lunes, 21 de enero de 2013

Hora de dialogar

 (El profesor del IESA, Ricardo Villasmil, afirma que no se puede concebir un diálogo político sin estar dispuesto a reconocer la legitimidad de la contraparte. Publicado en El Universal, el 12 de enero de 2013)


El clima de polarización política actual hace difícil pensar en un diálogo constructivo entre las partes, uno que subordine los intereses de cada uno al cumplimiento de un objetivo superior, pero eso es precisamente lo que necesitamos edificar para poder enfrentar la amenaza que representa para la gobernabilidad la confluencia de cinco elementos en una suerte de tormenta perfecta:



1. El boom económico llegó a su fin: la popularidad y el apoyo a la gestión de Hugo Chávez han estado sustentados en niveles de consumo privado financiados por aumentos en los precios petroleros y en el endeudamiento público que son claramente insostenibles. Mas aún, la magnitud de los desequilibrios obligan a imponer un ajuste contractivo en el corto plazo con consecuencias significativas sobre los niveles de consumo privado.

2. Los venezolanos -particularmente en los sectores populares- mantienen un optimismo infundado en torno a su futuro inmediato y no anticipan una contracción económica.

3. Muchos problemas metidos bajo la alfombra amenazan con a salir a la luz: el incremento en los niveles de consumo y el liderazgo del presidente Chávez han compensado hasta ahora por el deterioro en otras áreas críticas para la calidad de vida de los venezolanos (seguridad, empleo, servicios públicos, etc.), y por violaciones en el cumplimiento de obligaciones del Estado como patrono.

4. El caos latente: El Estado no tiene el monopolio de la violencia como consecuencia de haberla cedido progresivamente a grupos irregulares (colectivos, bandas, malandros, pranes, guerrilla, milicia, etc.), y por la politización de los cuerpos policiales, de la Fuerza Armada y del Poder Judicial.

5. La fragmentación política: Hugo Chávez ha sido el factor aglutinante a lo interno del chavismo y de la oposición, producto en parte de su capacidad para contener las enormes diferencias internas existentes en cada uno. Los herederos del Chávez parecen tener capacidad para darle continuidad a esa forma de liderazgo y los acontecimientos por venir amenazan también con fragmentar la coalición opositora.

Naturalmente, no puede concebirse un diálogo político o de ningún otro tipo sin estar dispuesto en primer lugar a reconocer la legitimidad de la contraparte y luego a ceder. Al fin y al cabo, de eso se trata la política.

@rvillasmilbond; www.ricardovillasmil.com

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