(El profesor del IESA, Miguel Ángel Santos, afirma que los reportes de la banca internacional se han puesto más pesimistas en relación con Venezuela y sostiene que las dos únicas estrategias que existen para ajustar el déficit en que se ha incidido en 2012 serían una macro devaluación y tratar de influir en la OPEP sobre un recorte de producción. Publicado en El Universal, el 3 de agosto de 2012)
Los reportes de la banca internacional se han ido poniendo cada vez más pesimistas en relación con Venezuela. Este es un hecho que resulta todavía más curioso cuando uno se da cuenta que muchos de los que contribuyen con esas notas son analistas venezolanos. Uno infiere (en algunos de estos reportes está explícito, en otros no) que ese pesimismo viene halado por su expectativa de una nueva victoria oficial en las elecciones de octubre. Pero no siempre es así.
Yo he sostenido en otra parte que las dos únicas estrategias que tendría disponibles la revolución para ajustar el colosal déficit en que ha incurrido en 2012 serían una macro devaluación y tratar de influir en la OPEP sobre un recorte de producción. En esto último ha demostrado ser muy poco exitosa.
Por el lado de las cantidades tampoco parece haber oportunidad. De hecho, Venezuela es el único país que se mantiene por debajo de su cuota OPEP. Nuestra producción ha caído en 22% en catorce años, mientras el resto de nuestros socios OPEP aumentaban 14%. Algunos de nuestros amigos en la región, Brasil (119%) y Ecuador (32%) también han incrementado significativamente su producción.
La revolución, que ha venido prometiendo desde el plan Siembra Petrolera de 2005 la expansión de nuestra producción a 5.8 millones de barriles día, llega a 2012 boqueando con algo menos de tres. Siendo así, sólo le queda disponible una devaluación, que las bancas han estimado entre 50% y 75%, para cuadrar las cuentas fiscales. Esta magnitud aún no corregiría el desajuste, lo que obligaría a recortes del gasto adicionales y más endeudamiento. En esas circunstancias, me llama la atención que, por citar un ejemplo, Nomura crea que el producto caería sólo 1%, dada la larga historia de devaluaciones contractivas de nuestro país.
La oposición tiene un margen de maniobra muchísimo más amplio de ganar las elecciones de octubre. Tiene la posibilidad de aumentar de forma inmediata el flujo de caja de Pdvsa, suspendiendo los subsidios que hoy totalizan un equivalente a 182.000 barriles diarios o 6.600 millones de dólares.
Puede aumentar la producción en un horizonte de un año en unos 200.000 barriles diarios, con inversiones mínimas en mejoradores que ya están ahí, lo que representaría otros 7.300 millones de dólares adicionales. Puede inscribir esta acción dentro de un plan de expansión similar al que el Gobierno nos ha prometido hasta en cuatro ocasiones diferentes desde 2005, que lleve nuestra producción efectivamente a la vecindad de 6 millones de barriles día.
Más aún, la oposición puede generar un cambio de expectativas, atraer inversión a través del desarrollo de un plan de política económica y social consistente, reduciendo así la prima de riesgo que hoy le exigen a Venezuela los mercados internacionales. Como resultado de estas políticas, el ajuste no sólo sería menos traumático, sino aun tendría posibilidades de ser expansivo.
Lo demás, que nadie se engañe, es seguir devaluando y seguir endeudando a la República, a tasas cada vez mayores, hasta que el flujo de caja se agote y se haga inminente un evento de default. De seguir al ritmo que trae la revolución, no es cuestión de si ocurrirá, sino más bien de cuándo.
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