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miércoles, 3 de octubre de 2012

¿Cómo desarrollar el carisma?

(La profesora del Centro de Gerencia y Liderazgo del IESA, Carmen Cecilia Torres, en un artículo publicado en la Revista Educaméricas sobre la importancia del carisma a la hora de buscar trabajo, destacó que es importante el  contacto cara a cara a la hora del reclutamiento, porque es el momento en donde se puede exhibir las reales habilidades)

Hoy no basta con ser un profesional talentoso, ya que son diversos los estudios que demuestran que "ser carismático"- definido como la capacidad de ciertas personas para atraer y cautivar a los demás- es importante a la hora de conseguir y mantener un empleo.

Tal es la importancia que ha tomado en los últimos años que, en Stuttgar, Alemania, se creó la primera escuela dedicada exclusivamente al estudio y enseñanza del carisma para ejecutivos y políticos llamada Akademie für Anziehungskraft.

Ante este escenario, ¿el carisma será, entonces, la nueva fórmula para alcanzar el éxito profesional? ¿Es posible aprenderlo o es una cualidad propia de la genética? Según el decano de la Facultad de Psicología de la Universidad San Sebastián (USS), Chile, Claudio Orellana, es posible adquirirlo, pero son escasas las instituciones que las enseñan.

"Se da por hecho que alguien que estuvo más de 5 años en la universidad está preparado para manejar los procesos técnicos de una profesión. Pero no necesariamente el profesional fue educado para desarrollar y explotar su carisma o las habilidades integrales que exige el mundo laboral. Lo lamentable es que son pocas las universidades que las enseñan obviando que esta es una variable central para encontrar trabajo", afirmó Orellana.

Las primeras impresiones son cruciales en las entrevistas de trabajo, se puede contar con un excelente currículo, o solicitar un salario inferior al resto de los entrevistados. Sin embargo, agregó el docente de la USS, lo que hoy buscan las empresas y los headhunter son trabajadores con carisma, valores, principios, e intereses.

"El carisma no es algo exclusivo de las personas extrovertidas y atractivas, por lo que es una herramienta que perfectamente se puede enseñar realizando, con la ayuda de un terapeuta o profesional de área, un autodiagnóstico para conocer cómo me estoy relacionando con mis pares. Pero lo importante es ser honesto con lo que soy y con lo que quiero llegar a ser", dijo Orellana.

En la Antigua Grecia, se creía que el carisma era el regalo que los dioses daban, desde la cuna, a unos pocos. Sin embargo, hasta hace unos años todo quedó en mito, debido a que los especialistas han afirmado que el carisma es 50% genética y el otro 50% corresponde a conductas que pueden ser adquiridas por cualquier individuo.

Antes de comenzar a desarrollar el carisma, el profesor del Área Académica Comportamiento Humano en la Organización del IAE Business School, Argentina, Patricio Fay, precisó que es necesario ser conscientes de la realidad de cada quien.

"Todo dependerá del tipo de trabajo al que se busca postular, ya que algunos empleos requiere a personas que sean buenas conversando, escuchando, otros organizando, etc. Lo importante es tener autoconocimiento para saber qué es lo que se puede mejorar y qué es lo que no. Es por eso que hay que ser estratégicos para "convencer" al entrevistador, y demostrar que somos seguros de nosotros mismos y que tenemos control de nuestras emociones. Una de las claves que se pueden entrenar y/o mejorar sería mantener siempre la mirada en los ojos, mostrarse desenvueltos y abiertos, mantener una voz agradable y dócil, etc.", detalló Fay.

Pero en tiempos en donde el 'eros electrónico' prima en la vida de las personas, y en el que el uso de las tecnologías como Twitter y Facebook, por ejemplo, hacen que los profesionales tengan menos contacto social, ¿será este el mejor escenario para aprender a ser carismático?

Según Fay, quien también es director Académico de Programas Internacionales de la IAE, "hoy más que nunca la gente necesita afilar todas sus habilidades, porque el mercado necesita de profesionales más integrales y, porque la falta de talento en el mundo se debe, en otros factores, a la ausencia de conocimiento de nosotros mismos, por lo que ante situaciones complejas en las que los profesionales deben "probarse" fracasan, lo que lleva a que muchos se autodestruyan".


Por su parte, la docente del Centro de Liderazgo y Estrategia del Instituto de Estudios Superiores de Administración, IESA, Venezuela, Carmen Cecilia Torres, destacó que "si bien las tecnologías de la información y de la comunicación (TICs) entregan múltiples beneficios, siempre es mejor el contacto cara a cara, porque es en ese momento en donde se puede exhibir las reales habilidades. Por eso es importante pedir a los amigos o a los compañeros de trabajo, cada cierto tiempo, opiniones sobre nuestro comportamiento y ver qué es lo que se puede mejorar".


La profesora de IESA agregó que otras de las claves para ser carismáticos es ser optimistas y auténticos, "porque a la hora de evaluar tu desempeño en la escena laboral, la mirada siempre estará centrada en estos factores".

Para algunos profesionales puede que no sea un desafío enfrentar una entrevista laboral, ya que confían en sus capacidades técnicas y en sus destrezas interpersonales. Sin embargo, en la otra esquina están aquellos que, si bien tienen talento, están faltos de carisma y de habilidades relacionales. ¿Qué les espera a ellos? Quizás reconocer que buscar empleo es un arte y reconocer que se necesita fomentar, desde las universidades e instituciones educacionales, el desarrollo y explotación del carisma.

miércoles, 15 de agosto de 2012

Vivir viviendo


(El profesor del IESA, Ricardo Villasmil, reflexiona en torno a la angustiosa necesidad del ciudadano común por cubrir los bienes y servicios para su familia y el rol que debe desempeñar el Estado para desarrollar políticas que permitan la generación de empleos bien remunerados. Publicado en el diario El Universal el sábado 11 de agosto de 2012)

Buscar sin éxito un empleo que permita cubrir las necesidades de su familia es una de las peores angustias que puede tener un padre. Es uno de esos dramas que sólo podemos entender cuando lo vivimos en carne propia, cuando vemos su impacto sobre el orgullo y la autoestima.

Cuando vemos que, en esas circunstancias, el auxilio económico de un familiar o del Estado ciertamente ayuda, pero a la vez potencia el sentimiento de minusvalía.

Precisamente por ello, una de las preocupaciones fundamentales de los Estados modernos es que todas las personas en edad de trabajar tengan la oportunidad de tener un empleo. Pero, claro, no un empleo cualquiera. El ingreso por él generado tiene que alcanzar para cubrir los gastos fundamentales de la familia: alimentación, salud, vivienda, etc.

En otras palabras, no basta con que el empleo sea bien remunerado, es importante que los bienes y servicios básicos sean asequibles.

Tomemos el caso de la vivienda. Dos de cada tres familias venezolanas tiene ingresos inferiores a dos salarios mínimos (4.100 bolívares). Si tomamos como norma general que el gasto en vivienda no debe superar una tercera parte del ingreso total del hogar, tendremos que el pago mensual de vivienda de dos de cada tres familias debe ser inferior a 1.366 bolívares.

A la tasa hipotecaria actual, un pago mensual de esa magnitud permite financiar unos 136.600 bolívares, pero un apartamento de 60 metros cuadrados en los Valles del Tuy, por ejemplo, tiene un precio promedio de mercado de alrededor de tres veces ese monto. El Estado debe subsidiar una parte de la diferencia para las familias más necesitadas, pero en ningún caso la totalidad de la diferencia para todas las familias.

Lograr que todos podamos tener acceso oportuno a una vivienda de calidad requiere entonces combinar una política de subsidios focalizados en las familias más necesitadas con una política económica e institucional capaz de lograr tres cosas: 1) elevar la productividad del trabajador y por esa vía sus ingresos; 3) estimular la producción masiva de viviendas de calidad con acceso a servicios públicos y al equipamiento social correspondiente; y 3) reducir el costo de la vivienda.

Esta no es una trinidad imposible. Otros países latinoamericanos lo están logrando. Nosotros también podemos hacerlo.

@rvillasmilbond; www.ricardovilla.com

miércoles, 6 de junio de 2012

Grecia y Venezuela


(El profesor del IESA, Ricardo Villasmil, hace un análisis comparativo entre las situaciones económicas de Grecia y Venezuela, que se enfrentan a escenarios similares pero necesitan soluciones diferentes. Publicado en el diario El Universal el 2 de junio)

El dilema en el que se encuentra Grecia es muy aleccionador para los venezolanos. A mi juicio, sin embargo, las soluciones son distintas: la de Grecia radica fundamentalmente en la austeridad, la de Venezuela en el crecimiento. Veamos.

Ambos países vienen de procesos de expansión económica financiados con expansiones aún más aceleradas del endeudamiento público. Sobra decir que estos son procesos insostenibles e inherentemente riesgosos. Mientras los mercados crean que la expansión va eventualmente a revertirse y que existe capacidad de pago, el incremento de la relación deuda/producto puede continuar. Pero si por alguna razón se convencen de lo contrario, se desata una espiral de deterioro: el financiamiento se encarece y la inversión, el empleo y los ingresos fiscales se contraen. Y como consecuencia de ello, se expanden el déficit fiscal y las necesidades de endeudamiento.

Al llegar a esta encrucijada, se abren dos opciones. La primera es contractiva: tomar medidas orientadas a corregir el déficit fiscal y adoptar un ritmo de endeudamiento consistente con una reducción de relación deuda/producto por la vía del numerador.

La segunda opción es expansiva: tomar medidas orientadas a estimular las inversiones, la generación de empleo y el crecimiento económico. Si el crecimiento económico logra tomar fuerza, la relación deuda/producto comenzaría a caer por la vía del denominador.

La primera es la que se le ha impuesto a Grecia. Naturalmente, los griegos habrían preferido optar por la segunda, pero los mercados no la ofrecieron. ¿Por qué? Porque las perspectivas de crecimiento de ese país son muy poco halagadoras. Pero este no es el caso venezolano en la eventualidad de un cambio de gobierno. Ello producto de la existencia de gigantescas oportunidades de inversión desaprovechadas por el régimen actual, particular pero no exclusivamente en el sector petrolero.

Y lo mejor de todo, es que como consecuencia de la confianza resultante de un cambio de gobierno, en una primera etapa Venezuela podría incluso continuar incrementando su deuda, pero reduciendo la tasa de interés aplicable a su deuda y elevando su tasa de crecimiento. Esta combinación haría que la relación deuda/producto caiga y la relación servicio de deuda/producto caiga aún más. Casi demasiado bueno para ser cierto, ¿no?

@rvillasmilbond; www.ricardovillasmil.com