miércoles, 19 de septiembre de 2012

Amuay: Gestión deficiente

(Los investigadores del Centro Internacional de Energía y Ambiente del IESA, Amanda Beaujon y Jean Paul Leidenz, explican los sucesos ocurridos en Amuay. Publicado en El Universal, el 18 de septiembre de 2012)


El pasado 25 de agosto la Península de Paraguaná fue el escenario de la mayor tragedia ocurrida en una refinería petrolera en los últimos 25 años, cuando como consecuencia de una fuga de gas, se generó una Explosión de Vapor No Confinada que logró desplazarse hasta un punto de ignición, ocasionando el fuego inicial.

Al producirse la fuga en una unidad de almacenamiento, resultado de alguna falla en el sistema, los detectores de inflamabilidad debían activarse, para dar apertura al agua de confinamiento y mitigación. No se detectó a tiempo la fuga, los sistemas que debían responder no funcionaron adecuadamente, haciendo ignición el gas y ocasionando un incendio que no fue contenido a tiempo, generando una explosión. Además de las fallas en el sistema, tampoco se ejecutaron los planes de emergencia de evacuación.

Hasta el momento, la reacción oficial ha sido negar la hipótesis de que la tragedia se deba a falta de mantenimiento y previsión. No obstante, según la Memoria y Cuenta 2011 de Pdvsa, las revisiones de mantenimiento planificadas para ese año sólo se cumplieron en 20% debido a escasez de materiales. Existen además indicios de que había conocimiento sobre la fuga de gas, previo al accidente. La empresa Puramin fue alertada durante la tarde del viernes, lo que permitió la evacuación parcial de su planta.

Rafael Ramírez, ministro de Energía y Petróleo y presidente de Pdvsa, excusó el mantenimiento insuficiente correspondiente al 2011 sobre la base de haber sido aprobado por un comité técnico. "Si, por alguna razón, esta planificación no puede hacerse como estaba establecido, se difiere, pero se difiere hasta un punto. Hay un comité técnico que te dice: tú no puedes hacer un diferimiento mayor de esta parada", afirmó Ramírez.

Dichos límites parecen ser bastante amplios, en tanto admiten postergar el 80% de las revisiones anuales. No resulta un argumento adecuado señalar que la falta de mantenimiento contó con aval técnico, sobre todo al ser postergadas por falta de material. Dada la magnitud del accidente, convendría que las consideraciones de dicho comité fuesen públicas y contrastadas por una comisión independiente. Así, podría investigarse la posibilidad de que la falla se debiese a negligencia técnica.

Siendo Pdvsa una empresa estatal, involucrada en actividades de alto riesgo para sus trabajadores, resulta alarmante la falta de transparencia en su política de seguridad industrial. Las razones técnicas que autorizaron relajar las revisiones de mantenimiento aun a pesar de su potencial pernicioso, no aparecen reflejadas en informe institucional alguno.

La profundidad del accidente afecta no sólo al comité encargado de las evaluaciones de mantenimiento y seguridad industrial, se trata de un fallo gerencial general de la empresa. La tragedia de Amuay evidencia también la gestión incompetente de nuestra principal industria. Incluso puede hablarse de debilidad institucional, en tanto la fusión fáctica del cargo ministerial con la presidencia de Pdvsa hace flaco favor a la transparencia y supervisión de sus autoridades.

energia.ambiente@iesa.edu.ve

Centro Internacional de Energía y Ambiente del IESA

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