(El profesor del IESA, Ricardo Villasmil, hace un análisis comparativo entre las situaciones económicas de Grecia y Venezuela, que se enfrentan a escenarios similares pero necesitan soluciones diferentes. Publicado en el diario El Universal el 2 de junio)
El dilema en el que se encuentra Grecia es muy aleccionador para los venezolanos. A mi juicio, sin embargo, las soluciones son distintas: la de Grecia radica fundamentalmente en la austeridad, la de Venezuela en el crecimiento. Veamos.
Ambos países vienen de procesos de expansión económica financiados con expansiones aún más aceleradas del endeudamiento público. Sobra decir que estos son procesos insostenibles e inherentemente riesgosos. Mientras los mercados crean que la expansión va eventualmente a revertirse y que existe capacidad de pago, el incremento de la relación deuda/producto puede continuar. Pero si por alguna razón se convencen de lo contrario, se desata una espiral de deterioro: el financiamiento se encarece y la inversión, el empleo y los ingresos fiscales se contraen. Y como consecuencia de ello, se expanden el déficit fiscal y las necesidades de endeudamiento.
Al llegar a esta encrucijada, se abren dos opciones. La primera es contractiva: tomar medidas orientadas a corregir el déficit fiscal y adoptar un ritmo de endeudamiento consistente con una reducción de relación deuda/producto por la vía del numerador.
La segunda opción es expansiva: tomar medidas orientadas a estimular las inversiones, la generación de empleo y el crecimiento económico. Si el crecimiento económico logra tomar fuerza, la relación deuda/producto comenzaría a caer por la vía del denominador.
La primera es la que se le ha impuesto a Grecia. Naturalmente, los griegos habrían preferido optar por la segunda, pero los mercados no la ofrecieron. ¿Por qué? Porque las perspectivas de crecimiento de ese país son muy poco halagadoras. Pero este no es el caso venezolano en la eventualidad de un cambio de gobierno. Ello producto de la existencia de gigantescas oportunidades de inversión desaprovechadas por el régimen actual, particular pero no exclusivamente en el sector petrolero.
Y lo mejor de todo, es que como consecuencia de la confianza resultante de un cambio de gobierno, en una primera etapa Venezuela podría incluso continuar incrementando su deuda, pero reduciendo la tasa de interés aplicable a su deuda y elevando su tasa de crecimiento. Esta combinación haría que la relación deuda/producto caiga y la relación servicio de deuda/producto caiga aún más. Casi demasiado bueno para ser cierto, ¿no?
@rvillasmilbond; www.ricardovillasmil.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario