martes, 26 de febrero de 2013

La petropolítica de Venezuela en el Nuevo orden Internacional

"La geopolítica de la producción de energía es clave en negociaciones internacionales, generando alianzas y conflictos entre las regiones y arenas multilaterales", comenta Amanda Beaujon, investigadora del Centro Internacional de Energía y Ambiente del IESA. Publicado el 19 de febrero de 2013, en Petroguía

 

El equilibrio geopolítico se encuentra en un punto de transición. Al finalizar la Guerra Fría el sistema caracterizado por la bipolaridad ha ido evolucionando hacia la multipolaridad. Consecuencia de nuevas realidades económicas, el surgimiento de nuevos poderes políticos y militares, globalización económica, política y cultural y el desarrollo de tecnologías de comunicación 2.0.


Estados Unidos ha enfrentado un desafío creciente para mantener su posición hegemónica. La presión Internacional resultado del crecimiento incomparable de los BRICs como nuevos poderes económicos, y las ambiciones nucleares de países no alineados, evidencia cómo la mencionada multipolaridad viene a ser reflejo de la coherción ejercida en un sistema donde los recursos clave son más fácilmente accesibles por los jugadores más débiles.

Las subidas agudas en los precios de los commodities también han sacudido el equilibrio político internacional -especialmente los precios del petróleo. La geopolítica de la producción de energía es clave en negociaciones internacionales, generando alianzas y conflictos entre las regiones y arenas multilaterales.

La política exterior de Venezuela durante el período de la Revolución Bolivariana, es un interesante caso para discutir las implicaciones de este fenómeno. Caracterizada por desafiar a los Estados Unidos y otros países desarrollados catalogados por los representantes del gobierno como "poderes imperialistas", mientras son utilizadas las reservas petroleras y los petrodólares como un instrumento para consolidar su posición ante una red de aliados internacionales más pequeños, dirigiéndolos a desafiar el orden mundial establecido.

Los altos precios del crudo durante la última década han permitido que el Gobierno venezolano sostenga políticas internas que atentan contra las libertades civiles de los ciudadanos; el presidente Hugo Chávez ha soportado los costos políticos que implican el cierre de un canal de televisión, la expropiación de propiedades privadas, encarcelar jueces y adversarios políticos, así como manejar las ganancias excedentarias de la renta petrolera con la opacidad y el secreto más alto observado en la región.

A nivel internacional, Venezuela ha podido mantener una política internacional de cooperación donde intercambia petróleo a tarifas preferenciales por especies agrícolas que podrían ser cosechadas localmente. Implícitamente, estas relaciones comerciales aseguran el voto de los países cuando es necesario en organizaciones internacionales, en donde un país representa un voto. Ejemplo de esto es la reciente elección de Venezuela para formar parte del Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas con 154 votos – situación contraintuitiva, dados los acontecimientos mencionados anteriormente.

Utilizar el petróleo para obtener apoyo en instituciones internacionales como Naciones Unidas y la OEA puede evaluarse como una postura neo-imperialista para un gobierno que dirige la narrativa anti-imperialista moderna. Según la primera ley de la petropolítica, de Thomas Friedman este cambio radical en la política exterior venezolana y las políticas de derechos humanos puede ser extrapolada a otros países productores de petróleo, pareciera que existe una correlación entre estos hechos con la subida de los precios del crudo en momentos históricos diferentes. La experiencia de Irán, Rusia y varios países africanos y latinoamericanos pueden atestiguar que la radicalización interna y externa es un fenómeno predominante en las partes del mundo que poseen riquezas naturales.

Algunos países productores de petróleo, como Arabia Saudita, han reconocido que durante los momentos de altos precios del crudo, los países desarrollados alinean su política exterior en materias de energía y ambiente, traduciéndose en las significativas inversiones en el desarrollo de fuentes energéticas locales y tecnologías de energía verde. Una visión a largo plazo en gobiernos de países ricos en recursos rara vez es alcanzada, dado cómo el petróleo juega un papel determinante en las luchas internas por el poder. No obstante, alcanzar esa perspectiva quizás termine siendo fundamental para sostener la importancia del petróleo como la principal fuente de energía en el mundo, y de esa manera podrán los países que lo poseen mantener su relevancia económica y geopolítica.

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