buena noticia es que existe la oportunidad de presionar a los dirigentes seudodemocráticos que socavan las libertades en sus países; esa oportunidad está ahí para los gobiernos y líderes de otras naciones que la quieran aprovechar. La mala noticia es que últimamente muy pocos lo hacen.

Uno de los ejemplos más ilustrativos de esto es lo que ocurre en América Latina. Durante las cruentas dictaduras que sufrieron muchos países latinoamericanos en los años setenta y ochenta, Venezuela era la democracia que acogía y protegía a los líderes políticos perseguidos por los regímenes militares. Hoy en día, muchos de estos antiguos refugiados están de regreso en sus países y ocupan altos cargos en el gobierno, el Parlamento o los partidos políticos. Su silencio ante lo que sucede en Venezuela es ensordecedor.

La cruel indiferencia de Brasil es quizás la más notable. No se trata de que este país se transforme en el gendarme de la democracia en la región, o que intervenga arbitrariamente en los asuntos internos de los vecinos. Se trata de que de vez en cuando… diga algo. Se trata de que su política internacional refleje los valores de una de las democracias más grandes y vibrantes del planeta. De que exprese públicamente su opinión un país respetado e influyente. Un país cuyos actuales líderes tienen la autoridad moral de quienes han sufrido en carne propia las consecuencias de oponerse a un régimen que recurría a la represión y al castigo como prácticas habituales.

Los demócratas del mundo, pero especialmente los de América Latina, observaron con sorpresa y tristeza el estruendoso silencio que mantuvo Lula da Silva durante sus ocho años como presidente frente a las claras violaciones de derechos humanos en Cuba, o frente a las más enmascaradas violaciones de la democracia que perpetraron Hugo Chávez en Venezuela, Rafael Correa en Ecuador o Daniel Ortega en Nicaragua. Ni una sola palabra. Nunca una observación crítica…

La esperanza es que Dilma Rousseff sea diferente. Pero hasta ahora no lo ha sido. Brasil reconoció inmediatamente a Nicolás Maduro como presidente, aun sabiendo que había razones para dudar de su triunfo. Esas mismas dudas hicieron que el propio Brasil estuviese entre los países que días después presionaron a Venezuela para que se auditaran los votos. Maduro aceptó un nuevo recuento. Pero las autoridades electorales lo están haciendo de una manera sospechosamente inadecuada. Un gobierno seguro de haber ganado no debe tener miedo de contar los votos abierta y rigurosamente. Y un gobierno democrático no debe impedir que los diputados de la oposición hablen en la Asamblea Nacional. Y menos tolerar que los propios legisladores oficialistas los acallen dándoles en plena Asamblea una paliza que los mandó al hospital.

Por favor, díganos, presidenta Dilma Rousseff: ¿Qué piensa usted de todo esto?