lunes, 16 de mayo de 2011

Gustavo Roosen \\ Lo primero, el educador

Si alguien tratara de definir la diferencia entre países con futuro y países con incertidumbre no tendría sino que examinar el modo como asume cada uno el tema de la educación.La unanimidad sobre el reconocimiento de su importancia se rompe a la hora de concretar su alcance, sus condiciones, sus exigencias. Objeto de activa y permanente atención para unos, no pasa para otros de tema pasajero, que se activa con una crisis y se olvida con una promesa, una declaración o un amago de solución.



Este parece ser el caso de Venezuela: un día de alarma, semanas de silencio, atención espasmódica a problemas puntuales, declaraciones principistas unas veces, soluciones apresuradas otras, desde una perspectiva más política o desde una más gremialista, desde la proclama difusa o desde el pragmatismo simplificador. La falta de continuidad en la atención al tema termina desvalorizándolo.El problema central, entre tanto, sigue, al final del día, sin ser tocado, no al menos en su dimensión integral.


En este clima de inconsistencia hay, sin embargo, algunas acciones que, aunque pudieran parecer modestas, apuntan a lo importante. Se trata de las iniciativas que ponen el acento en el educador, en su formación, en la recuperación de la dignidad y del respeto que merece y del que debe hacerse acreedor.Una de estas iniciativas es el concurso ­actualmente en proceso­ para ingreso de docentes en las escuelas del estado Miranda. Se trata de llenar 344 cargos con los mejores. "La meta es contar con docentes de carrera, ingresados y promovidos por sus méritos", declara Juan Maragall, secretario para el Progreso Educativo de Miranda.


No es la primera acción de este tipo. En 2009 fueron ascendidos 100 directivos mediante concursos públicos, y en 2010 regularizados 1.500 interinos después de aprobar una evaluación de desempeño y de competencias básicas. Son formas de decir cuánta importancia se atribuye, de verdad, al educador como factor clave para garantizar una educación de calidad, la que se necesita.Cuando se piensa en la educación y en su papel transformador, una de las claves tiene que ser contar con los mejores. En su reciente libro Basta de historias , Andrés Oppenheimer cita, a este propósito, a César Gaviria. "A la hora de escoger sus mejores recursos humanos para manejar la economía, traemos al profesor de Harvard, Pero para la educación, muy raras veces traemos al más calificado".


Es aquí donde se manifiesta una de las frecuentes contradicciones de la sociedad: queremos los fines pero no ponemos los medios, declaramos la educación como lo más importante pero no estimulamos el respeto por el educador ni seleccionamos a los mejores para esta función, decimos estimar la profesión docente pero no animamos a nuestros propios hijos a escogerla, queremos buenos maestros pero no reconocemos su esfuerzo ni premiamos la calidad. De guías y maestros, los docentes han pasado a ser para muchos simples empleados o funcionarios, frente a los cuales hay más reclamos y exigencias que respeto. Las mismas escuelas de educación no parecen interesadas en captar a los mejores ni en exigir un alto nivel de excelencia que corresponde a la función que habrán de cumplir y a la responsabilidad que asumirán en la construcción del país.Pensar de verdad en la educación como prioridad nacional pasa por ocuparse de la dignificación de la profesión docente, por la selección de los mejores, por su formación y la creación del ambiente más favorable para el cumplimiento de su misión.


Es necesario con urgencia revertir el proceso de desmoronamiento de la educación al que han contribuido políticas equivocadas o mal aplicadas, pero también un comportamiento social inconsistente, que ha desvalorizado la profesión docente, ha minado la autoridad y el prestigio del maestro, ha permitido el irrespeto y alimentado la indisciplina y la mediocridad.Si de verdad pensamos que el futuro del país depende de la educación, es el momento de pensar en los educadores.


Artículo de opinión

Publicado el lunes 16 de mayo de 2011



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