jueves, 1 de octubre de 2009

José Mayora\\ Cuando hablan las armas callan las leyes

Esta frase leída ya hace algún tiempo me parece apropiada para lo que vive Venezuela. Quizás habría que matizar que las leyes que nunca hablaran, son aquellas capaces de promover la justicia, las que se dirigen a dar soporte legal al verdadero desarrollo soberano. Por el contrario, las leyes que las armas no hacen callar son las que requiere el proyecto monocrático para justificar su permanencia en el poder.

Las armas en Venezuela tienen diferentes manifestaciones. Están representadas en la militarización del Poder Público, en la carrera armamentista, en el arsenal de la delincuencia, en los gases de buena calidad y también en la manida frase, esta revolución es pacífica pero armada, la que nos recuerda constantemente que la paz no es el objetivo de la revolución. De allí que las constantes amenazas hacia los no alineados, tengan como finalidad desestimular las manifestaciones públicas; apuntalar las conductas de autocensura; alentar temores de variada índole; propender al ejercicio temeroso de la democracia; cultivar la incertidumbre de lo porvenir y la inseguridad que produce vivir en un Estado cada vez más lejano de la atención de sus ciudadanos, alineados o no.

Los anteriores resultados representan la alta rentabilidad que recibe un inversionista de largo plazo, que no escatima recursos para aplicar la estrategia del temor y la injusticia. La sociedad temerosa que ya no está protegida por el Estado, se halla expuesta a la voluntad de factores que en oportunidades el régimen no controla y que pareciera que tampoco está interesado. Por este motivo, dentro del proceso revolucionario se tienen que hacer grandes esfuerzos para minimizar las constantes amenazas que comprometen su objetivo fundamental de mantenerse en el poder a toda costa y a todo costo.

Estas amenazas adquieren más relevancia en tiempos de cercanía electoral, en los cuales se publicitan ambiciosos programas para amortiguar los problemas recurrentes de la nación a la vez que se monta un minucioso tinglado organizativo que no deja huérfano ni un palmo de la geografía nacional.A pesar que el temor sigue siendo el inhibidor de la articulación social de la disidencia, y un factor corrosivo de su solidaridad, gracias al intrincado y expedito entramado de los canales informativos, que también se quieren callar, nada de lo que ocurra aquí será ignorado por la comunidad internacional cuyos ojos se abren con lentitud para ver la realidad que han querido soslayar por mucho tiempo.

La muy vilipendiada globalización, será una ayuda invalorable en esta tarea.Si bien es cierto que la ausencia de justicia le pone barreras al camino hacia la paz, el modelo de justicia doblegada no hace más que acumular injusticias cuya voz será bastante más fuerte que la de las armas que la revolución viene atesorando.

Artículo de opinión
El Universal, 1 de Octubre de 2009
mayora.j@gmail.com
http://noticias.eluniversal.com/2009/10/01/opi_art_cuando-hablan-las-ar_01A2818131.shtml

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