Pedro Palma
El Nacional - 26 de agosto de 2013
Recientemente llegó a mis manos la transcripción de un extraordinario discurso pronunciado por el doctor Guillermo J. H. Mizraji, destacado jurista argentino, quien fue invitado a pronunciar el discurso de orden durante el acto de grado la de Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires, celebrado el 12 de julio pasado. Además de dar una seria de recomendaciones a los graduandos sobre lo que deberá ser el ejercicio de la profesión y los principios y valores que siempre deberán guiarla, el profesor Mizraji dedicó buena parte de su discurso a hacer un análisis crítico sobre las realidades que hoy se viven en ese país. Por considerar que sus precisas y contundentes apreciaciones bien se pueden aplicar a Venezuela y podrían contribuir a la formación de conciencia de muchos compatriotas, me permitiré reproducir algunas partes de esa excelente pieza de oratoria.
Les decía a los recién graduandos: "Una sociedad los espera ansiosa, preocupada, golpeada por la inseguridad, la educación menoscabada, la censura, el patoterismo. Lo que hasta ayer preocupaba, hoy desespera. Quizás nunca como ahora el futuro de la Patria dependa de quienes tengan por oficio o profesión el deber de remediar injusticias. Quizás nunca como ahora nuestro futuro dependa de la justa elección que sepamos hacer entre el temor y la esperanza, el acierto y el error, la ventura y el riesgo." Continuaba Mizraji: "Vivimos momentos de confusión.
La perversión del orden constitucional a la que esta mos asistiendo aspira a coronarse con la desarticulación del papel actual de la Corte Suprema.
"El populismo `cala hondo’.
Manipula al pueblo para satisfacer al caudillo de turno.
Pre tende una sociedad sin contradicciones, sin disenso, sin pluralidad. No ama la democra cia, la soporta. En el populismo siempre molesta la división de poderes, la alternancia política, la independencia de la justicia. Inyecta pereza en el pensamiento, se atrofia la lógica.
"Jóvenes colegas, nos toca vivir días implacables. Percibimos que somos parte de un país donde se auspicia la ignorancia, reaparecen los fantasmas del desabastecimiento, de la carencia de seguridad, de la inflación cínicamente negada, de la imposibilidad de brin dar a los más carenciados un servicio de salud que les permita sentir la vida con opti mismo en esta Patria pensada como tierra de promisión y futuro. A ello se suma, como el Leviatán descripto en el libro de Job, la ya endémica corrupción que desprecia la ley e instaura el culto al coraje. Representado en la llamada "viveza criolla", la trapisonda, el exhibicionismo farandulesco con declaraciones retóricas y declamaciones vacías que conllevan promesas incumplidas".
Terminaba sus palabras invitando a sus nuevos colegas a defender la justicia y la República, diciéndoles: "Defiendan la justicia por sobre todas las cosas, desde cualquier ámbito en el que ejerzan la profesión. El término `justicia’ no debe confundirse con `caridad’. La justicia entra en la jurisdicción del Estado, es ciega y trata a todos los hombres de manera igual. Si la jus ticia se sometiese al poder político, todos nosotros terminaríamos al servicio de un amo y ya no de la ley. Una nueva servidumbre se habrá perfilado. Aristóteles enseñaba que los gobiernos se disuelven principalmente por las transgresiones de la justicia.
"Defender la República implica exigir: 1) Periodicidad en los cargos públicos; 2) Publicidad de los actos de gobierno; 3) Prohibir los gastos reservados; 4) Responsabilidad de los funcionarios; 5) Soberanía de la ley; 6) Pleno ejercicio de la ciudadanía; 7) El respeto por las ideas opuestas; 8) La idoneidad en los cargos públicos; 9) Exigir la separación de poderes".
Sabias palabras las del doctor Mizraji, escritas para sus compatriotas, pero aplicables cabalmente en nuestro país debido a las similitudes de las realidades políticas y económicas que vivimos. Ojalá estos consejos sean escuchados allá y aquí.
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