jueves, 30 de agosto de 2012

Desbalance productivo

(El economista y profesor del IESA, Pedro Palma, analiza el resultado del producto interno bruto no petrolero del segundo trimestre del año, según el cual los sectores que muestran mayor crecimiento son Servicios y Construcción Pública de Viviendas, mientras que el sector productivo, susceptible de generar comercio internacional, se muestra visiblemente a la baja. Publicado en el diario El Nacional, el 27 de agosto de 2012)

En las cifras referentes al comportamiento del producto interno bruto no petrolero del segundo trimestre, recientemente publicadas por el BCV, se ratifica la tendencia que se ha venido observando desde hace ya un tiempo, según la cual los sectores que muestran mayor dinamismo en su actividad productiva son el de la construcción pública de viviendas y los prestadores de servicios, tales como comercio, comunicaciones, instituciones financieras, gobierno y transporte y almacenamiento.

Alternativamente, los sectores productores de bienes, tales como agricultura, minería y manufactura, muestran un pobre desempeño, y se observan algunos casos en los que la producción está cayendo de forma dramática. En otras palabras, los sectores de transables, es decir, aquellos que producen bienes que pueden ser objeto de comercio internacional, han mostrado un dinamismo productivo muy menguado, mientras que los no transables, como el de la construcción y los prestadores de servicios, han experimentado altos crecimientos.

Comportamientos como esos son muy comunes en economías en las que tienden a perpetuarse situaciones de sobrevaluación cambiaria, producto de procesos sostenidos de apreciación real de las monedas locales, que ocurren como consecuencia de una fijación o un anclaje del tipo de cambio nominal, a pesar de existir una inflación interna muy superior a la externa, como es el caso de la economía venezolana. 

Al aumentar los precios internos con mayor intensidad que en las economías de donde se importa, lo que se adquiere con la cantidad de moneda local que cuesta un dólar es cada vez menos en comparación con lo que se puede comprar con ese dólar en el exterior, lo que estimula las importaciones. A su vez, los productores locales pierden aceleradamente su capacidad de competir con los productos foráneos, ya que al no variar el tipo de cambio, sus costos, tanto en moneda local como en dólares, aumentan considerablemente debido a la alta inflación interna, y en mayor proporción que los de sus competidores en el exterior.

Esa es una de las razones por las que la producción local de esos productos no crece, mientras que las importaciones se incrementan intensamente estimulando actividades conexas de servicios, tales como comercialización, transporte y almacenamiento.

Adicionalmente, en Venezuela están presentes otros factores que coadyuvan al bajo dinamismo de las actividades productoras de bienes. Por una parte, existen controles de precios desproporcionados que en muchos casos condenan a los productores a trabajar a pérdida; se restringe cada vez más el acceso a las divisas que requieren múltiples empresas para importar materias primas, bienes intermedios, maquinarias y repuestos; y, se aplican caprichosos controles de distribución de las mercancías que se producen, que en muchos casos no responden a las realidades del mercado. 

Por otra parte, la hostilidad gubernamental creciente contra la actividad empresarial, caracterizada por expoliaciones de empresas, amenazas permanentes de intervención o de expropiación, y acusaciones públicas que buscan desacreditar y someter al escarnio público a los empresarios, desestimulan la inversión y limitan, así, la producción, la productividad de las industrias, la mayor oferta de nuevos y mejores productos y la generación de oportunidades de trabajo.

Si queremos cambiar las tendencias actuales es necesario contar con un sector productivo de transables pujante y diversificado, que elabore buena parte de los productos que consumimos y que exporte cada vez más. Para ello es necesario aplicar las políticas que busquen el abatimiento de la inflación, el estímulo de la inversión, la eliminación de la sobrevaluación cambiaria, la disponibilidad de financiamiento y de servicios públicos de calidad, y el acceso a amplios mercados externos. Creo, sin embargo, que para que se den esas condiciones se hace imperativo un cambio de rumbo en Venezuela.

@palmapedroa

La falacia de los números

(El profesor del IESA, Ricardo Villasmil, explica por qué el número de viviendas construidas  no debe ser el indicador que mida la eficiencia de la política habitacional. La solución debe apuntar a garantizar su asequibilidad, fomentar la inversión privada y planificar las ciudades. Publicado en el diario El Universal, el 25 de agosto de 2012)

En repetidas ocasiones hemos insistido en la necesidad de salirnos del paradigma cuantitativo de la vivienda, ese según el cual el éxito de la gestión se mide en función del número de unidades construidas por año. Este indicador ha dominado y condenado al fracaso la política de vivienda, llevándola a no construir viviendas sino unidades habitacionales, entendidas éstas como cuatro paredes y un techo construidas "en cualquier lugar de ninguna parte" y sin acceso a servicios, empleos, equipamiento, transporte y al progreso en general.

El primer paso del camino es, por ende, sustituir esta visión errada por una que entienda la vivienda como lo que efectivamente es: como el eje de la inserción de la familia en el progreso. En otras palabras, sustituir la construcción de unidades por la construcción de comunidades y medir nuestra gestión en consecuencia.

Esta semana el gobierno anunció la posibilidad de adquirir viviendas sin cuota inicial, siempre y cuando su precio sea inferior a 500 mil bolívares, obviando el hecho de que la cuota inicial no es el principal cuello de botella al acceso a la vivienda. La verdadera limitante a la vivienda es la asequibilidad, dada la desproporción existente entre su precio y el ingreso del hogar.

En efecto, según un estudio reciente, Caracas tiene la relación más elevada de todo el continente americano y una de las más altas del mundo (http://www.numbeo.com/property-investment/rankings.jsp)

El sentido común nos dice que para salir de esta trampa debemos incidir simultáneamente sobre el precio de la vivienda y sobre el ingreso del hogar. Elevar este último pasa por la implementación sostenida de un conjunto armónico de políticas económicas, institucionales y sociales orientadas a elevar las capacidades del trabajador y a darles un uso productivo a través de más y mejores oportunidades de empleo y emprendimiento, lo cual pasa a su vez por hacer de nuestro país un lugar más atractivo para la inversión.

Y reducir el precio de la vivienda pasa por estimular la inversión privada en el sector y por planificar nuestras ciudades de modo tal de maximizar la oferta de terrenos con servicios para que el sector privado compita en la construcción de nuevas comunidades. ¿Por qué vamos entonces en sentido contrario? Porque lamentablemente, en el gobierno que tenemos, el sentido común es el menos común de los sentidos.

www.ricardovillasmil.com
@rvillasmilbond

Las reservas de la revolución bonita

(El profesor del IESA, Miguel Ángel Santos, explica las razones de la disminución de las reservas internacionales de Venezuela y cuáles son sus posibilidades de recuperación según los escenarios que se vislumbran de cara al resultado de las elecciones presidenciales del próximo 7 de octubre. Publicado en el diario El Universal, el 24 de agosto de 2012)

Venezuela está en sus mínimos de reservas internacionales de los últimos cinco años. Habría que remontarse a la caída de los precios del petróleo tras la crisis financiera de 2007 para dar con un nivel menor. Sin considerar ese hito específico, estas son nuestras reservas más bajas de los últimos siete años. Los 25.581 millones de dólares registrados por el BCV esta semana apenas alcanzan para algo menos de siete meses de importaciones. Más de 70% está en oro, y aunque los volúmenes están allí, el valor ya es otra cosa.

Por ejemplo, la semana pasada el BCV cambió el precio al que valora el oro, de promedio de los últimos dos meses a promedio de los últimos seis meses. Con este cambio se evitó presentar una caída de 2,7% en las reservas como consecuencia del reciente debilitamiento del precio del oro en el mercado internacional. Otro 16% está en derechos especiales de giro a los que tenemos acceso por nuestra membresía en el Fondo Monetario Internacional. Estos dos rubros (oro y FMI) se consideran reservas no operativas, y representan más de 86% del total. Visto así, la parte líquida (14% del total) apenas alcanza para 28 días de importaciones.

Varios disparates legales, entre ellos la introducción de la idea de "reservas excedentarias" y la eliminación de la obligación de Pdvsa de liquidar todas las divisas que obtiene por venta de petróleo en el BCV, han ido drenando cada año miles de millones de dólares hacia fondos sin ningún tipo de mecanismos institucionales de rendición de cuentas. La introducción de las reservas excedentarias obliga al BCV a transferir a Fonden todo el "exceso" por encima de cierto límite, sin que en el proceso se recoja la contrapartida en bolívares que esos dólares generaron cuando ingresaron al BCV. Esta locura ha causado que la relación de liquidez a reservas supere ahora mismo los 21 bolívares fuertes por dólar, cinco veces el cambio oficial, cuatro veces el Sitme, más de dos veces la cotización del dólar paralelo.

Así, los bolívares se han quedado flotando en el aire, lo que entre otras cosas ha contribuido a que hayamos cumplido una década entre las inflaciones más altas del planeta. Esto, a su vez, ha corroído el poder adquisitivo de los sueldos y salarios, particularmente en el sector privado. Según el BCV, el poder adquisitivo de los trabajadores privados (80% del total, pues este agregado combina privados formales e informales, que son acaso más privados que ningún otro) está ahora 27% por debajo de 1998.

Esta situación nos lleva a una profunda asimetría: de ganar Chávez las elecciones del próximo 7-O se vería obligado a ejecutar una macrodevaluación, sí, pero tendría disponibles algunos de los recursos de los fondos. Estas disponibilidades varían -según con quien se hable, según si se consideren comprometidos o no- de unos pocos miles de millones de dólares a decenas de ellos, así de transparentes son las cuentas. Por el contrario, existe un consenso unánime: de ganar la oposición será muy difícil contar con las disponibilidades de esos fondos paralelos, serían saqueados sin margen de duda entre octubre y diciembre (lo poco que podamos hacer nosotros para evitarlo ya se está haciendo). Así es la revolución bonita. 

@miguelsantos12

viernes, 24 de agosto de 2012

Mercosur: ¿Amenaza o reto?

(Ante la entrada de Venezuela al Mercosur el profesor del IESA, Ernesto Blanco, comenta la necesidad de ser competitivos localmente a través de la formulación e implementación de acciones por parte de los empresarios nacionales. Publicado en El Universal, el 21 de agosto de 2012)

Tenemos años tratando de participar en el Mercado Común del Sur, Mercosur, y, en lo personal, tengo años viendo la iniciativa con escepticismo. Nuestro gobierno aduce que la participación de Venezuela en el acuerdo de libre comercio entre Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay nos presentará grandes oportunidades, como son el acceso comercial a un mercado de unos 240 millones de habitantes, la posibilidad de exportar con mayor facilidad a estos países y el desarrollo de la industria nacional, entre otras.

En el papel, todo esto luce muy atractivo, no obstante, debemos hacer algunas consideraciones. Nuestra moneda está sobrevaluada, en consecuencia, será atractivo para nosotros importar de esos países, pero casi que imposible que éstos importen nuestros productos; son muy caros. Si esta anormalidad no se corrige, lo único que podremos exportar es lo que ya exportamos: petróleo.

Además, suponiendo que solventemos este problema, durante los últimos 14 años el gobierno se ha encargado de destrozar el aparato industrial venezolano mediante toda clase de regulaciones y con la peor de todas las acciones: la expropiación de cuanta industria le parece que debe controlar o dar en administración a sus trabajadores para hacerlas "más productivas". El resultado: menos industrias, menos inversión nacional y extranjera y menor productividad de las empresas sobrevivientes.

A pesar de este panorama, podríamos pensar que ya que estamos montados en el burro, como dicen coloquialmente, hay que arrearlo. El empresariado venezolano y la propia industria gubernamental no-petrolera, debe preguntarse, qué vamos a hacer de cara a esta nueva realidad, qué estrategias, de corto y mediano plazos, debemos formular e implementar para ser competitivos.

Lo primera recomendación de los expertos en el tema es ser competitivos localmente. Si una empresa es competitiva en su país, lo que implica productos o servicios de excelente calidad, entregados a tiempo y controlando los costos, una atención esmerada para sus clientes y, sobre todo, la continua innovación en toda o cualquiera de las fases de la cadena de producción, tiene el camino allanado para competir internacionalmente. En Venezuela tenemos ejemplos de competitividad nacional que han traspasado las fronteras. Podemos mencionar a Empresas Polar y Farmatodo, ambas compitiendo con éxito en el mercado colombiano.

Frente a la entrada de Venezuela en el Mercosur, los empresarios nacionales pueden adoptar dos de las siguientes actitudes: lamentarse de lo débiles que son ante sus competidores sureños, responsabilizando a las malas políticas del gobierno nacional o formular e implementar acciones que, desde todo punto de vista, lleven a sus empresas a competir exitosamente en este nuevo mercado del cual formamos parte. Se trata, entonces, de analizar el mismo evento desde dos perspectivas: la de amenaza o la del reto. La última producirá beneficios para todos.

Coordinador del Centro de Gerencia y Liderazgo del IESA

eabm@cantv.net

jueves, 23 de agosto de 2012

El chip gasolinero y las trampas de la regulación

(La Directora Académica y de Investigación del IESA, Rosa Amelia González, comenta los efectos producidos por las "trampas" de la regulación, en referencia a los precios de la gasolina y el contrabando de combustible en los estados fronterizos. Publicado en el diario Últimas Noticias el domingo 19 de agosto de 2012)

Una nueva amenaza afecta a los habitantes del Estado Zulia, quiénes por mandato del gobierno nacional estarían obligados a instalar un “chip” o código electrónico en el parabrisas de sus vehículos para controlar la venta de gasolina; dicho dispositivo se interconecta con otro colocado en las estaciones de servicio y registra la asignación de combustible (litros por día) a cada unidad automotora. El objetivo es frenar el contrabando de extracción de gasolina hacia Colombia. Actualmente la medida se encuentra “suspendida”.

La implementación de esta medida generó un enorme malestar en la región, al punto que dio pie a varias manifestaciones de desobediencia civil. Los ciudadanos rechazaron  el racionamiento, las interminables colas para colocar el chip y el ruleteo por las estaciones de servicio.

¿Por qué y cómo llegamos aquí? Llegamos a esta situación debido a las “trampas” de la regulación; en este caso, del control de precios de la gasolina. La teoría indica que así cómo es posible que una regulación sea efectiva para lograr los efectos esperados, inevitablemente también genera consecuencias no anticipadas e indeseables; así, el control de precios de la gasolina ha conseguido el propósito de mantener la tranquilidad social—tan valorada políticamente después de los sucesos del Caracazo—pero, entre otros efectos no deseados, creó un importante aliciente económico al contrabando de extracción.

Mientras más largo es el control de precios, más rentable es el negocio del contrabando. A la fecha, tras 14 años sin variación en el precio, un litro de gasolina comprado en una estación de servicio en Venezuela por unos pocos céntimos vale 1,25 dólares con solo cruzar la frontera con Colombia; esto significa que el incentivo para que se mantenga el contrabando en la frontera es enorme.

Voceros del oficialismo han acusado a quienes se oponen a la implementación del chip de ser cómplices de los contrabandistas. Por su parte, el ciudadano común se pregunta hasta qué punto con esta medida se solucionará el problema y si se justifican las molestias ocasionadas. La racionalidad económica indica que mientras exista un incentivo económico tan grande, es bastante improbable que la política de automatización de venta de gasolina sea exitosa en su propósito de frenar el contrabando de gasolina, más allá de la venta al menudeo.

Venezuela es un país con más de 3 mil kilómetros de costas y 5 mil kilómetros de frontera terrestre con Colombia, Brasil y Guyana; vigilar la salida del combustible por un territorio tan amplio es prácticamente imposible y si el gobierno persevera en su empeño las medidas de control tendrán que ser cada vez más punitivas.

Tarde o temprano, independientemente de quien gane las próximas elecciones, el gobierno venezolano tendrá que encarar el desmontaje del control de precios de la gasolina y otros bienes y servicios actualmente regulados. La experiencia internacional muestra interesantes iniciativas implementadas en otros países, como Irán y Brasil, donde el control de precios de la gasolina fue sustituido por un subsidio directo a los ciudadanos que no genera efectos indeseados cada vez más difíciles de corregir.

La lección mexicana

(El Presidente del Consejo Directivo del IESA, Gustavo Roosen, aborda los detalles de las políticas públicas desarrolladas por México que lo han llevado a sobresalir en materia económica, con el pronóstico de que superará a Brasil en el año 2020 como primera economía de la región. Publicado en el diario El Nacional, el 20 de agosto de 2012)

La economía de México superará a la de Brasil en 2020, pronostica la firma japonesa Nomura Securities International. Como todo pronóstico, este de Nomura, más que para prefigurar el futuro, debería servirnos para comprender el presente.

¿Qué tendencias se observan? ¿Bajo qué premisas podría darse este cambio? ¿Puede hablarse de una lección mexicana? En el podio de las economías latinoamericanas Brasil y México han ocupado en las últimas décadas las primeras posiciones, con Brasil a la cabeza desde 2005, gracias a las políticas modernizadoras iniciadas por Fernando Henrique Cardoso y seguidas por Lula da Silva. En los últimos años, sin embargo, México ha ido concretando políticas públicas dirigidas a fortalecer su economía. Y ha obtenido buenos resultados.

Pese al gravísimo problema del narcotráfico, con incidencia en todos los aspectos de la vida nacional, México ha logrado diversificar su economía, ampliar su base exportadora, mejorar su competividad y probar su compromiso con el libre comercio. Lo ha hecho sin aspavientos, sin grandes declaraciones, con una presencia sólida y madura en los centros internacionales de decisión, superando grandes dificultades como la competencia de China en su propio mercado natural.

Los pronósticos de Nomura hablan para la próxima década de un crecimiento promedio de entre 4,25% y 4,75% para México y de sólo entre 2,75% y 3,25% para Brasil. La influencia de la economía china y el peso de la deuda serían algunas de las razones para explicar la diferencia. Así, la desaceleración de esa economía, negativa para Brasil en tanto reduce su opción exportadora de materias primas, revitaliza las posibilidades de México en el mercado norteamericano. La proporción de deuda bancaria respecto al PIB en México, por otra parte, es apenas un tercio de la de Brasil.

Otras dos razones sugiere el análisis para justificar su visión optimista respecto de México: la ventaja del bono demográfico y la perspectiva de reformas para estimular el crecimiento.

La población activa, en efecto, será mayor en las próximas dos décadas a la dependiente. Los recientes resultados electorales, a su vez, expresan la voluntad de animar ambiciosas reformas económicas, condición para el crecimiento que se anuncia. Enrique Peña Nieto, el presidente electo, ha dicho ya que se propone elevar 6% la tasa de crecimiento mediante, entre otras medidas, reformas al mercado laboral y al sector petrolero. En México, de hecho, se comienza a percibir la voluntar de aprovechar con mejor criterio las importantes posibilidades que tiene en el campo energético, para lo cual habrá de superar el fracasado esquema tradicional y optar por la modernización de su industria petrolera.

Una aproximación comparativa a las políticas recientes de Brasil y de México dejaría ver una tendencia brasileña a volcarse al ámbito internacional, en contraste con la mexicana, más centrada en el país y en sus necesidades. La atención a temas que tienen que ver más con un cierto liderazgo internacional que con el fortalecimiento interno ha provocado posiblemente en Brasil una pérdida de foco en lo nacional. México, de manera más callada pero más consistente, ha venido ocupándose de consolidar una economía realista, competitiva, sostenible en el tiempo.

Aquí reside posiblemente la lección mexicana de esta hora: concentrarse en el desarrollo de las fortalezas internas para garantizar el bienestar de la comunidad y ganar en competividad, absolutamente conscientes de la necesaria inserción en lo internacional pero sobre la base de los mejores intereses nacionales.

Es lo que corresponde a economías imperfectas como las nuestras: trabajar hacia dentro sin perder la perspectiva global, dedicar los esfuerzos más a la solución de los problemas internos que a la construcción de liderazgos continentales o mundiales, poner el foco en las prioridades: educación, salud, trabajo, seguridad, infraestructura, productividad, servicios, calidad de vida. Atender lo interno es la primera condición para competir con éxito en el plano internacional.
nesoor@cantv.net

Deuda pública desbocada

(El economista y profesor del IESA, Pedro Palma, explica las razones de la creciente deuda pública venezolana y de las implicaciones que ésta tiene para el futuro económico del país. Publicado en el diario El Nacional, el 13 de agosto de 2012)


Durante los últimos cinco años la deuda pública ha experimentado un crecimiento desproporcionado. Esto se debe a la voracidad financiera del Gobierno, para el que no bastan los abultados ingresos que hoy recibe de la industria petrolera, sino que necesita de abundantes recursos extraordinarios para financiar el desenfrenado gasto público.

Estos fondos proceden, además del endeudamiento tanto interno como foráneo, del financiamiento del BCV a través de la masiva transferencia al Ejecutivo de buena parte de sus reservas internacionales sin recibir compensación alguna.

Otra razón que explica el alto endeudamiento, en este caso el externo, es la necesidad de alimentar al mercado cambiario del Sitme con títulos denominados en moneda extranjera, lo que ha llevado a la República y a Pdvsa a emitir estos papeles en cantidades considerables.

Esto representa una carga financiera desproporcionada, porque esos bonos son vendidos en bolívares a la tasa de cambio oficial, produciendo ingresos primarios limitados en moneda local a quienes los emiten, pero generándoles unas obligaciones en dólares por demás costosas, debido a los elevados intereses que estos papeles tienen que pagar por la alta percepción de riesgo que sobre Venezuela existe en los mercados internacionales. En resumen, el sector público incurre en un costoso endeudamiento a largo plazo en moneda extranjera a cambio de unos pocos bolívares, con el fin de venderle dólares baratos y altamente subsidiados al público.

Sin embargo, después de un período de alto crecimiento de la deuda externa comprendido entre comienzos de 2009 y el tercer trimestre de 2011, en los meses recientes se ha notado una estabilización, mas no ha sido ese el caso de la deuda interna, la cual se ha disparado desde fines del año pasado hasta nuestros días.

De hecho, en febrero de este año se modificó el decreto que rige las operaciones del Fonden con el objetivo de autorizarlo a realizar operaciones que representan endeudamiento, permitiendo que tanto ese ente como otros organismos públicos hayan emitido obligaciones por más de 36 millardos de bolívares desde noviembre de 2011 a esta parte, lo que ha constituido la llamada deuda indirecta. El Gobierno central ha ofertado este año más de 60 millardos, lo que ha hecho que hoy la deuda pública interna supere holgadamente los 200 millardos de bolívares.

Gran parte de esos papeles se le ha vendido a la banca local. Esto ha tenido implicaciones de importancia. Muchos de esos títulos pagan unos intereses muy bajos, que en algunos casos no llegan al 5% anual, haciendo que su valor calculado de mercado sea muy inferior a su valor nominal, lo cual, en principio, implica una pérdida para las instituciones que los adquirieron. 

Incluso, si esos títulos son registrados contablemente a 100% de su valor nominal, los bajos rendimientos que generan implican de hecho una carga financiera de importancia para la banca, que ocasionan que los intereses que ésta pueda pagar por los depósitos que recibe del público sean también muy bajos y no estimulan el ahorro.

Adicionalmente, la vertiginosa acumulación de obligaciones del sector público en la banca incrementa la dependencia de estas instituciones financieras del Estado y las expone a los irresponsables manejos de las finanzas gubernamentales y de las políticas públicas a los que ya nos tiene acostumbrados el Gobierno.

Si bien la abultada deuda interna se diluirá una vez que se materialice el inevitable ajuste cambiario que se producirá en poco tiempo, el dislocado aumento de la deuda pública tendrá consecuencias muy negativas a largo plazo, ya que los pagos futuros de intereses y capital limitarán cada vez más la disponibilidad de recursos para inversión productiva y en capital humano, y serán las generaciones futuras las que pagarán las consecuencias del irresponsable endeudamiento de este gobierno.

@palmapedroa