El economista (Richard Obuchi) considera que la generación de 127 millardos de dólares en 2011 producto del alza de los precios petroleros no se ha traducido en mejoramiento de la calidad de vida. La razón estriba en la concepción controladora del Gobierno que ha producido estancamiento, intervencionismo y atraso, agrega.
Hay economistas cuya visión de la economía está atada a la generación de políticas públicas que impulsen profundos cambios sociales. La idea del desarrollo está presente en su estructura mental y se refleja en la concepción de propuestas que van más allá del papel, así es Richard Obuchi.
Su oficina es todo un búnker creativo. Allí jóvenes profesionales debaten sobre la necesidad de construir vías, mejorar los servicios públicos e incrementar el poder adquisitivo de la gente, en medio de tazas de café y espacios abarrotados de computadores.
Obuchi, de padre japonés y madre venezolana, no es de los que impone sus criterios sino de los que escucha, analiza y contraargumenta.
Cuando se le consulta si la economía venezolana tiene salvación, levanta la mirada de su hoja de cálculos y contesta: "Sí, definitivamente".
−¿Por qué es tan criticado el Fonden como mecanismo de distribución de riqueza?
−Hay que comenzar por entender la manera cómo el Gobierno administra las finanzas públicas. El año pasado se registró un precio histórico de la canasta petrolera venezolana que se tradujo en 127 millardos de dólares, según la Memoria y Cuenta del Ministerio de Petróleo y Energía.
En ese contexto hay que discutir el Fonden, la deuda y el balance fiscal. El tema central es que el Fonden ha demostrado que no contribuye con el bienestar social de los venezolanos. Es sólo una vía para la distribución no controlada de recursos fiscales exentos de ser sometidos al control de la Asamblea Nacional y manejados por Ejecutivo con una alta discrecionalidad. Los recursos se están gastando, pero no contribuyen con el bienestar social de la población.
−Con la cifra que usted cita no pareciera que Venezuela tenga un problema fiscal.
−Hay un aumento sustancial del ingreso pero el gasto ha crecido aceleradamente y no ha habido participación de la inversión.
−¿Cómo afecta eso a la gente?
−La expectativa, desde el punto de vista de políticas pública, es que los recursos de hoy generen mayores oportunidades mañana, pero la situación de los servicios y los problemas de la vida cotidiana nos indican que estamos en una situación de estancamiento en la economía. Mientras los indicadores macroeconómicos mejoran, la calidad de vida empeora.
−¿Cuál es la explicación de que algo así suceda?
−Los recursos no se invierten en actividades que generen empleo, no hay dotación de infraestructura, ni mayor número de empresas y mucho menos ambiente para la inversión. El Gobierno se gasta el dinero en prioridades poco claras y poco transparentes.
−¿Y cuáles cree que son las prioridades del Gobierno?
−Pareciera que el gasto está orientado a una visión de corto plazo con efectos asociado a campañas políticas. Un ejemplo es la situación de Pdvsa. Resulta paradójico que con todo y los ingresos brutos de la petrolera, la deuda financiera haya aumentado 40% y los pasivos 30%. Las cuentas por cobrar se deterioraron y no hay incremento de la producción. En el Plan Siembra Petrolera, anunciado en 2006, se calculaba que para 2012 estaríamos con una producción de 5,5 millones de barriles. Luego la meta se corrigió a un poco más de 4 millones de barriles. Llegó 2012 y resulta que la producción escasamente llega a 2 millones de barriles, es decir, estamos peor.
−Con la situación tan precaria que parece tener Pdvsa ¿se puede pensar en su recuperación?
−La industria petrolera tiene potencial para generar ingresos e inversión sin parangón en el mundo, gracias a las grandes reservas de crudo y gas. Se trata de productos codiciados e importantes.
−Si es así ¿por qué no siguió siendo una de las más respetadas del mundo?
−Por privilegiar el corto plazo. Para poder incrementar y añadir el valor agregado es necesario que se gaste menos y se invierta más. Que los recursos que se obtienen de esa gran empresa se utilicen en generar otros sectores productivos. La mejor muestra de que esto no se ha hecho es que no existen nuevas industrias relacionadas con el sector exportador no petrolero.
−Pareciera que el problema de la economía venezolana no es fiscal sino más bien inflacionario. ¿Qué piensa usted?
−El problema es la estructura actual que tiene nuestra economía. La industria petrolera genera recursos porque los precios del crudo están altos no porque hay una mayor producción. No hay un proceso de creación de empresas y menos de capital para la inversión. Mientras en América Latina la tendencia está orientada a una mayor diversidad de la economía para generar más crecimiento y empleo, Venezuela hace lo contrario. No se crean condiciones para que la inversión se sienta segura. Hay un ambiente hostil y una preponderancia de los controles, lo que al final tiene un efecto en la producción de bienes y en la estructura de precios.
−¿El país debería seguir apostando por una economía petrolera o debe concentrarse en otro tipo de manufactura?
−Tenemos una nación petrolera y tiene todo el sentido aprovechar ese potencial. Los niveles del gasto público pueden ser manejados con precios altos, pero si estos disminuyen no tiene que significar un ajuste fiscal. Hay que aprovechar los ingresos extraordinarios porque nos dan la ventaja de desarrollar mejores condiciones de vida para los ciudadanos. Podemos impulsar diferentes industrias que creen trabajo y bienestar, nuevas vías, infraestructura de calidad, servicios como luz y agua asequibles para todos, más y mejores puertos y aeropuertos, grandes zonas industriales. Debemos lograr que el petróleo nos ayude a expandir el sector metalmecánico y el petroquímico.
−¿Qué es lo que tiene el aparato estatal que se ha vuelto tan opuesto al desarrollo?
−Hay ciertas instituciones y mecanismo que están diseñados para no ser facilitadores sino para ejercer control e intervención.
−¿Qué implicaciones puede tener la reforma de la Ley Orgánica del Trabajo?
−La Ley del Trabajo forma parte de uno de los aspectos más importantes de la vida de los venezolanos. El objetivo de esa reforma debería ser que la gente tenga mayores beneficios. La pregunta es si la reforma que plantea el Presidente de la República contribuirá con esto. Hay temas muy puntuales que deben tomarse en cuenta como el hecho de que, según el Instituto Nacional de Estadística, menos de la mitad de la fuerza laboral está en el sector informal, es decir, excluida de la legislación laboral. Se debe entender que los cambios de leyes no significan soluciones para los problemas que tiene la gente. Cualquier cambio en este ámbito requiere grandes conversaciones entre todos los sectores. Ojalá la propuesta fuera cómo crear más y mejores empleos para todos los venezolanos. Cualquier cambio es delicado porque afecta el funcionamiento de la economía y cualquier error puede tener un impacto muy grave en la vida de los venezolanos.
−¿Cuál es su balance de los logros económicos para la gente de a pie?
−Los venezolanos siguen padeciendo los grandes estragos que produce el alto costo de la vida y que los servicios públicos no son confiables. Hay grandes regiones que sufren apagones de largas horas, existe un deterioro de la infraestructura vial que pone en riesgo la vida de las personas. Sobrellevar la vida en este país es muy difícil. La gente tiene una preocupación constante que va desde pagar los alimentos, conseguir insumos hasta preservar la vida y no ser víctima de la inseguridad.
−¿Mejorar la economía ayudaría con la calidad de vida?
−Estoy seguro de que sí. Cuando se generan las mismas oportunidades para todos, la gente comienza a vivir mejor, todo se vuelve más sencillo y se empieza a sentir paz.
BLANCA VERA AZAF
BVERA@EL−NACIONAL.COM
(Esta entrevista fue publicada en el diario El Nacional, el día miércoles 28 de marzo de 2012)
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