jueves, 17 de enero de 2013

Lidiar con la incertidumbre

(La Directora Académica y de Investigación del IESA, Rosa Amelia González, afirma que el país continúa asediado por una larga lista de problemas que reclaman solución con urgencia. Publicado en el Últimas Noticias, el 13 enero de 2013)


 
Según el Diccionario de la Real Academia Española, incertidumbre es la falta de conocimiento seguro y claro de algo. La incertidumbre tiene consecuencias directas en el comportamiento de las personas y de las organizaciones; éstas pueden ser positivas, como la innovación que se deriva de la búsqueda de opciones, pero suelen ser negativas, como la parálisis (hasta ver qué pasa) o el conflicto (cuando la falta de certeza se torna inmanejable).

 
 
La incertidumbre puede tener un costo muy elevado para las sociedades, especialmente cuando están en juego la paz y el sosiego de los ciudadanos. Es por eso que generalmente los países acuerdan unas reglas mínimas dirigidas a proporcionar certeza en situaciones especiales. Tales reglas están contenidas en la Constitución y las leyes, de modo que sean de obligatorio cumplimiento para todos.

El mejor ejemplo del grado de incertidumbre al cual estamos expuestos los venezolanos es el evento de la toma de posesión del presidente Chávez para el próximo período de gobierno. Al momento de escribir este artículo, a escasos dos días de la fecha pautada, todavía no se sabe qué acontecerá. En las últimas horas, el debate público se ha centrado en las reglas que establece la Constitución en caso de no concretarse la juramentación; ello podría interpretarse como la búsqueda de certeza para manejar una situación imprevista y potencialmente difícil.

Aunque sea comprensible, para muchos venezolanos esa discusión es completamente inútil, puesto que si algo ha caracterizado al período chavista es la llamada “institucionalidad emergente”. Esto es la disposición de los poderes públicos (Asamblea Nacional, Tribunal Supremo de Justicia, Consejo Nacional Electoral y organizaciones del poder ciudadano), todos completamente afectos al oficialismo, a modelar e interpretar las reglas conforme a las necesidades del Gobierno como diría aquél célebre personaje de telenovelas: como vaya viniendo, van viendo.

Para el momento en que este trabajo sea publicado, ya sabremos qué sucedió finalmente el 10-E. Sin embargo, más allá de ese evento específico, es importante preguntarse qué consecuencias tiene para la sociedad venezolana desenvolverse en una incertidumbre constante. Mientras todo el mundo sigue, como en una película de suspenso, el estado de salud del Presidente, y las informaciones que provienen de los voceros políticos del oficialismo y la oposición, el país continúa asediado por una larga lista de problemas que reclaman solución con urgencia: un enorme déficit fiscal, la inflación más alta del continente, infraestructura en decadencia, problemas operativos en la industria petrolera, escasez de productos básicos, crisis del sistema eléctrico y cifras de horror en materia de homicidios y otros crímenes contra la población. Reducir la incertidumbre es condición necesaria para enfrentar estos desafíos, y para ello es clave respetar ciertas reglas y fortalecer las instituciones

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