
Más importante que ellos puede ser, sin embargo, comprobar cómo es considerado hoy Brasil en el concierto de las naciones, por qué es consultado y escuchado. Cada vez más integrado al comercio internacional, sus productos están en todos los mercados, mientras sus importaciones se concentran en tecnología, equipos, maquinaria y bienes de capital.No se exagera al hablar de la pujanza de sus empresas y de su presencia en la vanguardia mundial. Cumplida la meta de independencia energética, avanza en el propósito de liderazgo, no sólo como productor de petróleo y gas sino también de energías alternativas.Las inversiones de Petrobras, empresa pública con accionistas privados y presencia en la bolsa de Nueva York, crecen de año en año, tanto como sus adelantos tecnológicos.
En lo social, Brasil puede mostrar una importante reducción de la pobreza y una efectiva incorporación de la clase media al empleo productivo y a mejores condiciones de vida. El acceso al crédito ha convertido a millones de pobres en consumidores y a millones de desempleados en trabajadores formales. Junto con medidas transitorias, se ha puesto el acento en las estructurales: educación, salud, infraestructura.¿Cuáles son las razones del éxito? Si en algo están de acuerdo los analistas es en señalar la continuidad de las políticas aplicadas desde Henrique Cardoso, seguidas con su estilo y variantes por Lula y ahora por Dilma Rousseff.
La pujanza de Brasil nace de esas políticas públicas: búsqueda de la productividad, apoyo a los sectores productivos, apertura, acción coordinada de los sectores público y privado, promoción comercial, empleo digno, creación de confianza interna y externa, promoción de las inversiones. Nace de haber comprendido la necesidad de la interacción para crecer con los otros países, con las instituciones, con los trabajadores, con los empresarios, con el mundo científico, con los diversos grupos sociales y políticos. Se habla del "milagro brasileño". Para la periodista española Gabriela Mayorga López se trata de un milagro con explicaciones muy concretas: una inversión consistente en investigación y desarrollo iniciada hace más 30 años y volcada hacia 2 áreas estratégicas: la producción agrícola y la energética.Brasil no ha resuelto, ni mucho menos, todos sus problemas.
Persisten graves situaciones de miseria, inseguridad, corrupción, desigualdad, 6,4% de desempleo, deficiencias de calidad en el sistema educativo, en la prestación de servicios de salud, en la disposición de una infraestructura capaz de sostener su impulso.Como señala Moisés Naím, su propio éxito se ha convertido en fuente de ansiedad. ¿Hasta dónde es sostenible? ¿Sabrá tomar las medidas adecuadas? Los fantasmas hoy son la inflación, la expansión del crédito y el crecimiento del gasto público, un déficit cercano a 2,2% del PIB ¿Cómo controlar la inflación sin frenar bruscamente el crecimiento? ¿Cómo mantener la inversión social y controlar adecuadamente el gasto? ¿Cómo seguir atrayendo inversión productiva y alejar la especulativa?
Mirar al Brasil y aprender sus lecciones de ninguna manera nos ahorra la obligación de encontrar nuestro propio diseño.Lo que sí está claro es que no será por la vía de la destrucción del aparato productivo y de las instituciones, por el camino del autoritarismo y la exclusión, por el recurso a las grandes declaraciones y promesas como forma de cubrir la incapacidad o la falta de visión.
Artículo publicado en El Nacional
Lunes 13 de junio de 2011
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