El coordinador académico del Centro Internacional de Energía y Ambiente del IESA
advierte que en el país no se discute sobre el riesgo de que Estados
Unidos reduzca su importación de crudo, gracias al petróleo de esquitos.
“Nuestros países hermanos de la OPEP aumentaron en 20% la producción,
pero Venezuela hizo todo lo contrario”. Reportaje de Andrés Rojas Jiménez, para El Nacional, publicado el 6 de marzo de 2013
- Coordinador académico del Centro Internacional de Energía y Ambiente del Instituto de Estudios Superiores de Administración.
- Es
economista egresado de la Universidad de Chicago, en Estados Unidos en
el año 2007. En 2010 obtuvo la maestría en Economía de la Universidad de
Cambridge en Reino Unido.
- Es profesor de las maestrías de
Administración y de Políticas Públicas del IESA y de la Escuela de
Economía de la UCAB.
- La pasión como
estudioso del tema de hidrocarburos pudiera decirse que lo heredó de su
padre, Luis Roberto Rodríguez. El libro El petróleo como instrumento de
progreso surge como una investigación más profunda de los trabajos de
maestría que padre e hijo emprendieron en sus respectivos estudios de
posgrado.
El economista Pedro Luis Rodríguez no figura entre quienes satanizan al petróleo. No dice que nunca se sembró –en alusión al editorial de Arturo Uslar Pietri- y tampoco forma parte de los que asumen como creencia que la abundancia en hidrocarburos es un ejemplo más de la maldición de la riqueza en recursos naturales porque genera inestabilidad económica y política en los países que la poseen.
“Hasta principio de los años setenta del siglo pasado si a cualquiera en el exterior le hubiésemos dicho que el petróleo es una maldición que nos cayó a los venezolanos, sencillamente nos hubiera respondido que estábamos locos o equivocados”, dice Rodríguez, coordinador académico del Centro Internacional de Energía y Ambiente del IESA.
“Hay que ver el desarrollo y la estabilidad que tuvo Venezuela. Éramos modelo en el mundo y eso se acabó cuando el mercado petrolero se hizo volátil. A partir de entonces se han tomado medidas erradas en el manejo de la renta petrolera”, agrega.
—Se crítica que el país viva de la renta petrolera, incluso hasta por parte del ministro de Planificación y Finanzas, Jorge Giordani.
—Siempre que se produzca petróleo se va a producir una renta y eso le pasa a cualquier país con algún recurso natural. Se llama rentismo, hay que asumirlo, pero el problema no está en la generación de esa renta sino en cómo se asigna y que se reparta de manera discrecional, porque se crean los incentivos para utilizarla como herramienta política, entregarla a las personas que apoyan al mandatario de turno y castigar a quienes no.
—¿Ese rentismo se exacerbó en el gobierno del presidente Hugo Chávez?
—Se exacerbó la discrecionalidad en el manejo porque una persona es la que firma el cheque y decide quién gana o quién pierde con los recursos que van al Fondo de Desarrollo Nacional y al gasto social que realiza Pdvsa.
—¿Se creó un presupuesto paralelo?
—Exacto, y esos recursos se administran de manera discrecional y sin ningún tipo de transparencia o rendición de cuenta, pero en cambio el control de los ingresos petroleros otorga poder. Si se tuviera una economía diversificada y un sector privado que pudiera brindar cierto contrapeso, entonces el poder de esa discrecionalidad estaría más limitado como en México.
—¿No es contradictorio que el ministro Giordani critique el rentismo y al mismo tiempo propicie el gasto del excedente?
—Creo que el ministro Giordani planteó las consecuencias del rentismo, pero no entiende muy bien cuáles son las causas y cómo manejar los recursos de manera responsable desde el punto de vista macroeconómico porque hay una absoluta discrecionalidad. No es una cuestión de políticos buenos o malos o comparar entre venezolanos y noruegos, ni tampoco decir que lo administramos mal porque somos venezolanos. Con la discrecionalidad que hay en el manejo de los recursos que vienen del petróleo, difícilmente se va a tener una política macroeconómica responsable, así pongan al Dalai Lama, a la Madre Teresa o al ministro Giordani.
—Pareciera que Pdvsa ha sido la menos beneficiada de la renta petrolera.
—Pdvsa, así como el Fonden, funciona como un mecanismo para aumentar la discrecionalidad en el manejo de los recursos porque una parte de la renta que se desvió a fondos extrapresupuestarios no fue a la inversión petrolera sino que se dirigió a las misiones, y en un año electoral se le encargó la Gran Misión Vivienda. Por eso hoy vemos como el Gobierno y Pdvsa se quedaron sin reales y con una producción petrolera en declive, incluso en 2012, según cifras extraoficiales.
—Se quedaron sin reales con un precio alto del petróleo.
—A diferencia de lo que ha ocurrido en el pasado, la devaluación y el paquetazo ocurren con un precio del petróleo en 107 dólares por barril, se gastó más de lo que fueron los ingresos y tenemos un sector petrolero que no es capaz de aumentar la producción. Al fin y al cabo, el Gobierno terminó de matar a la gallina de los huevos de oro.
—En el libro El petróleo como instrumento de progreso usted propone crear un nuevo fondo de ahorro. ¿Esa propuesta no resulta extemporánea si ya se gastó el dinero que vino del excedente de años pasados y hay riesgo de que Estados Unidos reduzca su importación de crudo?
—No cabe la menor duda de que desperdiciamos una gran ventana de oportunidades en la última década. La gran mayoría de países productores de petróleo aprovecharon las condiciones favorables del mercado para aumentar significativamente la producción y beneficiarse de lo que es el desarrollo de su sector petrolero industrial. Nuestros países hermanos de la OPEP en promedio aumentaron en 20% la producción desde 1998, pero Venezuela hizo todo lo contrario. Fuimos el único que cayó en niveles de producción de manera significativa. De cara al futuro, el petróleo de esquistos y shale gas o el de las nuevas tecnologías como trakking y la perforación horizontal plantean un escenario difícil para Venezuela y el hecho de que estos temas no se estén discutiendo es sumamente preocupante porque nos vamos a enfrentar con un escenario en el que Estados Unidos, que nos paga el precio de barril en su totalidad y puntualmente, de repente se está volviendo autosuficiente.
—Ese es un asunto que no lo aborda ni el Gobierno ni la oposición.
—No. Por eso hago la pregunta: ¿Estamos preparados para una caída importante en las importaciones de petróleo de Estados Unidos? Nosotros mismos hemos estado minando nuestro mercado más preciado y además Estados Unidos está aumentando la producción. En 2011 se incrementó en 750.000 barriles diarios y el año pasado en 840.000 barriles diarios.
—¿Ese hecho no puede asumirse como el fin del petróleo?
—No lo es. Hay un piso para la caída en los precios por este aumento de producción porque se trata de una tecnología que requiere alta inversión y cada barril que se produzca con ella es sumamente costoso, mucho más de lo que es la producción venezolana. Por el lado de la demanda, las proyecciones indican que los países emergentes como China y la India seguirán incrementando su consumo. Ciertamente en el mediano plazo pareciera que las dos tendencias van a llevar a un precio más moderado, pero difícilmente vuelva a un piso de 50 o 60 dólares por barril y, por tanto, los ingresos seguirán siendo importantes para plantearnos el petróleo como instrumento de desarrollo.
—Ibsen Martínez al final de su obra de teatro Petroleros suicidas pregunta: ¿Qué tiene el petróleo que envenena? ¿Venezuela está envenenada?
—En la portada del libro pusimos una imagen de Ulises atado a un mástil con unas sirenas. Nosotros decimos que los auges petroleros en Venezuela son como cantos de sirena porque son irresistibles, pero llevan al naufragio. Quizás Ibsen quiso decir algo similar en su obra de teatro, pero el petróleo también tiene la posibilidad de convertirse en algo distinto a un veneno. Más bien deberíamos preguntarnos: ¿A qué mástil nos atamos para aprovechar esos cantos de sirena sin llevar el barco al naufragio?
El instrumento del progreso
Un fondo de ahorro como en Alaska
Pedro Luis Rodríguez y su padre Luis Roberto Rodríguez publicaron El petróleo como instrumento de progreso, editado por el IESA, en el cual más que hablar de “sembrar el petróleo” –como dijo Arturo Uslar Pietri- exhortan a “sembrar en el petróleo”. Una de las propuestas es la de crear un fondo de ahorro del excedente de los ingresos provenientes de la exportación de hidrocarburos, pero a diferencia de instrumentos similares que han aprobado en Venezuela en los últimos 35 años, esta vez se involucra directamente al ciudadano.
Recogen la experiencia del fondo petrolero de Noruega, que actualmente tiene acumulado 700 millardos de dólares y parte de esos recursos garantizan el sistema de pensiones y la seguridad social de un ciudadano de ese país, pero también el modelo que hay en el estado de Alaska.
“Desde 1982, entre 1.100 y 1.200 dólares se le ha entregado anualmente a cada ciudadano de Alaska”, recuerda Pedro Luis Rodríguez. “Es un suicidio político si un dirigente de ese estado dice que se cambiarán las reglas del fondo para utilizar los recursos en inversión social o en proyectos del estado”.
1 comentario:
Buenas Tardes,
Me preguntaba como me puedo comunicar con los autores de este libro pues estoy muy interesada en comprar una copia pero vivo y estudio en el extranjero. Tendran alguna version pdf? (mmarmol@uno.edu)
Muchisimas gracias de antemano!
Mariana E. Marmol.
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