jueves, 3 de febrero de 2011

Ramón Piñango \\ El compromiso necesario

La oposición ya muestra su ansiedad por las elecciones de 2012. Ha comenzado a hablar de candidaturas y métodos para seleccionar a quien ha de competir con Hugo Chávez.

Ciertamente, si la oposición escoge un buen candidato y maneja adecuadamente su campaña, tendrá opciones de triunfo. Pero ello no significa que el triunfo sea seguro ni tampoco que conlleve un buen gobierno. Y esto es lo que todos queremos. Desplazar a Hugo Chávez del poder no puede ser un fin en sí mismo.

La transformación positiva del país exige mucho más: una dirigencia ­un liderazgo, si se quiere­ convencida de que aspectos fundamentales de la organización y orientación de la sociedad venezolana deben ser repensados. Aunque suene grandioso, podría decirse que el país requiere un nuevo contrato social.

La expresión "contrato social" puede ser entendida de muy diferentes maneras e incluir una amplia variedad de asuntos. Sin embargo, hay uno, insoslayable en la Venezuela de estos tiempos: el replanteamiento de las relaciones con los trabajadores del país, para asegurarles un trato justo como verdaderos socios indispensables en los procesos productivos de bienes y servicios muy diversos. Sin ese trato no se producirá el compromiso de los asalariados con el éxito de las organizaciones para las cuales trabajan ni con el progreso de la nación, y tampoco habrá paz política y social duradera.

El compromiso de la dirigencia política y económica del país con los asalariados ha sido débil en la cuarta y en la quinta república. Ejemplos sobran. Luego del importante avance ocurrido en los años cuarenta y algunos logros modestos en la segunda mitad del siglo pasado, quedaron pendientes asuntos fundamentales como el establecimiento de un sistema efectivo de seguridad social. De hecho hubo engaños como la eliminación del régimen de prestaciones dobles con el argumento de que ese régimen creaba tal incertidumbre y tales costos que se inhibía el aumento del empleo y de las remuneraciones.

Además se prometió la creación de un sistema de seguridad social que nunca ocurrió. No es asunto de defender las prestaciones dobles sino de señalar el engaño y que los sectores dirigentes del país no mostraron ninguna diligencia para que se creara un sistema de seguridad social amplio, efectivo y viable. En la quinta república hemos sufrido un retroceso como lo demuestra el sostenido esfuerzo oficial para eliminar la contratación colectiva y los sindicatos. Nada de esto puede volver a ocurrir.

El compromiso con los trabajadores ­categoría social que no sólo incluye a los obreros­ va más allá de lo estrictamente laboral, para abordar temas esenciales como vivienda, salud y educación. La escasez de viviendas dignas, la condición deplorable de los hospitales y el lamentable funcionamiento de buena parte de escuelas básicas y los liceos evidencia el débil compromiso de las élites de la cuarta y de la quinta con los trabajadores de menos ingresos. Ese compromiso deberá ser asumido por diversos sectores. Por ejemplo, la banca tendrá que abandonar su actitud conservadora para atender con creatividad a trabajadores de menos ingresos. El Estado deberá trazar políticas que incentiven la invención de nuevos productos financieros y maneras novedosas de atender a clientes no tradicionales, pero, por su parte, el mismo sistema financiero tendrá que ingeniárselas para tomar la iniciativa y hacer propuestas atractivas.

Hacer realidad un nuevo trato con los trabajadores no será fácil. Ciertos tecnócratas argumentarán que primero hay que atender la producción. Nos guste o no, los tiempos no están para viejos simplismos. No habrá manera de sobrevivir como nación sin creatividad, sin audacia y sin compromiso para lograr compromiso.

Artíuculo de opinión
Jueves, 03 de febrero de 2010
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