miércoles, 25 de abril de 2012

Asdrúbal Baptista: "Es imposible entender a Venezuela sin comprender el mercado mundial"


(El economista y profesor del IESA, Asdrúbal Baptista, ofrece su visión sobre la economía venezolana. Un artículo publicado en la sección Siete Días del diario El Nacional, escrita por Tal Levy, con fotografía de Ernesto Morgado)



Caminando en Chacao, que le recuerda a su Mérida natal, la vida le situó hace unas semanas en el momento preciso para alcanzar a escuchar unas palabras que perdurarían en su mente. ¿Supiste que cayó el precio del petróleo?, preguntó un fornido hombre a sus compañeros mientras descargaba una gavera de gaseosas de un camión. "Mi reacción, totalmente instintiva, fue voltear porque pensé que me conocían y me estaban tomando el pelo. Evidentemente, no. El venezolano ha terminado por establecer alguna relación entre los precios del petróleo y sus intereses personales más íntimos, pues de lo contrario no sería tema de conversación. Es una anécdota que da mucho que pensar sobre cómo han cambiado los tiempos", relata Asdrúbal Baptista, autor de Bases cuantitativas de la economía venezolana 1830-2008 y Teoría económica del capitalismo rentístico.

El petróleo, capital para entender la historia del país, a los ojos de este científico social luce como "un grado de libertad con el cual la sociedad venezolana contó para su desarrollo, pero que terminó por ser crecientemente un grado de aprisionamiento". Sus estudios no dejan resquicio a la indiferencia, tanto que el mismo presidente Hugo Chávez se llevó uno de sus muchos libros a Cuba para leerlo durante su convalecencia.

-Ha afirmado que Venezuela era la sociedad más atrasada de América Latina, pero que con la explotación petrolera logró ubicarse en la cima de la importancia económica para luego empobrecerse. ¿Cómo se explica ese retroceso? 
-Esto ha guiado mi vida científica ­afirma con el gráfico de la evolución económica a la mano­. Venezuela era la sociedad más pobre de América Latina y, a partir de 1920, va a crecer y desarrollarse. Esto se detiene a finales de los años setenta, cuando viene un período de aproximadamente tres décadas en el que hay ascensos circunstanciales que se derrotan a sí mismos, un ascenso largo en los últimos años y lo que está por darse. Nos deslumbra el precio del barril de petróleo, pero no tenemos conciencia de los costos. Aquella Venezuela de 1920 no tenía los recursos necesarios para sacar los barriles.

Tengo una cordialísima disputa con la Cepal porque ellos necesitarían que Venezuela fuese en 1920 una sociedad muy rica, y no lo era, para que cuadren sus números sobre América Latina. Una inmensa verdad que los profesionales de la Historia desde diversas perspectivas han ocultado: la transformación de Venezuela que se echa a andar en los años veinte. La sola industria del petróleo en 1929 llegó a tener casi 30.000 personas. Hay que ver lo que significa tener a 30.000 trabajadores descubriendo la disciplina capitalista. Sobre el pensamiento económico venezolano gravita la idea poderosa del petróleo como una maldición.

-Ibsen Martínez termina su más reciente obra de teatro, Petroleros suicidas, con una pregunta: "¿Qué tendrá el petróleo que envenena?", abonando esa visión negativa. 
-¿Cómo es que el petróleo envenena, por tomar la frase, pero a su vez fortalece en un mismo hecho histórico? Desde la perspectiva de la economía política, el petróleo es la vida del país. No hablamos de un hecho geológico, sino de un hecho social. Aquel país tan atrasado se desarrollará y a tasas muy aceleradas. Un buen día se paró y en medio del auge, eso es crucial. A partir de 1977 la economía comienza a despeñarse, pero los precios del petróleo continuaron creciendo hasta 1982. En 1934, el bolívar amaneció a 3,90. Los venezolanos un día amanecimos 30% o 40% más ricos en términos de dólar. La vida del país cambiaría para siempre. Nos volvimos importadores. Entonces, aquello que fue tan benéfico dejó de serlo. Aquí viene un punto medular de la teoría económica del capitalismo rentístico. No dejan de tener razón quienes hablan del petróleo como un castigo, pero la razón coincide con ellos, no ellos con la razón. De allí la afirmación firme: mientras más desarrollado es un país, menos grado de libertad tiene para usar productivamente un recurso que no ha producido. El petróleo causa una estructura social muy singular. En el mundo moderno el cuerpo político de la sociedad (el Estado) depende del cuerpo privado (la sociedad civil) en cuanto a los recursos que recibe en forma de impuestos, contribuciones, tasas. El Estado no tiene medios propios, es rigurosamente pobre; la rica es la sociedad civil. Ese equilibrio entre Estado y sociedad civil descansa en su recíproca necesidad: el Estado sin recursos, la sociedad civil sin seguridad.

¿Qué va a significar el petróleo en la vida del país? Este equilibrio primordial sobre el cual descansa la sociedad moderna no existirá porque el petróleo es del Estado venezolano, que es rico; y la sociedad, en contraste, es pobre. Allí hay una relación de unilateral dependencia.

-Todo lo contrario a Estados Unidos, que es un Estado pobre.
-Sí, paupérrimo, pero la sociedad civil le provee de impuestos. La base económica nuestra ha causado relaciones políticas sui géneris. Al Estado le hace balance la sociedad civil, ¿quién le hace balance al Estado venezolano hasta 1976? Las concesionarias. El Estado no podía ser arbitrario, no podía ejercer ese grado de libertad que le da el ser rico, porque frente a él se sentaba el presidente de la Shell, de Creole, de Occidental, y quiénes eran: la sociedad civil del mercado mundial. Eso la nacionalización lo va a hacer añicos.

A partir de 1976 tenemos una sociedad civil mínima económicamente frente al Estado.

La renta del petróleo es un ingreso que produce el mercado mundial y que nosotros lo captamos, ese ingreso es capitalista, viene del mundo capitalista.

Eso hace que el Estado, cuando actúa en el conjunto de las relaciones económicas con mayor o menor intensidad según las orientaciones ideológicas, choque frontalmente contra la circunstancia de que busca hacer aparecer en la escena histórica una sociedad no capitalista apoyada en un ingreso capitalista. El Estado tiene que producir un equivalente para sustituir la renta del petróleo, que en 2008 fue de 60 millardos de dólares. ¿Usted me dirá?

-¿Imposible? 
-No, pero es muy cuesta arriba. O imagino un horizonte temporal muy largo para hacerlo paso a paso o produzco un colapso si fuerzo la máquina para hacerlo más rápidamente. Esta es la disyuntiva del Estado venezolano y su proyecto.

-Frente a esa disyuntiva, ¿cuál es la apuesta del Gobierno? 
-Yo me lo pregunto. No tengo ninguna duda de que el cuerpo político que lidera la vida de la nación tiene que sentir que el apresuramiento en la necesidad de sustituir una base social fundamentada en relaciones capitalistas de producción por una fundamentada en relaciones socialistas no le está funcionando. No pueden prolongarlo porque las revoluciones tienen la urgencia de provocar cambios súbitos y en ese sentido irreversibles. ¿Cómo se produce irreversiblemente una sustitución de la renta del petróleo, que es capitalista y viene de fuera?

-¿Cuál sería la gran lección que se puede extraer del estudio de la historia de nuestra economía? 
-Es imposible entender a Venezuela si no se comprende simultáneamente el mercado mundial. La gran enseñanza termina por ser que el desarrollo de la sociedad moderna descansa en el aprovechamiento productivo de recursos que se generan en la economía nacional. La renta del petróleo no se genera en la economía nacional, se capta del mercado mundial. En Venezuela coexisten en el PIB ingresos que producimos e ingresos que captamos. Esta diferencia entre estos dos verbos no puede ser más firme. El aprovechamiento de esos ingresos captados tiene que ver con el grado de desarrollo presente cuando se empieza a captarlos. El caso emblemático es Noruega. La pregunta elemental tendría que ser cómo era Noruega en 1970 versus Venezuela en 1920. Con el desarrollo de Venezuela, comienza a chocar de manera frontal el desarrollo de las fuerzas privadas de la sociedad civil con la presencia del Estado. El Estado empequeñeció a la sociedad civil en muchos sentidos.

-La crisis del euro ha puesto de manifiesto la tensión entre capitalismo y democracia, pues gobiernos legítimamente electos se están viendo forzados a contradecir la voluntad de sus votantes para complacer a los mercados.
-Cuando la canciller de Alemania se dirige al primer ministro de Grecia exigiéndole que se olvide de la soberanía en materia fiscal, eso hace diez años era impensable y hoy ni es titular de prensa. El caso griego es icónico de cómo un país renuncia a su soberanía política. La crisis del euro es sobrecogedora porque nos afecta pero, más allá de eso, es expresión de que no hay mecanismos regulatorios.

El mundo moderno descansa en la sociedad civil nacional y en un Estado nacional. Ahora tenemos una sociedad civil universal y los Estados son nacionales. La sociedad civil ya no tiene fronteras nacionales y los cuerpos políticos tienen limitadísimas fronteras nacionales.

Esa es una disfunción histórica. Eso prefigura un tiempo económico sumamente complejo porque la sociedad civil (valga decir, los intereses del capital) no tiene posibilidad de regulación con base en los Estados nacionales. Eso explica el acrecentamiento de la desigualdad. La democracia como la entendimos en Occidente es el fruto de ese equilibrio entre Estado nacional y sociedad civil. Hay que preguntarse si el concepto de democracia puede ser no nacional.

-Usted ha asegurado que la constitución del mercado mundial pone en jaque a las soberanías políticas. ¿Ello a qué nos conduce?
-No lo sé. Si me aferro a lo que la historia me enseña, para hacer alguna analogía, eso fue el siglo XVI. Allí empieza a surgir el Estado nacional, que regula a la sociedad civil en franco proceso de conformación. Ya a mediados del XIX se puede decir que hay un Estado concomitante a la sociedad civil. Se volvió a desarreglar el asunto porque la sociedad dejó de ser nacional y el cuerpo político va detrás del cuerpo social.

-Hacia algún lugar que desconocemos marchamos, pero la globalización es un proceso de cambios muy acelerados. ¿Cómo lo avizora? 
-Don Pedro Grases tenía una expresión que se ajusta: "Abracadabrante".

1 comentario:

KenGO dijo...

Nuevamente se le da espacio a un "científico" que apela más a opiniones y planteamientos sin asidero real que a una descripción apegada a la realidad. Para el estudioso, resulta que en Venezuela no existe una clase pudiente que domina la escena económica y que ejerce como burguesía parasitaria que se apropia fraudulentamente de los ingresos que le entran al país por la producción de petróleo. Simple propaganda MADE IN IESA.