martes, 5 de noviembre de 2013

Lawrence R. Klein (1920-2013)

Pedro Palma
El Nacional - 04 de noviembre de 2013

El 20 de octubre pasado falleció Lawrence R. Klein, uno de los economistas más influyentes del siglo XX y ganador del Premio Nobel de Economía de 1980, quien no solo hizo aportes importantes a la teoría económica y a la aplicación de las matemáticas y la estadística al análisis económico, sino que fue pionero en el desarrollo y aplicación de modelos econométricos a la predicción del comportamiento económico bajo diferentes escenarios y supuestos. Con razón se le conoció como el padre de la econometría aplicada, habiendo desarrollado los primeros modelos predictivos de la economía norteamericana, que después sirvieron de base para el desarrollo de complejos modelos predictivos de diferentes economías, tanto del mundo industrializado como de países emergentes.

Desde su cátedra en el Departamento de Economía de la Universidad de Pennsylvania en Filadelfia, donde ostentaba el título de Benjamin Franklin Professor, la máxima distinción académica de esa universidad reservada a muy pocos profesores de esa casa de estudio, Klein fue mentor y guía de una pléyade de economistas de las más diversas procedencias, quienes desarrollaron modelos econométricos de las economías de donde eran oriundos y aplicaron esos instrumentos para predecir el comportamiento de estas economías, o para determinar cómo reaccionarían las mismas ante cambios en las políticas económicas que en ellas se implementaran.

Fue el creador de Wharton Econometrics Forecasting Associates (WEFA) un centro de predicción económica adscrito a la conocida escuela Wharton de la Universidad de Pennsylvania, que ofrecía servicios de asesoría macroeconómica a diversas organizaciones públicas y privadas, y que fue pionera en la prestación de ese tipo de servicios a nivel mundial. También fue el creador y director principal del Proyecto Link, un grupo académico de profesionales de la economía adscrito a la Universidad de Pennsylvania y auspiciado por las Naciones Unidas, integrado por economistas internacionales que habían desarrollado modelos econométricos de sus respectivos países, con la finalidad de utilizar estos instrumentos de análisis para la estimación de predicciones económicas mundiales. Tuve el honor de ser invitado por Klein a formar parte de este grupo a comienzos de los años ochenta y ulteriormente a ser miembro de su comité ejecutivo, lo cual me dio la oportunidad de interactuar con destacados colegas del mundo entero, y entrar en un estrecho contacto con quien había sido mi maestro y guía durante mis estudios de doctorado en la Universidad de Pennsylvania. De esa vinculación nació una estrecha amistad que se mantuvo y acrecentó durante muchos años, pudiendo así palpar mucho más de cerca las extraordinarias condiciones humanas que él poseía. A pesar de su brillo y genialidad, reconocidos y admirados por todos los que lo conocíamos, era una persona de gran modestia, bondad y generosidad, siempre dispuesto a ayudar y a dedicarle su valioso tiempo a cualquier persona que se le acercara en búsqueda de su orientación y sapiencia.

Como viajero incansable que era atendiendo las múltiples invitaciones que le hacían desde todos los lugares del orbe para dictar conferencias o para participar en eventos académicos, estuvo entre nosotros en tres oportunidades invitado por Cordiplan y por el IESA para participar en sendos foros donde se analizaron las perspectivas económicas mundiales.

Curiosamente, el lunes 21 de octubre pasado, cuando se estaba dando inicio a la reunión semestral del Proyecto Link en la sede de las Naciones Unidas en Nueva York, nos enteramos de su deceso ocurrido pocas horas antes, noticia que nos llenó de nostalgia a todos los que habíamos compartido con él en tantas gratas ocasiones.

Para mí ese fue un momento particularmente triste, pues no sólo se había ido el maestro del que tanto aprendí, sino también el amigo a quien tanto aprecié. 

jueves, 31 de octubre de 2013

Integración en positivo

Gustavo Roosen
El Nacional - 28 de octubre de 2013

¿Real o artificial? ¿Cuál es la integración que se persigue? Basada la primera en las necesidades reales de los pueblos, inspirada la segunda en cálculos políticos o apetencias de liderazgo, los resultados se expresan en apertura de oportunidades para la generación de riqueza y bienestar o, al contrario, en una maraña de indefiniciones, controles, discursos y vacío de realizaciones.

La Alianza del Pacífico se inscribe en un modelo de integración esperanzador, pragmático, con vocación de éxito, basado en la libertad individual, la propiedad privada y la capacidad de superación, como bases para el desarrollo humano y la generación de innovación y empleo productivo. Surge, como ha declarado el presidente Humala, del reconocimiento de las fuerzas productivas y de su capacidad para impulsar innovaciones y tecnología. Recoge la experiencia del intenso intercambio entre empresarios de América Latina con el resto del mundo, particularmente con el asiático, y asume la exigencia de acercarse a esa economía venciendo la dependencia de las materias primas, abriendo oportunidades para la inversión y creciendo en productividad y competividad.

Frente a la actitud aislacionista de unos o el discurso populista de otros, la Alianza del Pacífico se muestra como una alternativa más firme, más moderna, con más capacidad para impulsar el intercambio y estimular el desarrollo. En contraste con anteriores esfuerzos integracionistas, reducidos a foros para la controversia o la acción política y alimentados por un discurso de promesas, este nuevo modelo quiere caracterizarse por un acento positivo, pragmático, de decisiones y realizaciones concretas, con un discurso inspirador basado en retos, objetivos y compromisos.

Ese fue, precisamente, el tono de los presidentes de Colombia, Chile y Perú y del ministro de Economía de México en el reciente foro sostenido en New York con empresarios e inversionistas. Sin alardes oratorios, se trató allí de reglas de responsabilidad fiscal, creación de estándares internacionales de calidad en el tratamiento de los temas ambientales y en la provisión de bienes y servicios, políticas de educación y capacitación orientadas a fortalecer la competitividad, integración de infraestructura, transmisión eléctrica, precios de intercambio del gas, acuerdos entre líneas aéreas y abaratamiento de pasajes, integración del sistema de aduanas, promoción conjunta del turismo, liberalización del comercio con una meta de 99% para el año 2020. Como señalaría Moisés Naím, moderador del foro, “más que discursos, decisiones concretas”.

Concebida como una alianza abierta y dinámica, cuyos socios comparten principios, valores y actitudes, la Alianza del Pacífico no quiere definirse como un bloque político sino como un “bloque de fortalecimiento de las fuerzas productivas, orientado a mejorar nuestros índices de desarrollo humano”, en palabras de Humala. No pretende ser un fin, sino apenas un medio. El gran objetivo es “convertirnos en países desarrollados, vencer la pobreza, crear más oportunidades de igualdad” ha dicho Piñera, el presidente chileno. Aceptando simultáneamente los principios de complementariedad y competencia, el camino es, para todos, la construcción de un modelo eficaz en la reducción de la pobreza y en el fortalecimiento de la economía de cada uno y del conjunto de los integrantes del bloque, por ahora cuatro países que han alcanzado altos índices de desarrollo, que miran al futuro y que están concitando la atención y el interés de muchos.

La construcción de esta integración en positivo refuerza la importancia de la educación superior y valora los esfuerzos que se promueven para convertirla en instrumento de desarrollo humano y generación de innovación, ciencia, tecnología y empleo productivo.

La Alianza del Pacífico representa la visión realista de cuatro países frente a las oportunidades de la economía global y la voluntad de cuatro gobiernos capaces de retarse a sí mismos y de retar a sus pueblos a ser mejores, a construir desde sus potencialidades, a romper con las formas de la dependencia que alimenta el populismo.

martes, 29 de octubre de 2013

Información dolosa

Pedro Palma
El Nacional - 21 de octubre de 2013

Joseph Goebbels, el intrigante y degenerado ministro de propaganda del régimen nazi, fue también una persona brillante y genial que usó toda su astucia e inteligencia para montar una estructura informativa y de propaganda de gran eficacia, que ayudó a Hitler a consolidar un poder omnímodo en Alemania. Su filosofía de la información dolosa, por lo engañosa y fraudulenta, se resumía en unos pocos principios que hoy parecen tener gran vigencia en nuestro país. Solo me referiré a algunos de ellos. El primero de estos es “adoptar una única idea, un único símbolo”, que en nuestro caso sería el socialismo del siglo XXI de la revolución bolivariana-chavista. El segundo principio consiste en “reunir diversos adversarios en una sola categoría o individuo. Los adversarios han de constituirse en suma individualizada”; obviamente, para el régimen actual ese adversario es la burguesía parasitaria y apátrida plegada al imperio, cuyo objetivo es conspirar contra el pueblo al que depreda con saña.

El tercer principio consiste en “cargar sobre el adversario los propios errores o defectos, respondiendo el ataque con el ataque. Si no puedes negar las malas noticias, inventa otras que las distraigan”. Sobran los ejemplos de esta práctica, entre los que destacan las reiteradas acusaciones de sabotaje para explicar el caos del servicio eléctrico o los frecuentes accidentes, incendios y explosiones en las instalaciones petroleras, incluida la de la refinería de Amuay del año pasado. También se pueden mencionar las frecuentes acusaciones de acaparamiento y especulación que esgrime el gobierno contra el empresariado privado para explicar la desenfrenada inflación y la creciente escasez que padecemos.

Otro de estos principios consiste en “acallar las cuestiones sobre las que no se tienen argumentos y disimular las noticias que favorecen al adversario, también contraprogramando con la ayuda de medios de comunicación afines”. Aquí encajan las recurrentes desestimaciones de investigación por parte de las autoridades competentes de casos flagrantes y notorios de corrupción, como el del maletín que viajó a Buenos Aires, o las graves acusaciones de malversación, peculado o tráfico de drogas que se han presentado con sólidas pruebas. El objetivo de silenciar estos casos se ha fortalecido con la eliminación de medios de comunicación no afines al gobierno, y la proliferación de otros que de forma abierta y exclusiva apoyan la gestión gubernamental. También se pretende encubrir estas irregularidades y delitos a través de la censura, que cada vez se hace más evidente mediante acciones como la reciente creación del Centro Estratégico de Seguridad y Protección de la Patria.

Sostenía Goebbels que había que convertir cualquier anécdota, por pequeña que sea, en amenaza grave, y limitar la propaganda a unas pocas ideas y repetirlas incansablemente, pues “una mentira que se repite lo suficiente acaba por transformarse en verdad”. Igualmente, sostenía que la propaganda debe ser popular, sencilla y de fácil comprensión, ya que “la capacidad receptiva de las masas es limitada y su comprensión escasa; además tienen gran facilidad para olvidar”. No creo necesario dar ejemplos de las múltiples veces que estas directrices las aplica el gobierno al pie de la letra, incurriendo en un cinismo descarado y reiterado, al punto de que después de casi 15 años de gobierno, aún son frecuentes las acusaciones de que los males que hoy padecemos son culpa de las anteriores administraciones.

Cuánta razón tenía el Libertador al decir en el Congreso de Angostura en 1819 que “un pueblo ignorante es un instrumento ciego de su propia destrucción; la ambición, la intriga, abusan de la credulidad y de la inexperiencia de hombres ajenos de todo conocimiento político, económico o civil; adoptan como realidades las que son puras ilusiones; toman la licencia por la libertad; la traición por el patriotismo; la venganza por la justicia”.

miércoles, 23 de octubre de 2013

La recuperación más importante

Gustavo Roosen
El Nacional - 14 de octubre de 2013

La presencia de un jesuita en la máxima posición de la Iglesia católica me ha vuelto a la lectura de El liderazgo al estilo de los jesuitas del norteamericano Chris Lowney, exjesuita y ejecutivo de J. P. Morgan. Las acciones, actitudes y declaraciones del papa Francisco son, de alguna manera, la aplicación de los cuatro pilares esenciales descritos por Lowney: autoconocimiento, creatividad, amor y heroísmo. Explican, por ejemplo, su claridad para definir la visión del papado y la relación con las personas más que con la burocracia, su firmeza en reconocer los males que han venido afectando a la Iglesia y para impulsar las rectificaciones necesarias, su convocatoria a un ejercicio real de la tolerancia y a la discusión de temas hasta ahora tenidos por complicados o casi inaceptables.

Para la Iglesia, como para la sociedad, el camino hacia su reencuentro y hacia su renovación pasa por la retoma de los principios y la reflexión sobre lo esencial. Así se desprende de más de una expresión del papa Francisco y de declaraciones de encuentros de líderes religiosos, como el sostenido recientemente en Caracas y en el que se ha insistido en la necesidad impostergable de trabajar en una sociedad posible, que no solo proclame los valores de una convivencia humana en dignidad sino que no transija con los antivalores y la degradación a la que arrastran.

Esa mirada sobre lo esencial justifica la posición de quienes, aun calibrando la gravedad del deterioro económico que afecta a Venezuela, entienden que es más importante poner el foco en ese otro deterioro, más grave, más trascendente, de más difícil recuperación, que es el de los valores. Se observa en casi todos los ámbitos una perniciosa aceptación de lo no correcto, de la permisividad y la impunidad, del desorden, de la negociación de la dignidad, del desprecio por los derechos, de la falta de reconocimiento al valor del trabajo y de la honestidad. El fenómeno de la corrupción va más allá de los hechos que hacen noticia. Se ha entronizado como una cultura que toca el comportamiento generalizado y que no se resuelve simplemente con nuevas leyes o amenazas de sanción. Perdida la noción de sanción moral, las demás no pueden tener sino un efecto disuasivo muy transitorio.

Si preocupa la recuperación económica, más preocupación debería despertar la de los valores vinculados a un comportamiento apegado al bien, a la convivencia, al respeto, la verdad, la legalidad, la honestidad, la coherencia entre dicho y hecho, la solidaridad. Lo decía el jesuita Ugalde al recibir hace unos días el premio Hannah Arendt por la Paz y la Tolerancia. Su propuesta de “defender los valores de la paz y la tolerancia como atributos fundamentales del hombre y de la democracia” debería convocar a todos los venezolanos. Es parte de la tarea necesaria para construir una sociedad sana y positiva.

A partir del reconocimiento de sus potencialidades y debilidades, la sociedad venezolana está exigida de una reflexión sobre sí misma y sobre sus metas para una recuperación de la esperanza y del entusiasmo. Esta reflexión incluye de manera prioritaria la familia, las instituciones educativas, el ambiente social. Por muchos años se dejó a la educación la responsabilidad de formar en valores. La religión fue vista como una aliada imprescindible en esta tarea, incluso cuando se afirmó el laicismo de Estado y se excluyó o limitó la enseñanza de religión en las escuelas. Los valores, sin embargo, aunque no son inherentes a una profesión de fe particular, adquieren mayor sentido cuando nacen de un concepto vinculado a la religiosidad o a la trascendencia. Jonathan Haidt lo recuerda en La hipótesis de la felicidad cuando señala la relación entre moralidad y religión y cuando vincula felicidad con bien obrar. Qué duda cabe del positivo efecto de la religión para inspirar un comportamiento humano honesto, solidario, apegado a valores. Qué duda, cabe, sobre todo, de que la recuperación más necesaria ahora en Venezuela es la de los valores. Y es una tarea que no puede esperar.

viernes, 18 de octubre de 2013

Monetización de los déficit públicos

Pedro Palma
El Nacional - 07 de octubre de 2013

En noviembre de 2009 escribí en esta columna un artículo sobre la reforma a la ley del Banco Central de Venezuela que se acaba de aprobar. Decía entonces que dicha reforma, además de inconstitucional, violaba un principio económico fundamental, cual es la capacidad que tienen que tener los bancos centrales de negarse a financiar gasto público deficitario, acción conocida también como la monetización de los déficit, con el fin de evitar la materialización de presiones inflacionarias. 
Expresaba allí que a través de esa reforma "se le permite, o mejor, conmina al Banco Central financiar programas determinados por el Ejecutivo como prioritarios, así como descontar y redescontar títulos provenientes de esos proyectos especiales. Esto se puede convertir en una fuente inagotable de financiamiento de gasto público, ya que el BCV tendría que adquirir obligaciones gubernamentales los títulos emitidos por entes públicos en las cantidades que el Poder Ejecutivo decidiere, simplemente con declarar que esos papeles están destinados al financiamiento de proyectos prioritarios, incluyendo aquellos orientados a cubrir las cuantiosas y recurrentes pérdidas de múltiples empresas del Estado". 
Más adelante manifestaba que la reforma en cuestión también establecía que el BCV podría adquirir obligaciones de Pdvsa, organización que "tendría asegurada la colocación de los bonos que emita en condiciones favorables, y así contar con recursos adicionales para cubrir una serie de obligaciones impuestas por el Gobierno y ajenas a su actividad medular, tales como importación y comercialización de alimentos, financiamiento de misiones y otras tantas". 

Señalaba, finalmente, que lo que angustiaba de esa reforma era la posibilidad de que el instituto emisor se viera forzado a crear grandes cantidades de dinero para financiar gasto deficitario que generaran grandes presiones alcistas de los precios. Pues bien, después de casi cuatro años de haber hecho esas advertencias ¿qué ha sucedido? ¿tenían éstas fundamento? Desgraciadamente sí. 

Al momento de aprobarse la reforma de la ley, es decir, a fines de 2009, Petróleos de Venezuela mantenía una posición acreedora en el BCV, y fue sólo durante el año siguiente que comenzó a buscar financiamiento en ese ente, aun cuando de forma moderada. No fue sino a partir de 2011 cuando los préstamos del BCV a la petrolera comenzaron a expandirse fuertemente, al punto de que al cierre de ese año su deuda neta con el instituto emisor era superior a los 96 millardos de bolívares, un monto equivalente a algo más de 22 millardos de dólares. En los meses subsiguientes, y hasta hoy, ese financiamiento no ha parado de crecer, ubicándose esos pasivos netos en la actualidad en más de 256 millardos de bolívares, lo cual equivale a más de 40 millardos de dólares, una magnitud similar a las divisas que anualmente le vende Pdvsa al BCV. 

Algo semejante, aun cuando en mucho menor escala, ha sucedido con otras empresas públicas no financieras, tales como las empresas de Guayana, las cuales han acudido al BCV en busca de financiamiento para cubrir sus pérdidas, particularmente desde fines de 2012 hasta esta parte, acumulando a fines de septiembre de este año unas deudas netas con ese ente de 27 millardos de bolívares. Este masivo financiamiento a empresas públicas ha generado un fuerte aumento del dinero primario, o base, es decir, aquel creado directamente por el BCV, contribuyendo ello a expandir la oferta monetaria en poder del público en más de 64% en doce meses, un incremento muy intenso que se ha traducido en mayor inflación. 

Esto tiene que cambiar, porque de continuar el financiamiento de gasto público deficitario por el instituto emisor de manera recurrente y creciente en el tiempo, se generarán presiones inflacionarias mucho más intensas que las actuales, con efectos devastadores sobre la población, particularmente sobre aquellos que menos tienen. 

martes, 15 de octubre de 2013

La palabra clave

Ramón Piñango
El Nacional - 08 de octubre de 2013

Treinta y tres maletas con cocaína, cinco mil millones que no prestaron, un viaje a la ONU suspendido a última hora, una gandola saqueada con el chofer moribundo en la cabina, la oculta partida de nacimiento presidencial, inflación que se agrava día tras día, escasez de productos básicos, anuncios y contra anuncios, marchas y contra marchas, magna trifulca entre motorizados y guardias nacionales, ministro que ofrece el oro y el moro a los empresarios, ministros que contradicen a ese ministro, numerosas empresas estatizadas quebradas, sigue creciendo la probabilidad de morir asesinado en la calle, atraco a punta de granadas, asaltos a iglesias, conflictos laborales cuya solución se esfuma en apenas horas, aumentos de sueldos significativos para militares, aumentos de sueldo que no son tales para maestros, revolución bonita que amenaza con profundizarse, amenaza de prisión para gran líder opositor, diplomáticos expulsados, solicitud de habilitante para para ver si por fin el gobierno puede gobernar, encuestas que señalan a quienes gobiernan como responsables de muchos males, elecciones municipales transformadas en plebiscito, parientes presidenciales designados para altos cargos, revolucionarios que piden más revolución enfrentados a pragmáticos que piden más eficacia, militares y más militares gobernando.

Y a todas estas rumores de todo tipo. Fechas que ponen. Fechas que cambian. Manos peludas., muy variadas, para diferentes gustos políticos.

Claros síntomas de anarquía y de caos. De anarquía, porque numerosos actores sociales hacen lo que les viene en gana. Desde el más alto gobierno hasta actores comunes y corrientes y no tan corrientes, como funcionarios públicos o líneas aéreas. Para muchos los motorizados se han convertido en lo más emblemático de la anarquía. De caos porque lo predecible va desapareciendo, porque cada vez sabemos menos a qué atenernos, porque crece la convicción de que cualquier cosa puede pasar.

En esta realidad desconcertante, incierta y preocupante, una palabra clave sintetiza todo: desconfianza. Desconfianza generalizada, que alcanza a actores específicos como el gobierno, la oposición, las empresas, y los militares, pero que va mucho más allá hasta abarcar lo intangible pero más significativo: nosotros mismos como colectivo y nuestro futuro. Esta pérdida de fe en nosotros es lo peor que sufrimos, el peor daño que nos hemos hecho.

La anarquía engendra el caos. La desconfianza es el eje de la anarquía. Sin confianza no hay instituciones que sirvan a todos. Sin confianza no hay economía, ni justicia ni paz social, ni democracia.

Cuando no hay confianza las sociedades humanas tratan de crearla a como dé lugar. Por eso la desconfianza tiene al final el feo rostro de la violencia. Ese rostro ya lo observamos. Tener confianza es creer en algo o en alguien, en algo de naturaleza más bien general como un sistema electoral o judicial, en partidos políticos o en empresas, o, si falla todo ello, en personas que por su carisma son convincentes y crean sosiego, al menos por un tiempo.

Reencontraremos el camino hacia un mejor país cuando recobremos la confianza, ante todo la confianza en nosotros mismos como colectivo.

¿Qué nos acerca o aleja de la confianza? Nos aleja, el fanatismo, la intolerancia, la incompetencia, la corrupción, el sentimiento de superioridad moral de unos contra otros, la incomunicación radical. Nos acerca, la creciente convicción, consciente o inconsciente, de que hemos avanzado demasiado en la profundización de la anarquía. La anarquía se detendrá a sí misma cuando gran parte del país se sienta amenazado y temeroso de nuestra inmensa fuerza auto destructora. Ese momento parece acercarse, el espanto de la violencia nos hará actuar. Ojalá no sea con más violencia.

viernes, 4 de octubre de 2013

Caída de las reservas internacionales

Pedro Palma
El Nacional - 23 de septiembre de 2013

En lo que va de año las reservas internacionales han caído cerca de 7 millardos de dólares, lo cual implica una contracción superior a 23%.  Eso se ha debido, en parte, a la baja del precio del oro, que ha hecho que el valor de las reservas en ese metal se haya reducido en 3,3 millardos de dólares en los 8 primeros meses de 2013, una baja de 16,7%. Sin embargo, han sido las reservas en divisas las que mayor reducción han experimentado, al punto de que desde enero hasta hoy éstas se han reducido en un monto cercano a los 4 millardos, haciendo que en el presente sólo equivalgan a las importaciones de mercancías que hacemos en menos de una quincena. Lo anterior se ha traducido en que en la actualidad las reservas totales estén en torno a los 22 millardos de dólares, monto muy bajo e inferior a lo que el BCV considera como el nivel adecuado de reservas, que se calculó en 2005 en 29 millardos de dólares de entonces, lo que equivale a 35 millardos de dólares de hoy.

La razón principal que explica la caída de las reservas en divisas del BCV es la mermada venta de dólares que le hace Pdvsa, a pesar de los altos precios al que se está vendiendo el petróleo.  A esa empresa se le han impuesto una serie de obligaciones que le han reducido considerablemente su flujo de caja, lo que limita la cantidad de divisas que le puede vender al instituto emisor. En efecto, el creciente consumo interno de hidrocarburos debido al precio irrisorio de la gasolina, y la merma de los volúmenes de producción y de exportación, combinados con las cuantiosas transferencias al Fonden y a otros fondos financiadores de gasto público, la venta a crédito de muy largo plazo a múltiples países afectos a la línea política del Gobierno, el envío gratuito de casi 100.000 barriles diarios de hidrocarburos a Cuba, el pago del servicio de la deuda pública con China, y las altas y crecientes importaciones de productos que tiene que hacer debido a las limitaciones de refinación local, han reducido considerablemente el flujo de caja de Pdvsa, viéndose ésta forzada a endeudarse masivamente y a limitar la cantidad de divisas que le vende al BCV.

Por otra parte, el instituto emisor ha tenido que hacer cuantiosas transferencias de reservas internacionales al Fonden y mayores desembolsos para el pago de servicio de deuda pública, lo que contribuye a limitar los dólares que puede proveer el instituto emisor a la actividad económica privada, y genera los problemas de escasez de divisas actualmente existentes.

Unas reservas tan bajas incrementan la vulnerabilidad de la economía, pues limita su capacidad de reacción para afrontar caídas de los precios de exportación o encarecimientos de las importaciones. También le restan respaldo al dinero en circulación, y contribuyen a reducir la confianza de los agentes económicos acerca de las posibilidades del Banco Central de abastecer suficientemente el mercado de divisas, factor que contribuye a generar expectativas cambiarias desfavorables y a estimular salidas de capital como medida de protección contra una eventual devaluación. Adicionalmente, deterioran la imagen externa de la economía, pudiendo incluso generar incertidumbre acerca de la capacidad de pago del país y expectativas acerca de una posible declaración de moratoria de su deuda externa. Esto, de darse, elevaría el riesgo país y encarecería las nuevas emisiones de deuda, lo que generaría la necesidad de ofrecer elevados rendimientos de los nuevos bonos denominados en moneda extranjera que se emitan para que estos puedan ser colocados en los mercados internacionales a precios razonables, y encarecería notablemente los esfuerzos de conversión de vieja deuda por nueva a los fines de evitar onerosos pagos de capital al vencer los bonos colocados años atrás.

Por todo lo anterior, es imperativo parar la caída de las reservas y tomar las medidas necesarias para llevar éstas a niveles más razonables.

jueves, 3 de octubre de 2013

Merkel y la empresa privada

Gustavo Roosen
El Nacional - 30 de septiembre de 2013

¿Tienen algo en común dos reconocimientos tan distantes como el triunfo electoral de Angela Merkel en Alemania y la percepción del venezolano corriente respecto a la importancia de la empresa privada para el progreso de todos? Ciertamente sí. Ambos, cada uno en su terreno y en su dimensión, expresan un estado de confianza, la respuesta a una acción eficiente y una mayor conciencia colectiva de la realidad. Ambos premian una actitud de responsabilidad ante la sociedad y un modelo de trabajo eficaz.

Con 42% de los votos, 8 puntos más de lo obtenido en el año 2009, el partido de Merkel –la Unión Demócrata Cristiana– acaba de obtener el mejor resultado electoral registrado desde 1990, muy cerca de la mayoría absoluta, conseguida sólo por el legendario canciller Konrad Adenauer en 1957. La lectura de las elecciones confirma que los alemanes creen que están mejor que en 2009, a pesar de la crisis europea, y reafirma la popularidad de Merkel, más allá incluso de su propio partido.

En nuestro terreno, la reciente encuesta de Alfredo Keller demuestra la recuperación de la imagen del empresario a los ojos del venezolano. 81% de los encuestados está de acuerdo con la afirmación de que “la existencia de muchas empresas privadas es importante para el progreso de todos los venezolanos”. El porcentaje de acuerdo es todavía más alto, 92%, entre quienes se ubican políticamente como independientes, y alcanza un muy positivo 66% incluso entre quienes se definen como chavistas.

¿Qué se reconoce en Merkel? El voto alemán ha sido interpretado como una afirmación de confianza en el sentido de dirección adoptado por el país y en la persona que lo conduce. Es el reconocimiento al liderazgo y al trabajo de la canciller Merkel, a su tesón, su visión, su capacidad para inspirar y dirigir un sostenido esfuerzo de recuperación, para proponer con sinceridad el tratamiento adecuado a los desajustes económicos, para lograr la comprensión e incluso el sacrificio de los ciudadanos. Y todo con discreción, con prudencia, sin estridencias, con esfuerzo, con austeridad y disciplina.

¿Qué reconoce el venezolano al empresario privado? Su función y su aporte. Pese al enfrentamiento con un Estado poderoso que ha mantenido una política de acoso, desprestigio, intervención desmedida, buena parte del empresariado se ha mantenido fiel a su función de ofrecer servicios y productos y de hacerlo con calidad. La capacidad para superar los obstáculos, para reinventarse y crecerse en las dificultades, ha contribuido al crecimiento de su aceptación entre los venezolanos. Para un número cada vez mayor de personas el empresario se ha convertido en un factor indispensable, tanto si se piensa en él como generador de oportunidades de empleo como si calcula su contribución en la oferta de bienes y servicios o en la promoción de una política de responsabilidad social. Para quien sabe que el futuro depende de su propio esfuerzo, la oportunidad de crecer está ligada indefectiblemente al trabajo, nunca a la dependencia.

Además de su propio trabajo, a la mayor aceptación de la empresa privada por parte de los ciudadanos ha contribuido el contraste con los resultados de la pretensión del Estado de convertirse en empresario, de abarcarlo todo, de intervenir en todo. La población lo ha percibido y lo ha padecido. Se ha hecho visible la falacia de un poder con enorme compulsión para entorpecer pero muy escasa capacidad para producir.

Las dificultades han demostrado la fortaleza del empresario serio cuya conducta se caracteriza por la voluntad de seguir adelante, la perseverancia, la confianza en su equipo, la decisión de mejorar sistemáticamente para ganar en productividad, en competividad, en capacidad de servicio a la comunidad. La empresa privada ha probado con hechos su compromiso con la promoción del desarrollo y de la calidad de vida de las personas.

El triunfo de Merkel en Alemania y el reconocimiento por parte de la población del valor de la empresa privada en Venezuela deben verse como una señal de realismo y sensatez.

miércoles, 25 de septiembre de 2013

El gran tema olvidado

Gustavo Roosen
El Nacional - 16 de septiembre de 2013

El gran tema olvidado no es otro que el de la educación. ¿Cuáles son, de hecho, las preocupaciones de nuestra sociedad a las puertas del nuevo año escolar? La de las autoridades -en el mejor de los casos- adecuar las instalaciones, programar el calendario escolar, asegurar la dotación de materiales. La de los padres, cubrir los costos de matrículas, uniformes y útiles escolares. 

La de los maestros, la resolución de los conflictos pendientes y la asignación efectiva de recursos. Y de la pertinencia y calidad de la educación, ¿quién se preocupa? ¿Quién de la formación y actualización de los maestros, del reconocimiento y dignificación de su función? Parecería que el tema de la educación no es motivo de preocupación para los venezolanos. Reducido al ámbito de ministerios, escuelas, universidades, sindicatos o asociaciones, ha dejado de interesar a la comunidad como algo trascendente y ha pasado a mostrarse sólo de tiempo en tiempo como espacio de conflicto. 

Abrumados por los problemas, hemos desatendido lo que debería verse precisamente como su origen y su solución. Nadie, en efecto, pondría en duda la importancia de la educación para combatir la desigualdad. La apertura de oportunidades de una educación de calidad para todos es -se ha comprobado- el mejor camino para avanzar en los propósitos humanos de justicia e igualdad. 

No ocuparse de ella es alimentar la desigualdad. No importa dónde se ponga el acento, la importancia capital de la educación se hace siempre presente. ¿No depende, en efecto, de ella la formación para el trabajo, la calidad profesional, la productividad, la generación de conocimiento, la innovación? ¿No son las deficiencias en el sistema educativo las que explican en buena parte la falta de capacitación, el desempleo y el empleo informal? Ni qué decir del ámbito humano y social, de la formación para la vida, para la responsabilidad, para los valores de dignidad y honestidad, para el ejercicio de la libertad y de la solidaridad, para el entendimiento y la cooperación. 

¿Qué está fallando en nuestra educación que vemos con alarma el crecimiento de la deserción escolar, del embarazo precoz, de la presencia de los jóvenes en los índices de criminalidad? El círculo se cierra: educación de escasa calidad, empleo de escasa calidad, ciudadanía de poca calidad, democracia de poca calidad. Cualquier momento debería ser bueno -pero especialmente el inicio del año lectivo- para poner atención a los problemas que arrastra nuestro sistema educativo, pero sobre todo para pensar y trabajar en los elementos claves de una educación de calidad, en la actualización de métodos y contenidos, la capacitación docente, la recuperación de la figura del maestro y su reconocimiento social, la integración de la comunidad educativa y su participación. Se trata de rescatar el tema de la educación del conflicto inmediato y de ubicarlo en el plano de trascendencia que le corresponde. 

No es una tarea sólo de los educadores, aunque ellos deberían ser sus primeros impulsores; tampoco sólo de las familias ni de los estudiantes, ni sólo de las autoridades. La educación pertenece a la sociedad. No puede estar en manos de los partidos, ni de los sindicatos, ni de las apetencias ideológicas de control. La sociedad, sin embargo, no parecer estar dispuesta a darle la importancia que merece. La educación ha perdido espacio en la atención del ciudadano e, incluso, en el discurso político. Sería indispensable que estuviera presente en la voz de los líderes. 

Si es su función hacer que la sociedad se ocupe de los temas fundamentales, la educación debería tener en su agenda posición privilegiada. Los países que han prosperado son aquellos en los cuales la educación ha sido asumida de verdad como una prioridad, no como un entusiasmo momentáneo ni una declaración electoral oportunista, sino como una política nacional consensuada y permanente. Levantar la bandera de una mejor educación, universal y de calidad es una obligación de la sociedad y una señal de su lucidez.

viernes, 20 de septiembre de 2013

Legalización del mercado paralelo

Pedro Palma
El Nacional - 9 de septiembre de 2013



La modificación de la Ley de Ilícitos Cambiarios, con el fin de legalizar el funcionamiento del mercado paralelo de divisas, enmendaría el grave error cometido en mayo de 2010, cuando se prohibieron las transacciones cambiarias realizadas en el mismo, transformándose éste en un mercado negro. Como siempre ocurre, esa prohibición no impidió que dicho mercado siguiera funcionando y, que a la larga, se operara en él un encarecimiento desproporcionado de la divisa.



Esto ha creado una enorme disparidad entre los tipos de cambio libre y oficial que causa severos problemas. Uno de ellos es la creciente ineficacia del control cambiario, ya que el anhelo por las divisas preferenciales artificialmente baratas genera corruptelas y asignaciones indebidas de las mismas, lo que se traduce en una escasez creciente de dólares para la realización de importaciones necesarias. Otro problema que se produce es la exacerbación de las presiones inflacionarias porque los precios tienden a establecerse por los costos esperados de reposición, los cuales, a su vez, están muy influidos por la tasa de cambio libre.

La corrección de estos problemas y distorsiones, o al menos su mitigación, exige como condición necesaria, más no suficiente, la normalización de operaciones en el mercado libre, buscando con ello la reversión de la tendencia alcista de la tasa de cambio paralela y la reducción de la brecha entre los tipos de cambio. Para ello hay que actuar sobre las dos fuerzas que intervienen en ese mercado, es decir la oferta y la demanda de divisas.

En cuanto a la oferta, se requiere modificar la normativa cambiaria vigente con el fin de permitirle al Banco Central de Venezuela y a otras organizaciones públicas y privadas vender divisas en ese mercado. A tales fines es necesario mejorar el flujo de caja de Pdvsa para que pueda disponer de una mayor cantidad de moneda extranjera que le permita, entre otras cosas, incrementar su venta de dólares al BCV y vender parte de sus divisas directamente en el mercado libre. Para ello es fundamental, entre otras cosas, suspender las transferencias de divisas que tiene que hacer al Fonden y a otros fondos que financian gasto público, reducir sus cuentas por cobrar y minimizar las ventas de petróleo subsidiado a otras naciones.

Adicionalmente, hay que suspender las transferencias de reservas internacionales del BCV al Fonden y permitirle a los exportadores no tradicionales vender sus dólares en el mercado libre, lo cual se podría traducir en un fuerte incentivo a la producción de bienes transables. También convendría legalizar la venta de divisas en ese mercado por parte de empresas foráneas que prestan sus servicios en el país y que reciben sus pagos en moneda extranjera, así como legalizar la libre actuación de otras empresas y de personas naturales.

En cuanto a la demanda, es fundamental limitar la cantidad de dinero que se puede canalizar hacia ese mercado, para lo cual hay que hacer esfuerzos permanentes con el objetivo de racionalizar las finanzas públicas a través de la limitación del gasto y del endeudamiento, así como de la sinceración de las tarifas de los servicios públicos y de los precios de los bienes producidos por el Estado, la gasolina entre ellos.

Adicionalmente se necesita implementar una política monetaria restrictiva que esterilice buena parte de la enorme liquidez excedente que tiene la banca y elimine la monetización del gasto público deficitario, minimizando el financiamiento del BCV a empresas públicas. También hay que actuar con decisión en la lucha contra la inflación y en la creación de un clima propicio para la actividad económica privada, lo cual reduciría la avidez por adquirir dólares como un mecanismo de protección y defensa del patrimonio.

Como se ve, no sólo basta con legalizar el mercado paralelo. Hay que complementar esa acción con muchas otras medidas para lograr los objetivos deseados.

miércoles, 18 de septiembre de 2013

Ingenuos y radicales

Ramón Piñango
El Nacional - 10 de septiembre de 2013

En los medios se aprecian dos posiciones opositoras diferentes ante la realidad política del país. Para unos, vivimos una circunstancia lamentable, preocupante, consecuencia de un mal gobierno durante catorce años, gobierno que podemos sustituir mediante unas elecciones normales, con el apoyo de las mayorías. 

Para otros, el desastre es mayúsculo, producto no sólo de un mal gobierno sino muy especialmente del sostenido esfuerzo para implantar un Estado comunista, lo cual ha mermado la libertad de los ciudadanos, incluyendo la libertad de expresión; por tal razón, el régimen no saldrá tranquilamente del poder en limpias elecciones. Según los primeros, la radicalidad de los segundos constituye un obstáculo para el triunfo electoral. Para los segundos, la ingenuidad de los primeros conduce a la pérdida definitiva de la poca libertad que aún nos queda y al desastre final.

¿Les creemos a los ingenuos o a los radicales? Abundan los  argumentos a favor de cada una de esas posiciones opositoras. 

Quienes defienden a capa y espada la salida electoral –por lo que hay que hacer que la gente vote el 8D– esgrimen que ya ensayamos recursos como el paro, las guarimbas, la abstención en las elecciones parlamentarias; que hemos avanzado significativamente elección tras elección, que casi ganamos o ganamos en las elecciones de abril, que el deterioro de Maduro y su gobierno cada vez tiene más rechazo, que cualquier otra salida conduce al oscuro camino de la violencia.

Quienes creen que hay que explorar otros caminos distintos del electoral plantean que los gobiernos de vocación comunista a la cubana carecen, por definición, del talante democrático para aceptar resultados electorales desfavorables, que así lo demuestra la historia, que es tal la degradación del país en todos los ámbitos que no puede esperarse más o el hundimiento será total y la recuperación tomará décadas de sacrificios. En consecuencia, afirman que el enfrentamiento directo es lo que puede hacer desistir al régimen de sus avances dictatoriales.

Si algo está lleno de ejemplos y contraejemplos es la historia. Por eso no se pueden tomar las apreciaciones y prescripciones políticas como verdades absolutas o infalibles recetas claramente respaldadas por la experiencia. Cada una de las posiciones señaladas tiene aristas dignas de ser tomadas en cuenta. Por ejemplo, los avances electorales son innegables, pero ello no significa que un futuro triunfo vaya a ser reconocido o, lo que es más importante, que será defendido con contundencia por el liderazgo opositor actual. Esta desconfianza está basada en un hecho tan histórico como el inoportuno paro de 2002. Por otra parte, creer que el enfrentamiento directo, posiblemente violento, inmediatamente y sin mayores consideraciones, precipitará la caída del régimen suena tan ingenuo como creer que mansamente saldrá por elecciones.

Lo que está escrito es que cada circunstancia histórica trama sus propias condicionantes a la acción humana y ofrece salidas no siempre obvias ni visibles. Por eso hay que insistir en que si bien debe trabajarse para el triunfo en las elecciones del 8D, debe prepararse su defensa efectiva ese mismo día y los días subsiguientes. Si parte del electorado opositor –y no parecen ser pocos– desconfía de esa defensa es porque vio lo ocurrido en abril, y, además, es consciente de que estamos ante un régimen de nula vocación democrática, cuyo modelo es Cuba.

Para asegurar que la población opositora vote masivamente el 8D hay que convencerla de que el voto será defendido con algo más que palabras y que servirá para detener el avance totalitario del régimen, porque de esas elecciones se derivarán acciones efectivas que nos llevarán a un país efectivamente democrático.

viernes, 6 de septiembre de 2013

Semejanzas y consejos

Pedro Palma
El Nacional - 26 de agosto de 2013

Recientemente llegó a mis manos la transcripción de un extraordinario discurso pronunciado por el doctor Guillermo J. H. Mizraji, destacado jurista argentino, quien fue invitado a pronunciar el discurso de orden durante el acto de grado la de Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires, celebrado el 12 de julio pasado. Además de dar una seria de recomendaciones a los graduandos sobre lo que deberá ser el ejercicio de la profesión y los principios y valores que siempre deberán guiarla, el profesor Mizraji dedicó buena parte de su discurso a hacer un análisis crítico sobre las realidades que hoy se viven en ese país. Por considerar que sus precisas y contundentes apreciaciones bien se pueden aplicar a Venezuela y podrían contribuir a la formación de conciencia de muchos compatriotas, me permitiré reproducir algunas partes de esa excelente pieza de oratoria.

Les decía a los recién graduandos: "Una sociedad los espera ansiosa, preocupada, golpeada por la inseguridad, la educación menoscabada, la censura, el patoterismo. Lo que hasta ayer preocupaba, hoy desespera. Quizás nunca como ahora el futuro de la Patria dependa de quienes tengan por oficio o profesión el deber de remediar injusticias. Quizás nunca como ahora nuestro futuro dependa de la justa elección que sepamos hacer entre el temor y la esperanza, el acierto y el error, la ventura y el riesgo." Continuaba Mizraji: "Vivimos momentos de confusión.

La perversión del orden constitucional a la que esta mos asistiendo aspira a coronarse con la desarticulación del papel actual de la Corte Suprema.

"El populismo `cala hondo’.

Manipula al pueblo para satisfacer al caudillo de turno.

Pre tende una sociedad sin contradicciones, sin disenso, sin pluralidad. No ama la democra cia, la soporta. En el populismo siempre molesta la división de poderes, la alternancia política, la independencia de la justicia. Inyecta pereza en el pensamiento, se atrofia la lógica.

"Jóvenes colegas, nos toca vivir días implacables. Percibimos que somos parte de un país donde se auspicia la ignorancia, reaparecen los fantasmas del desabastecimiento, de la carencia de seguridad, de la inflación cínicamente negada, de la imposibilidad de brin dar a los más carenciados un servicio de salud que les permita sentir la vida con opti mismo en esta Patria pensada como tierra de promisión y futuro. A ello se suma, como el Leviatán descripto en el libro de Job, la ya endémica corrupción que desprecia la ley e instaura el culto al coraje. Representado en la llamada "viveza criolla", la trapisonda, el exhibicionismo farandulesco con declaraciones retóricas y declamaciones vacías que conllevan promesas incumplidas".

Terminaba sus palabras invitando a sus nuevos colegas a defender la justicia y la República, diciéndoles: "Defiendan la justicia por sobre todas las cosas, desde cualquier ámbito en el que ejerzan la profesión. El término `justicia’ no debe confundirse con `caridad’. La justicia entra en la jurisdicción del Estado, es ciega y trata a todos los hombres de manera igual. Si la jus ticia se sometiese al poder político, todos nosotros terminaríamos al servicio de un amo y ya no de la ley. Una nueva servidumbre se habrá perfilado. Aristóteles enseñaba que los gobiernos se disuelven principalmente por las transgresiones de la justicia.

"Defender la República implica exigir: 1) Periodicidad en los cargos públicos; 2) Publicidad de los actos de gobierno; 3) Prohibir los gastos reservados; 4) Responsabilidad de los funcionarios; 5) Soberanía de la ley; 6) Pleno ejercicio de la ciudadanía; 7) El respeto por las ideas opuestas; 8) La idoneidad en los cargos públicos; 9) Exigir la separación de poderes".

Sabias palabras las del doctor Mizraji, escritas para sus compatriotas, pero aplicables cabalmente en nuestro país debido a las similitudes de las realidades políticas y económicas que vivimos. Ojalá estos consejos sean escuchados allá y aquí.

martes, 27 de agosto de 2013

Por el diálogo educación-trabajo

Gustavo Roosen
El Nacional - 19 de agosto de 2013

Cada día aparecen nuevas señales que advierten sobre el estado de contracción del sector productivo venezolano. La de ahora viene desde el ángulo de la capacitación de los jóvenes para incorporarse al empleo y a la producción. No es solamente que el INCES, ahora con la s socialista, ha desviado su función y abandonado sus propósitos iniciales, sino que incluso los esfuerzos del sector privado en este campo pasan por un momento de declinación. Así se revela en un reciente informe de la Fundación Educación Industria, Fundei, que reconoce la reducción del número de pasantes y la atribuye, con razón, a la contracción económica, la pérdida de empresas privadas y la menor participación de las instituciones del Estado en los programas impulsados por ella, básicamente pasantías, becas, formación para la inserción profesional, formación para emprendedores, perfeccionamiento profesional.

Desde hace 38 años Fundei viene cumpliendo su propósito de estimular el desarrollo del talento humano, apoyar la formación de los jóvenes y contactarlos con las oportunidades de trabajo. En su función de engranaje entre el mundo académico y el sector empleador, ha sabido expresar la voluntad de más de 1.500 empresas afiliadas y de más de 600 instituciones académicas y organismos de cooperación empeñados en estimular la formación de los jóvenes y su integración al trabajo productivo. La capacitación ha sido vista por todos ellos como la condición para un mejor desempeño en el mundo laboral y, en consecuencia, para la productividad.

Una de las barreras con las que tropieza el necesario diálogo entre educación y trabajo es la falta de pertinencia entre las necesidades reales de la economía y los contendidos y prácticas de la educación. En el origen de esta brecha está, entre otros factores, el distanciamiento entre los responsables de definir políticas públicas, el sector académico y el sector empresarial. Lo mostró también Fundei en su reciente presentación al aludir a la investigación conducida por Mckinsey & Company sobre más de 100 iniciativas en el campo de la relación educación­trabajo en 25 países.

La investigación revela que más del 70% de los empleadores no tiene comunicación con las instituciones educativas a pesar de la brecha existente respecto a las carreras, contenidos, dominio de competencias y destrezas que afectan el rendimiento profesional y las oportunidades de inserción laboral. Revela también que la mitad de los jóvenes no están seguros de si la educación que reciben realmente les está aumentando posibilidades de conseguir empleo; que más de un tercio de las instituciones educativas no pueden estimar la tasa de empleo que van a tener sus egresados; que más del 25% de los graduados no consigue empleo en la disciplina estudiada y debe emplearse en otras áreas; que para cerca de 40% de los empleadores la falta de competencias y destrezas es la principal razón que les impide llenar las vacantes disponibles para recién graduados.

Vincular productivamente el sector empleador con el educativo sigue siendo una labor imprescindible. De allí la conveniencia de apostar por el fortalecimiento y renovación de las instituciones dedicadas a este fin. El país necesita de estas iniciativas y de estos esfuerzos, minimizados desde el poder por una visión excluyente que aspira a la hegemonía en todos los espacios, que ve enemigos en todo lo que no puede controlar. La acción del sector privado en este terreno, impulsada por su sentido de responsabilidad y su voluntad de hacer, no releva al Estado de su obligación. Sigue siendo una de las más necesarias inversiones, más aún en esta Venezuela de hoy con casi ocho millones de jóvenes entre 15 y 29 años escasamente atendidos por las políticas de educación y empleo; en esta economía en la que se ha producido en los últimos años una caída del 36% del parque industrial, con la pérdida consecuente de más de 300 mil puestos de trabajo.

Estimular los esfuerzos para recuperar la economía y abr

viernes, 16 de agosto de 2013

Inflación y remuneraciones

Pedro Palma
El Nacional - 12 de agosto de 2013

La acentuada escalada inflacionaria de este año está causando estragos entre todos los miembros de la sociedad, pero, como siempre, los que se ven más perjudicados son los que pertenecen al segmento de menores ingresos, y las personas que tienen una baja remuneración nominal fija, tales como la mayoría de los asalariados y los pensionados, ya que los ajustes de sus estipendios, cuando se dan, son muy inferiores al aumento de los precios. Obviamente, eso hace que la capacidad de compra de esas personas se reduzca con fuerza, agravando así las penurias y estrecheces que a diario padecen.



Este fenómeno es particularmente cierto en Venezuela, ya que el grupo de ítems que mayor inflación está experimentando es el de alimentos, lo cual hace que las personas más desposeídas tengan que destinar altos y crecientes porcentajes de sus presupuestos familiares a la adquisición de esos bienes esenciales, llevando a sus hogares cada vez menores cantidades, o dejando de adquirir productos imprescindibles de una dieta balanceada. Algunas cifras presentadas por el BCV y por el Instituto Nacional de Estadística dan soporte a lo que digo. La inflación anualizada a nivel nacional entre julio de 2012 y julio de 2013 fue 42,6%, pero la de los alimentos fue 60,9%, y los bienes agrícolas se han encarecido en más de un 80% en igual lapso. Más aún, los precios de los bienes avícolas y pecuarios, que conjuntamente con los pesqueros, son los que por excelencia proveen las proteínas que la población necesita, han aumentado a nivel de mayorista en más de 150% durante el último año, y han subido más de 80% desde diciembre de 2012 hasta hoy.

Todo lo anterior ha hecho que las remuneraciones reales de los trabajadores, en las que se incluyen no sólo los sueldos y salarios, sino también todos los demás beneficios que perciben, como bonos vacacionales, prestaciones, etc., hayan experimentado una importante reducción en términos reales, es decir, corregidas del factor inflacionario. En efecto, la capacidad de compra de esas remuneraciones es hoy 13,2% menor que hace cinco años, siendo los trabajadores del gobierno los que más han visto mermadas las cantidades que hoy pueden adquirir con las compensaciones que reciben. No sólo eso, el poder adquisitivo de las retribuciones laborales es hoy 21% más bajo que el existente a mediados de 1998, pudiendo concluirse que, de acuerdo a ese importante indicador, la calidad de vida de los trabajadores se ha visto seriamente deteriorada en los últimos 15 años. Para ponerlo en términos coloquiales, es como si los precios subieran por el ascensor y las remuneraciones lo hicieran por la escalera.

Ahora bien, ¿a qué se ha debido ese disloque inflacionario? Según los voceros del gobierno, es producto de la especulación desmedida de los empresarios que sólo buscan el beneficio personal sin importarles el sufrimiento del pueblo. Como siempre, hay que endilgarle las culpas a otros. Si bien es cierto que, al igual que en cualquier economía, ocurren acciones especulativas indeseables, es un sinsentido pretender inculpar a los empresarios de ser los causantes de ese flagelo en nuestro país. Creo que el principal culpable, si bien no el único, es el Gobierno, ya que en gran medida la inflación que hoy nos carcome se ha debido a las desquiciadas políticas fiscal y monetaria que ha implantado, y a acciones que restringen la oferta, tales como el hostigamiento permanente a la actividad económica privada, la restricción al acceso a las divisas, la imposición de controles de precios que condenan a productores y distribuidores a trabajar a pérdida, las amenazas permanentes de intervención, las estatizaciones de empresas que al pasar a manos del Estado se vuelven ineficientes, y los desincentivos a la inversión privada, para mencionar sólo algunas. Ojalá se tome consciencia y se hagan los correctivos debidos, pues sólo así se podrá doblegar ese mal que nos corroe.

miércoles, 14 de agosto de 2013

Democracia, autoritarismo y crecimiento

Gustavo Roosen
El Nacional - 05 de agosto de 2013

Donde el autoritarismo ve debilidades, el modelo democrático ve fortalezas. Así sucede con el tema de las diferencias, la oposición, la división de poderes, el ejercicio de controles, la rendición de cuentas.

El autoritarismo privilegia la unidad sin resquicios, la igualdad sin matices, el mando y la disciplina, la voz única y el acatamiento silencioso. En economía, la centralización, la concentración, el secretismo. El modelo democrático, al contrario, se nutre de las diferencias, se enriquece con la diversidad, multiplica las perspectivas, facilita el ejercicio de los controles necesarios, estimula la participación y la transparencia, rectifica, corrige, se corrige. El equilibrio de las fuerzas explica y genera los ajustes. Las decisiones en ella no son fáciles ni unilaterales, no satisfacen siempre a todos, están sujetas a cambios y rectificaciones, se logran normalmente tras un proceso, a veces largo, de discusión y confrontación.

La democracia americana, para citar un caso, se distingue por la combatividad de los partidos y un cierto grado pugnacidad que en muchos casos entorpece, incluso con las mejores intenciones, la marcha de proyectos claramente merecedores de respaldo. Esta diversidad de fuerzas y posiciones, sin embargo, sirve también de control y de instrumento para recoger la expresión de los grupos políticos y, en definitiva, de la ciudadanía. Los acuerdos parlamentarios son difíciles, pero normalmente se logran. Funciona la idea de que el poder es efímero y que lo que importa es la fortaleza de las instituciones. No sucede así en los países autoritarios, de poder omnímodo o de partido único, donde la disciplina anula la confrontación y el poder no tiene contrapesos, ni los del juicio público ni los de las instancias de control.

La diferencia de visión se manifiesta al final en los resultados: con dificultades y tropiezos, unas economías avanzan de manera sostenible, corrigen sus desviaciones, alimentan la expectativa de cambio; otras, deslumbran por sus relámpagos de crecimiento pero al final tropiezan con su propia inflexibilidad y su escasa capacidad de rectificación. Estados Unidos, para volver al ejemplo, ha logrado ir superando una situación económica de tropiezos. Está nuevamente en camino al crecimiento, menos rápido que antes, pero constante. Las políticas públicas estimuladas desde los partidos y desde la ciudadanía están comenzando a dar resultados en todos los campos: el empleo, la educación, el desarrollo tecnológico, los costos de salud, el acceso a la vivienda. China, en contraste, comienza a dar señales de debilidad. Ve reducirse su tasa de crecimiento. Los analistas observan simultáneamente la profundidad de los cambios necesarios y la dificultad de aplicarlos sin tocar las bases del sistema.

La capacidad de recuperación americana permite al presidente Obama presentar lo que en su reciente discurso en Illinois anunció para la clase media como una nueva oportunidad para conquistar el sueño americano: una economía que genere más empleos, buenos y durables; una educación que prepare a los jóvenes para la competencia global; casa propia como la más clara expresión de seguridad; jubilación para todos; programas de salud asequibles, ampliación de los programas de seguridad social. En esa línea se insertan también las propuestas de reforma migratoria y de educación universitaria accesible a las mayorías, como norma, no como excepción.

Resulta claro que en democracia el camino es más difícil, pero realizable y duradero. Para funcionar, la economía exige un clima de libertades, de respeto a la iniciativa privada, de apoyo a la innovación y el emprendimiento, de búsqueda de alternativas, formas todas incompatibles con un sistema autoritario. El autoritarismo, incluso cuando trata de justificarse por situación de excepción, genera apenas momentos de crecimiento, que al final se vuelve insostenible. El autoritarismo cree en el poder del Estado; el modelo democrático en el de los ciudadanos organizados. El autoritarismo se afirma en el ejercicio personalista o partidista del poder; el modelo democrático en el de las instituciones.

viernes, 9 de agosto de 2013

Reservas en oro y en divisas

Pedro Palma 
El Nacional - 28 de julio de 2013


A fines de agosto de 2011 el precio del oro rompió la barrera de los 1.900 dólares por onza troy después de haber mostrado durante varios meses una franca tendencia al alza. Entonces se decía que la mejor inversión que se podía hacer era la compra de ese metal, pues su precio nunca bajaba. Eso me llevó a escribir un artículo publicado en esta columna el 29 de ese mes, en el que explicaba que el encarecimiento sostenido de ese commodity se debía a las profusas compras que de él se hacían en busca de una protección contra la inestabilidad e incertidumbre que en ese momento se vivía en la economía mundial. Decía allí que un fenómeno similar se había vivido en 1979, cuando la conjunción de una serie de conflictos económicos y políticos había desencadenado unas frenéticas adquisiciones de oro y llevado el precio a 850 dólares la onza en enero de 1980. Sin embargo, en los años que siguieron éste volvió a bajar, al punto de que en 2001 el precio promedio real era 7 veces menor que el que el de enero de 1980.

Ante ese episodio histórico, planteaba en mi artículo de agosto de 2011 la interrogante de si podría repetirse una sostenida declinación del precio del oro. Comentaba al respecto lo siguiente: “Nadie lo sabe, pero lo que sí podemos concluir es que el precio del oro es volátil, quizá más que el del petróleo, y que así como se eleva súbitamente, experimenta bajas intensas y prolongadas, pudiendo esto generar caídas abruptas de las reservas internacionales.


“De allí que convenga diversificar la composición de nuestras reservas, dándole una importante participación al oro, pero también acumulando abundantes reservas operativas, compuestas por divisas universalmente aceptadas. De esta forma, por lo menos diversificaríamos el riesgo y mitigaríamos la alta vulnerabilidad que nos genera la volatilidad de los precios del petróleo y del oro”. Pues bien, ¿qué ha sucedido en los dos años que han transcurrido desde que hicimos ese planteamiento?


Entre los primeros días de septiembre de 2011 y fines de junio de este año el precio del oro bajó 37%, y si bien se ha recuperado algo en los últimos días, no puede concluirse que ese comportamiento es el inicio de un cambio de tendencia que se mantendrá en el futuro. Eso se ha traducido en una contracción de las reservas internacionales en oro del orden de 3 millardos de dólares, lo cual equivale a una reducción de casi 15%, no habiendo sido esa caída más intensa, y en línea con la reducción del precio de ese metal, debido a que el valor de la tenencia de oro monetario del BCV se calcula con base en el precio promedio de los últimos 6 meses, y no el precio del día.


Por su parte, las reservas operativas o líquidas, es decir, aquellas formadas por divisas, están en un nivel de 2,9 millardos de dólares, monto muy bajo que sólo equivale a lo que importamos en menos de 3 semanas. Todo ello se traduce en el hecho de que las reservas internacionales totales de hoy están 5 millardos de dólares por debajo de lo que en 2005 se consideraba un nivel adecuado de reservas. Esto es algo muy preocupante, porque ese activo internacional es el ahorro con que cuenta el país para hacer frente a alguna adversidad, como la caída de los precios de exportación o el encarecimiento de lo que importamos, y a la vez es un indicador de la solidez financiera de la economía.


Por ello es imperativo hacer todos los esfuerzos requeridos para incrementar y consolidar estas reservas, para lo cual es necesario, entre muchas otras cosas, eliminar las transferencias al Fonden de recursos de Pdvsa y de reservas internacionales del BCV, que ya suman un monto acumulado cercano a los 110 millardos de dólares en sólo 8 años. Mientras continúe ese despojo por parte del Ejecutivo no podremos evitar la vulnerabilidad que se deriva de ser dependientes del comportamiento de 2 variables tan volátiles, como son los precios del petróleo y del oro.

martes, 6 de agosto de 2013

Frágiles supuestos

Ramón Piñango
El Nacional - 30 de julio de 2013

En la oposición se hace cada vez más intensa una polémica, abierta o soterrada, entre la dirigencia opositora oficial, encabezada por la Mesa de la Unidad, y otros dirigentes políticos o líderes de opinión acerca de lo que hay que hacer para enfrentar a quienes gobiernan y, eventualmente, desplazarlos del poder.

Para la MUD y sus aliados más cercanos, todo debe girar alrededor de las elecciones anunciadas para diciembre. Para otros dirigentes opositores, hay que hacer algo más, con lo cual se refieren, entre otras cosas, a acciones de calle en defensa de los derechos humanos, a resonar con fuerza la protesta social apoyándola, a asumir, por fin, las exigencias de condiciones electorales justas, a no dejar adormecer las demandas ante el Tribunal Supremo de Justicia. Poco a poco el enfrentamiento de opiniones se ha ido tornando amargo.

Lo que está ocurriendo es una radicalización de posiciones dentro de la misma oposición. La radicalización se manifiesta tanto en la ausencia de un verdadero intercambio de ideas acerca de los asuntos en discusión, como en acusaciones de conductas turbias: "complacencia con el gobierno", "golpismo", "resentimiento". De esta manera, progresivamente se ha ido cerrando la posibilidad de diálogo. Podría hablarse de polarización, porque quienes tratan de escuchar los argumentos de una u otra parte con gran facilidad son acusados de pertenecer al bando contrario de quien hace la acusación. Es la típica dinámica según la cual se crea un "nosotros" y un "otros" contrapuestos, irremediablemente contrapuestos si nada se hace para abrir el diálogo.

La carga emocional que ya caracteriza el desencuentro hace que cada bando se atrinchere en sus argumentos, en su manera de ver la realidad, de tal forma que cualquier apreciación contraria tiende a ser vista como insostenible por falta de información o pobreza analítica. Cada bando considera "obvia" la validez de su punto de vista. Es más, no se trata de un punto de vista lo que se defiende sino de una verdad incuestionable: "el país es así", "las encuestas dicen", "lo que ha de ocurrir es".

En tal desencuentro de la oposición consigo misma sorprende que, con todo lo ocurrido en las últimas décadas, en los últimos años, en los últimos meses, en las últimas semanas, en los últimos días, haya quien se sienta seguro para decir: "los hechos demuestran que la estrategia debe ser tal y tal". Sorprende porque la historia contemporánea del país puede ser narrada en términos de terribles equivocaciones cometidas por actores clave de la vida nacional que hoy son políticos o analistas connotados, unos cuantos entrados en años, unos cuantos todavía jóvenes. Lo menos que puede esperarse de esos actores en la vida pública es humildad y prudencia.

La humildad aconseja dialogar con quienes defienden argumentos distintos a los de uno, pensar en la posibilidad de que la posición propia puede estar equivocada. La prudencia aconseja no casarse apasionadamente con una estrategia que cierra caminos en vez de abrirlos, por la sencilla razón de que cualquier cosa puede pasar, dado el rumbo incierto de las cosas, los conflictos sociales, los enfrentamientos entre quienes nos gobiernan, los intereses foráneos y la ausencia de árbitros institucionales, entre otros factores. El país se ha vuelto frágil. Su fragilidad hace frágil la misma validez de la información que analizamos, y por tanto los supuestos y estrategias con que actuamos.

En tiempos inciertos, de gelatinosa estabilidad, es asunto fundamental el diálogo entre gente con apreciaciones diferentes. Eso es lo que enseña la historia. Hacer realidad ese diálogo es tarea urgente del liderazgo opositor.

martes, 30 de julio de 2013

Postergando la hora

Gustavo Roosen
El Nacional - 22 de julio de 2013

“El problema económico parece tener dos soluciones: una difícil y la otra fácil. La primera, hacer cambios profundos en el modelo; la segunda, que los precios del petróleo vuelvan a subir”. La reflexión es de Pedro Palma en un reciente artículo en el que dibuja el cuadro de recesión e inflación que amenaza con profundizarse en Venezuela. Habrá quien ponga su esperanza en la frase de Keynes (“Lo inevitable nunca sucede, siempre viene lo inesperado”), pero la acumulación de años de una política equivocada hace presumir, por el contrario, el agravamiento de una situación difícilmente sostenible, caracterizada por un peligroso desequilibrio fiscal, monetario, cambiario, escasez, contracción económica y alta y creciente inflación.

Con excepción de quienes insisten en ajustarse la venda ideológica, pocos ponen en duda el grave estado de nuestra economía. Las intenciones de rectificación no han logrado el objetivo anunciado de recuperación. Parciales y contradictorias, las medidas tomadas lejos de aclarar el panorama lo han vuelto más confuso. Hay más de una voz de mando. O ninguna. Terminan siendo medidas a medias, cargadas de excepciones, abiertas a la discrecionalidad. La falta de acuerdo aumenta el caos. La ilusión de control no pasa de una desfiguración de la realidad. La mano abierta de un llamado al diálogo no se compadece con el puño de las presiones o de la persecución. Los controles no han llenado los estantes, las subastas de divisas no han calmado la ansiedad del mercado ni afirmado el valor del bolívar, los índices de inflación siguen contradiciendo los anuncios oficiales, el desabastecimiento continúa afectando a los consumidores.

Los cambios profundos a los que alude Palma asustan a quienes deberían activarlos. Así sucedió también en el pasado, a finales de los ochenta, cuando el liderazgo político no se atrevió a asumir el costo de las medidas económicas consideradas indispensables y las dejó en manos de los tecnócratas. Sucedió después en 1996, cuando con la expresión “sólo Dios sabe lo que me ha costado tomar estas medidas” otra vez el liderazgo político traslucía su falta de convencimiento y compromiso. Ahora, cuando se hace indispensable pensar nuevamente en políticas económicas que detengan la caída, ¿en manos de quién estarán las decisiones? ¿De los llamados pragmáticos? ¿De los radicales? ¿De los doctrinarios?

Frente a la evidencia de los pobres resultados, la pregunta natural debería ser por las causas. ¿Es la orientación? ¿El equipo? ¿Ambos? El Gobierno insiste en la bondad de su orientación, pero mantiene los mismos equipos. ¿Tiene sentido? ¿Por cuánto tiempo? ¿Y si no es sólo el equipo sino su planteamiento de base? ¿Pueden convivir estrategias de mercado con la negación del mismo?

La difícil situación político-económica que atraviesa el país y la todavía más complicada que se anuncia han obligado a llamados más o menos abiertos al diálogo. ¿Sinceros o interesados, de largo alcance o circunstanciales, honestos o tramposos, nacidos de la convicción o inspirados en la conveniencia? Una condición para hacerlos creíbles debería ser, sin duda, cambios profundos en el equipo o en la estrategia. Lo contrario haría pensar en tácticas para ganar tiempo, señales distractoras para calmar ánimos. A las élites convocadas al diálogo no les está permitida la ingenuidad. Les corresponde aportar y exigir sinceridad y claridad en el tratamiento de la realidad. ¿Qué hacer para corregir el trabamiento cambiario, controlar la inflación, activar la economía y reducir la tensión social?

Quienes piensan que postergando las medidas necesarias están ganando tiempo, posiblemente lo estén perdiendo. Quienes calculan el costo de tomarlas, deberían también pensar en el precio, posiblemente mayor, de no tomarlas. La demora sustentada en cálculos políticos termina normalmente por desencadenar catástrofes en lo social y lo económico. Sería trágico que olvidáramos las lecciones del pasado y reincidiéramos en el error de postergar las decisiones necesarias o de camuflarlas con salidas ambiguas.

jueves, 18 de julio de 2013

Inflación fuera de control

Pedro Palma

El 3 de diciembre de 2012 publiqué en esta columna un artículo en el que planteaba que la desaceleración inflacionaria que se había operado ese año era artificial y no sostenible, y que no debía interpretarse la misma como el resultado de una exitosa política antiinflacionaria, sino más bien como un represamiento artificial y temporal de la inflación. Explicaba que ese fenómeno se había debido, entre otras circunstancias, a un recrudecimiento desproporcionado de los controles de precios, particularmente de los alimentos, y a unas masivas importaciones de productos de consumo con divisas subsidiadas y artificialmente baratas, circunstancias ambas, sin embargo, que no se podían mantener por mucho tiempo. Los controles de precios estaban condenando a productores y distribuidores a trabajar a pérdida o con márgenes muy bajos, lo cual, a su vez, se traducía en limitaciones a la producción y en crecientes desabastecimientos que a la larga presionarían los precios al alza. Por otra parte, los tipos de cambio oficiales de Cadivi y Sitme estaban profundamente distorsionados, pues se habían mantenido inalterados por largos períodos, a pesar de estarse materializando una inflación local muy superior a la externa; esto generaba una sobrevaluación creciente de la moneda que abarataba artificialmente la divisa. De allí que cada vez más se afianzara el convencimiento de que esos tipos de cambio preferenciales iban a ser ajustados en breve plazo.

Adicionalmente, el acentuado aumento de la tasa cambiaria en el mercado negro que ya se estaba produciendo, multiplicaba la apetencia por los dólares preferenciales, y las autoridades cambiarias se vieron obligadas a restringir el acceso a los mismos, lo que produjo una escasez creciente de moneda extranjera. Las expectativas de devaluación, la carencia creciente de divisas y el divorcio de los tipos de cambio oficial y libre generaban presiones inflacionarias, ya que los precios tendían a establecerse por los crecientes costos esperados de reposición.

Terminaba ese artículo diciendo: “En resumen, la impostergable revisión de los precios controlados, la esperada devaluación, el disparatado gasto público, la expansión monetaria y las distorsiones cambiarias existentes, harán que la inflación repunte en el futuro inmediato”. Esta predicción antagonizaba con las proyecciones oficiales, que ubicaban la inflación esperada de 2013 en alrededor de 14%. Desgraciadamente, la realidad nos dio la razón.

Lo que hemos visto a lo largo de este año, y particularmente durante los últimos meses, es la materialización de una inflación fuera de control. En efecto, durante el primer semestre los precios aumentaron en promedio 25%, y entre junio del año pasado e igual mes de 2013 la inflación a nivel del consumidor fue de 39,6%, y es muy probable que en el futuro inmediato esa inflación anualizada tienda a aumentar. Algo muy grave es la intensidad con que se han encarecido los alimentos, ya que en los últimos doce meses los precios de ese rubro experimentaron un aumento promedio de 57,5%, y es muy llamativo el encarecimiento de los productos agrícolas que ha llegado a ser de 75% en igual lapso. Esto ha hecho que sea el segmento más desposeído de la población el que más alta inflación padece, ya que el porcentaje del presupuesto que estas personas tienen que destinar a la adquisición de alimentos es muy elevado, lo que los hace particularmente vulnerables al aumento de estos precios.

Resulta muy preocupante observar la inacción y reticencia al cambio de rumbo en el manejo de la cuestión económica por parte del Gobierno. Pareciera que los responsables de dirigir al país no fuesen conscientes de la gravedad del problema inflacionario existente, y de los profundos desequilibrios que aquejan a la economía y que requieren urgente atención. De continuar las cosas así, alto será el precio que pagaremos todos los que aquí vivimos y aspiramos a una vida mejor.

martes, 16 de julio de 2013

Más ups que downs



Actualmente son muchos los jóvenes de mi edad (solo 26 añitos) que deciden salir del país a buscar nuevas opciones en el exterior y aunque considero que está también es una opción válida, soy de las que piensa que muchas veces es en la crisis en donde surgen las oportunidades.
Hace algún tiempo, tenía en la cabeza ese gusanito que te dice por dentro que eres un emprendedor, que tu ADN es distinto porque en la crisis ves oportunidad, porque buscas generar cambios positivos a tu alrededor todos los días y porque quieres salir a poner tu nombre en el mundo con algo generado por ti y para todos. 

Cerca de este tiempo, pasaban muchas ideas en mi cabeza pero era imposible decidir con cuál de ellas quería dejar mi pequeño aporte al mundo. En ese momento surgió la oportunidad de participar en el programa Emprende y era el momento de definir con cuál de ese tornado de ideas quería casarme (al menos por unos meses).

Recuerdo que me senté junto a una amiga (hoy mi socia), a poner todas esas ideas que teníamos en la cabeza sobre papel para definir cuál sería la mejor para trabajar durante los meses del programa, después de todo, si iba a trabajar un plan de negocios por tres meses, lo ideal sería hacer la tarea como si fuese real.

Luego de un largo brainstorming surgió una idea desde una necesidad que nosotras mismas teníamos y aunque la respuesta llevaba a dos comunicadoras en un viaje por la tecnología, decidí asumir el reto y dedicar los próximos meses a “resolver el problema” de los pagos en Internet. 

Durante la próximas semanas y a medida que avanzaba el programa, me dedicaba a investigar con personas de tecnología y de cualquier otra área, sobre este proyecto y su viabilidad. En las primeras semanas revisando cifras para poder enviar mi tarea, descubrí que los números avalaban que habíamos encontrado un espacio de oportunidad y un mercado que atacar.

Cada domingo a las 11:59 PM mi tutor debía tener mis avances en su correo, lo que me dejaba siempre toda la semana para investigar y todo el domingo para correr a darle sentido a mi investigación. Algunas áreas del plan de negocios eran más complicadas que otras, pero sin duda, semana a semana descubría nuevas aristas de mi negocio y le iba dando una forma plasmada en letras que se convertiría en mi más fuerte herramienta de ventas, conocimiento a plenitud del negocio. 

Al terminar el programa y presentar, recuerdo que aún no sabía si ejecutaría el proyecto o no, el día de la presentación final en el IESA, no solo salió bien, sino que al ser evaluado por un jurado el proyecto quedó en 2do lugar entre todos los proyectos. Creo que quizás esa, fue la primera validación, para sentir que no debía engavetar esta idea. 

Al poco tiempo asistí también a otro evento: Global Start Up Weekend, en donde entre muchos proyectos nuevamente esta idea fue elegida para ser trabajada por un equipo de trabajo durante todo el fin de semana con la ayuda de expertos mentores. Fue en ese fin de semana en donde conocí a mi desarrollador y hoy Dir. De Tecnología, quien se entusiasmó tanto con el proyecto que me dijo que formalmente quería incorporarse al equipo. Días después tuve un viaje, pero la idea de que el proyecto tenía aceptación ya había calado en mí y solo quedaba tomar ese salto valiente de perseguir esa idea que emociones en ti.

En enero de este año mi amiga, que estuvo desde el principio del proyecto, el desarrollador que conocí en el Start Up Weekend y un amigo con que el veníamos trabajando decidimos que no había vuelta atrás, que era el momento de dar ese salto de fe e ir detrás de lo que nosotros creíamos. Tres de cuatro emprendedores, dejamos nuestros trabajos y decidimos dedicarnos a la empresa, sabiendo que tenemos para ejecutar, el tiempo que nos duren las tarjetas de crédito pero con todas las ganas y esfuerzo que se ponen cuando sabes que no tienes otra opción más que hacerlo bien.

Estos meses de planificación, contactos, investigación y desarrollo hemos tenido ups and downs pero sin duda han sido mucho más los ups y a veces nos preguntamos ¿Por qué? Si escuchamos tantas historias de los primeros downs de los emprendimientos, para nosotros la respuesta es la preparación previa, gracias a la que hemos disminuido los riesgos y aumentado considerablemente nuestras probabilidades de éxito.

Uno de los ups más grandes, vino como resultado de participar en el programa Emprende, cuando ya, a algunos meses de trabajo y con tarjetas de crédito a reventar, decidimos comenzar la búsqueda de financiamiento y justo en ese momento recibimos una llamada por parte del IESA en la cual nos dicen que un banco sacó un nuevo producto y estaban interesados en otorgar créditos a emprendedores y el programa Emprende le hizo llegar nuestro plan de negocios (entre otros) y a ellos les gustó el nuestro para una segunda etapa.

Hoy estamos a pocos días de recibir este crédito que se convierte en el más grande de impulso de nuestra empresa hasta hoy, finalmente y luego de mucho trabajo, pero también el apoyo de muchas personas que han creído en nosotros, dentro de pocos meses estaremos finalmente en el mercado venezolano presentando una solución para comercio electrónico, pero sobre todo apostando por el desarrollo económico del país, demostrando que hoy en Venezuela se puede emprender y que la preparación aumenta las posibilidades de que los emprendimientos tengan más ups que downs.  

Danhalit Zamalloa