jueves, 17 de mayo de 2012

Mitos del combate a la pobreza


(Wolfgang Molina, egresado del IESA, nos ofrece su visión sobre el tema de la pobreza. Publicado en el diario El Universal el martes 15 de mayo de 2012)

Mientras políticos y académicos fabrican mitos para ganar elecciones y notoriedad, pasan los planes, las décadas y los centenares de millones de dólares gastados, sin que Venezuela pare de hundirse en una pobreza endémica. He aquí siete verdades para acabar con esos mitos:

Eliminar la pobreza es el objetivo nacional. La pobreza no es uno de nuestros grandes problemas, es nuestro único y gran problema. Resolverlo requiere del esfuerzo de todos, en especial de los pobres quienes deben ser actores activos, no pasivos. Si la proporción de pobres supera el 80%, no se puede esperar que solo el Estado o el 20% restante le resuelvan el problema a la mayoría.

La pobreza está en los valores individuales y familiares. Cuando una niña de hogar inestable se embaraza siembra sin quererlo la semilla de la pobreza. El Estado no puede cambiar las mentalidades, pero puede enderezar ciertas tendencias, por ejemplo, no pagando por "niñas preñadas" como propone Chávez, sino más bien condicionando la ayuda estatal a que no se reproduzcan conductas generadoras de pobreza, procurando todos los métodos voluntarios de planificación familiar, penalizando la paternidad irresponsable y obligando al pago de una pensión.

Solo se vence la pobreza creando riqueza. El remedio para la pobreza es una mezcla de empleo + productividad. Ayudar a la economía es ayudar a los pobres. Mayor rentabilidad es sinónimo de reducción de la pobreza.

Redistribuir la riqueza solo genera pobreza. El crecimiento económico y la creación de riqueza requieren de élites educadas. Estas son, por lo tanto, aliadas de los pobres. La lucha de clase lleva a la pobreza colectiva. El pacto social es indispensable. En un país en equilibrio, la clase media solo puede financiar la estructura del Estado que le servirá a sí misma. Gravar excesivamente a ese 20% solo provoca fuga de cerebros y de capitales.

El objetivo no es la igualdad sino elevar el nivel mínimo. Nacemos iguales y las oportunidades deben ser iguales para todos, pero igualdad en la línea de partida, no en la línea de llegada. Cuando crece la economía, crecen también las diferencias. Es incompatible reducir la pobreza y buscar la igualdad a corto plazo. La situación puede mejorar mucho, pero la igualdad emergerá entre los niños en la escuela. Hay que esperar una generación.

Invertir, no dar regalos. Salud, educación e infraestructura. Hospitales, agua corriente, cloacas, vialidad, pero no viviendas, ni electrodomésticos. 12 años de escolaridad gratuita para todos, pero no más allá. Regalarle el almuerzo a un universitario en Caracas le quita oportunidades al campesino miserable de la Venezuela profunda.

Respetar la ley ayuda a los pobres. Fortalecer la institucionalidad protege a los débiles de los más fuertes. La igualdad entre los ciudadanos comienza ante la ley. Los pobres también deben cumplirla y pagar impuestos. Sin salsa como música de fondo, hay que pedirles hacerse responsables de sí mismos y de su propia familia.

Salir de la pobreza exige de los pobres disciplina y sacrificio. Quizás por ello preferimos los mitos.

wolfgangumolina@gmail.com
Twitter: @WolfgangUMolina

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