viernes, 17 de mayo de 2013

100 días


Gustavo Roosen considera que para resolver el problema eléctrico que afecta al país, se necesita un plan pensado sólo para la crisis que permitirá superar la coyuntura, para ganar tiempo y visibilidad, para obtener beneficios momentáneos en la opinión pública, pero conducirá al agravamiento de la situación. Publicado el 15 de mayo en El Nacional

El ministro Jesse Chacón ha resuelto someterse a la prueba de los 100 días. Bravo por su disposición a rendir cuentas en un plazo perentorio. Contrasta con el recurso frecuente del mundo político de culpar al anterior y de evadir responsabilidades, recurso utilizado también por cierta gerencia cínica, conocida en algunos ámbitos como la gerencia de los tres pasos: culpar al anterior, declararse en reorganización y comenzar a trabajar el terreno para un nuevo cargo.

Resolver el enorme problema eléctrico que afecta al país –generado y agravado en los últimos 14 años– se ha convertido, con razón, en una prioridad nacional. El llamado desde muchos sectores a ser escuchados y tomados en cuenta pone en evidencia la importancia del asunto y advierte sobre la necesidad de pensarlo en términos menos de política y más de gerencia. Visto así, sólo cabe abordarlo con una perspectiva que vaya más allá de la crisis, que se fundamente en un diagnóstico completo, honesto y que se concrete en el diseño y puesta en práctica de una empresa estructuralmente sólida y sostenible.

Un plan pensado sólo para la crisis servirá posiblemente para superar la coyuntura, para ganar tiempo y visibilidad, para obtener beneficios momentáneos en la opinión pública, pero conducirá al agravamiento de la situación. El anuncio de metas y compromisos para los 100 días tiene sentido sólo sobre la certeza de una política y de un programa de acción de largo plazo. No puede ser visto como producto de la prisa y la improvisación. Las medidas no pueden limitarse a una exigencia de rutina básica, de funcionamiento o mantenimiento regular. La militarización no es parte de la solución.

Un plan trazado sobre la base de datos falsos está condenado al fracaso. Ya los expertos se han encargado de demostrar que la causa más determinante del problema no está en el aumento del consumo sino en la falta de oferta. Más aún, sus cifras demuestran que en estos 14 años el consumo ha crecido a un ritmo menor que en los años anteriores. Demuestran también que en Guayana, por ejemplo, se ha regresado a un nivel de consumo de hace 25 años y que las empresas básicas allí establecidas han debido sacrificar su producción para facilitar el abastecimiento de energía eléctrica al resto del país. No se puede ignorar que buena parte de la crisis radica en la aplicación de políticas centralistas, el paso a manos del Estado de empresas privadas hasta entonces bien gerenciadas, el desprecio por las recomendaciones técnicas, el abandono de proyectos, la ausencia de inversiones y el incremento desmedido de las nóminas.

Además de los temas que tocan la raíz del problema, la gerencia del sector eléctrico está urgida de abordar otros,| como el de la confiabilidad y calidad del servicio, la capacitación del personal, el volumen de la nómina, la seguridad de las instalaciones, los programas de mantenimiento, la responsabilidad con sus trabajadores, la comunicación con consumidores, clientes y proveedores. Y uno, no menor, el de la relación entre generación de ingresos y sostenibilidad. El diseño de una empresa sostenible pasa por resolver el balance fundamental de ingresos y egresos. Sólo sobre esa base es posible pensar en inversiones, en crecimiento, en mejora de calidad del servicio, en remuneración adecuada del personal, en capacitación, en actualización tecnológica. La eficiencia en la producción no garantiza la sostenibilidad de una empresa si no va a acompañada de eficiencia en la comercialización. El anuncio de un nuevo esquema de tarifas será efectivo, entonces, sólo con la aplicación de una eficiente política de cobros. La declaración de no al subsidio sería incompleta sin un no a la anarquía.

Gerenciar es hacer, más que hablar. Así, pues, no bastan los anuncios para cambiar la situación del sector eléctrico nacional, y menos en un momento del país marcado por la estridencia política y el abuso del discurso y de la palabra empeñada. El ministro Chacón se ha puesto a prueba. El país estará atento al cumplimiento de su compromiso.

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