Sobre la crisis eléctrica los expertos en el tema han dado suficientes y convincentes explicaciones, sin embargo, conviene comentar la manera como ha sido manejada. La reflexión inicial es que este es un año electoral que, de acuerdo con las encuestas, el Gobierno no las tiene todas consigo.
En más de una oportunidad he oído hablar de la torpeza, incompetencia y, en algunos casos, hasta de brutalidad del Gobierno, apreciaciones estas de las cuales difiero. Desde el momento mismo en que Chávez arribó al poder prometió la refundación de la patria (SXXI), proceso que supone acabar con el modelo de sociedad preexistente para implantar un nuevo e ignaro modelo. En este proyecto autoritario y personalista, los objetivos y las prioridades son políticas y las decisiones, indefectiblemente, están matizadas por lo ideológico: la gerencia técnica de los asuntos públicos no ha sido ni será prioritaria.
En ese escenario, la institucionalidad democrática no está presente en las listas protocolares de los organismos públicos: ¿en algún momento fueron llamadas a consulta la cámara que agrupa a los centros comerciales, las alcaldías, clínicas y demás instituciones afectadas por las medidas? Es más, la nueva institucionalidad tampoco es prioritaria: ¿llamaron a consulta al pueblo organizado en comunas, instituciones creadas precisamente para la participación y la contraloría social? ¿Llamaron a la banca para consultarle cómo enfrentar la crisis o para que sirviera de plataforma para cancelar a los ahorristas afectados? ¿Por qué al frente de estas instituciones no hay técnicos sino personas leales al líder? El diálogo y la participación consagrados en la Constitución, no forman parte del socialismo del siglo XXI.
La gravedad de la crisis eléctrica es objetiva, a pesar de ello, las medidas y sus rectificaciones no se compadecen con tal gravedad. Su anuncio no fue adecuado ni en cuanto al medio ni en cuanto a su contenido. Con relación a las medidas mismas, no se ha cuantificado el incremento de generación eléctrica, el huso horario no será modificado ni se ha instrumentado un programa ciudadano, no ideológico, de concientización sobre cómo ahorrar la electricidad. El Gobierno está apostando a que a partir de mayo, lloverá ¿y si no llueve? ¿Hay una verdadera y sincera intención del régimen de resolver el problema eléctrico? Cuesta pensar como real, tanta torpeza junta en un año electoral.
Estoy persuadido que las medidas no han sido azarosas, le han dado al régimen mucha información acerca de la reacción ciudadana, han servido como un indicador de cuan cerca o cuan lejos está el nivel de tolerancia de los ciudadanos, es decir, como está la capacidad de aguante de los venezolanos, los afectos al régimen y los que no lo son: ¿vendrán otras medidas extremas?
Sin embargo, a la sociedad democrática también le ha dado información. Perversamente, el interés nacional está supeditado al inviable proyecto de sociedad socialista que nos quieren imponer. Tamaña irresponsabilidad ni puede pasar por debajo de la mesa, ni puede seguir apoyándose pues no se trata de un partido, de un gobierno, o de un hombre, se trata de toda una nación que deliberadamente la están arruinando física y moralmente. No podemos convalidar tan depravada irresponsabilidad.
Para la ciudadanía democrática y consciente, debe quedar claro que a pesar de la irresponsabilidad revolucionaria, ¡hay que ahorrar energía tanto en la escasez como en la abundancia!
Artículo de opinión
El Nacional, 22 de enero de 2010
http://noticias.eluniversal.com/2010/01/22/opi_art_el-racionamiento-si_22A3318851.shtml
mayora.j@gmail.com
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