"El gobierno puede ser capaz de mantener parcialmente la bonanza por lo menos durante el primer semestre del año"
Francisco Monaldi, profesor del IESA.
El gobierno de Hugo Chávez recurrió a un “auge en esteroides” del gasto público para ganar la elección presidencial del 2012 (en este caso al parecer más allá de la metáfora). Su estrategia económica ha provocado una dramática apreciación del tipo de cambio real, el aumento de las importaciones a un récord histórico, y un auge considerable de los salarios reales especialmente en el sector público. Confrontando a Henrique Capriles, un formidable rival, y a las limitaciones impuestas por su enfermedad durante la campaña, recurrió a la estrategia ya probada de inyectar dinero en los bolsillos de sus electores, especialmente en los sectores populares. Esta fue la misma estrategia utilizada de manera muy eficaz en los eventos electorales del 2004 y el 2006, y que eventualmente tendrá dramáticas consecuencias económicas, algunas de las cuales ya se pueden observar, pero que aún no impactan de manera contundente al ciudadano común.
Durante 2009 y 2010, la recesión producto de la caída en el precio del petróleo y el mal manejo macroeconómico del gobierno habían provocado una sustancial caída en la aprobación del presidente Chávez a niveles no vistos desde 2003, inferiores al 45%. Esta situación llevó a que el oficialismo obtuviera su peor resultado electoral en las elecciones legislativas de 2010 con 47% del voto popular.
Con el objeto de revertir esta situación, a partir de la segunda mitad de 2011, el ciclo de gasto electoral comenzó con un dramático aumento de la oferta monetaria y el gasto público. Seis meses después, los resultados eran visibles: la popularidad de Chávez aumentó en más de 10 puntos porcentuales en todos los sondeos de opinión.
Muchos observadores políticos atribuyeron erróneamente este aumento de apoyo a la simpatía obtenida por el anuncio de su padecimiento de cáncer, o al lanzamiento de la Misión Vivienda. Pero, en realidad, la principal fuente de popularidad del presidente a sido el aumento de la capacidad de consumo de los sectores populares, que ha sido posible por el incremento del gasto público, alimentado por el auge del petróleo, y por el impulso macroeconómico de corto plazo generado por la manipulación de las políticas monetarias, fiscales, cambiarias y salariales.
En 2012, el gobierno gastó alrededor del 51 por ciento del PIB -el nivel más alto de la región-, aprovechando los altos precios del petróleo y su control sin precedentes sobre los recursos públicos, el sistema financiero y el Banco Central. En el año previo a la elección, el gasto público total se incrementó en más del 40 por ciento en términos reales, similar al aumento en el año 2006 durante la elección presidencial anterior. Este salto en el gasto dio lugar al mayor déficit del sector público en nuestra historia de alrededor del 17 por ciento del PIB –una magnitud impresionante estando en medio de un auge inédito de los precios del petróleo.
El aumento del gasto permitió al gobierno aumentar los salarios públicos en más del 30 por ciento en términos reales, crear un boom de construcción pública y sacar al país de la recesión, a pesar del relativamente pobre crecimiento del sector privado. La inflación del 20 por ciento en 2012 sigue siendo muy alta, pero se redujo significativamente en comparación con el 2011, a pesar del espectacular aumento de la oferta monetaria.
El control de la inflación fue en gran parte resultado de la importación de un récord de más de $ 50 mil millones de dólares en bienes y servicios a un tipo de cambio excesivamente apreciado, y del cual una porción creciente fue realizada directamente por el gobierno, que luego vendió los productos a precios subsidiados. El programa de distribución masiva de electrodomésticos chinos, fue un factor fundamental en
incrementar el consumo real de un grupo muy significativo de los hogares.
Una victoria no tan perfecta
Desde una perspectiva de economía política el margen de victoria de Chávez el 7 de octubre, de casi 11 puntos porcentuales, no fue muy amplio. Dado el boom de precios del petróleo y el auge artificial manufacturado por el gobierno, el margen de victoria ha debido ser mucho mayor, en el orden de los 26 puntos que obtuvo en 2006. Especialmente si se considera que se combinó un auge económico con las inmensas ventajas de la reelección. De hecho, en el mundo entero, las dos variables más importantes para explicar los resultados de una elección son esas dos: la situación económica de los hogares en el año electoral, y si el presidente en ejercicio es o no candidato.
En toda la historia de la democracia en América Latina solo dos presidentes que se postularon a la reelección perdieron, Daniel Ortega en Nicaragua e Hipólito Mejía en Dominicana, ambos con situaciones económicas desfavorables. Los presidentes de América Latina que han sido reelectos en los últimos 30 años, lo han hecho en promedio con márgenes superiores a 25 puntos porcentuales.
Por otra parte, los presidentes que recibieron un auge de rentas de recursos naturales en la última década han terminado sus mandatos con niveles de popularidad superiores al 65% o 70%; piensen en Lula, Uribe, Kirchner, Bachelet, Uribe, Vázquez, Correa y Morales. Solo Alan García constituye la notable excepción. La razón fundamental es que durante sus mandatos ha habido un auge económico que se tradujo en mayores niveles de consumo para las mayorías. Pero Chávez recibió un auge de rentas minerales muchísimo más grande que el resto de los países de la región, tuvo mucho mayor control discrecional de los recursos provenientes de ese auge, y unas ventajas mucho mayores de control institucional de los poderes para reelegirse. ¿Cómo se explica entonces el relativamente pobre desempeño de Chávez en 2012?
A mi modo de ver hay dos variables que lo explican. La más importante es la magnífica campaña de Henrique Capriles. Esta logró que una porción de los electores que, según las encuestas, aprobaban la gestión de Chávez, votaran por Capriles. Cerca de un 10% de los que apoyaban la gestión del presidente, sí lo hicieron. El mensaje centrista y centrado en los problemas de las mayorías lo hizo posible. La obra de Capriles en Miranda y su testimonio personal de lucha y esfuerzo, le dieron un gran impulso a su mensaje. La expectativa de sectores de la oposición de que ganaría, hoy les hace ver su derrota como un fracaso en relación con ese marco referencial, pero si se compara con lo que las variables predictivas pronosticaban, el resultado fue de hecho mejor de lo predecible.
La segunda variable tiene que ver con el radicalismo y la incompetencia del gobierno. Los venezolanos no compran la versión radical del socialismo que el chavismo quiere imponer y sufren los efectos de la mala gestión en áreas como seguridad e infraestructura. Por ello, muchos venezolanos de sectores populares que están hoy mucho mejor económicamente que en 1998, no votaron por Chávez.
La enfermedad del presidente, no parece haber tenido un efecto claro en la elección. Ciertamente, afectó negativamente al presidente que no pudiera hacer campaña con su energía habitual. Pero, según los estudios de opinión, la inmensa mayoría de los venezolanos “compró” la idea de que se estaba recuperando. Por otra parte, la ventaja del control de medios le permitió que a pesar de su convalecencia, su mensaje tuviera muchísima más presencia en los medios que el de Capriles.
Implicaciones económicas y políticas para 2013
Con el presidente hospitalizado en Cuba durante el último mes y una crisis de liderazgo en el país, ¿cómo hará el Gobierno para manejar el ajuste que inevitablemente sigue al ciclo de auge artificial?
Los desequilibrios macroeconómicos generados por el ciclo electoral de 2012 son tan significativos que la mayoría de los analistas económicos creen que un importante ajuste es inevitable durante el 2013. La consecuencia previsible sería una disminución en el consumo real, que generalmente se traduce en una pérdida de apoyo hacia el gobierno. De hecho, los efectos de las políticas irresponsables de 2011-2012 ya están empezando a hacerse evidentes. En diciembre, la inflación se disparó a u a tasa mensual del 3,5 por ciento, el nivel más alto desde 2008. Asimismo, durante el mismo mes, el Banco Central observó que el nivel de escasez de bienes era el más alto en más de cuatro años.
Después de la victoria de Chávez en octubre, muchos analistas habían pronosticado, razonablemente, una devaluación significativa a finales de 2012, y el gabinete parecía estar estudiando opciones para hacerlo. Pero con el presidente en Cuba desde mediados de diciembre, cualquier ajuste de políticas ha sido suspendido.
La incertidumbre ahora impregna el discurso político y económico en Venezuela. ¿Seguirá adelante el gobierno con un ajuste, como se esperaba previamente, a sabiendas de que es probable que haya nuevas elecciones en el 2013? ¿Pueden permitirse no hacerlo? ¿Cuánto tiempo puede ser pospuesto?
Algunos ajustes parecen ser inevitables: el ritmo de gastos e importaciones después de las elecciones ha disminuido. Esto puede ser un problema serio para Nicolás Maduro. Él sabe muy bien que el chavismo ha ganado utilizando las ventajas de estar en el poder y la manipulación del ciclo electoral. Así que, llegado el momento, puede esperarse que Maduro insista en plantear elecciones rápidas, mientras el chavismo sigue siendo mayoría y antes de que cualquier ajuste importante ocurra. Sin embargo, convocar elecciones con Chávez gravemente enfermo parece poco plausible. Por ello, Maduro y los dirigentes del chavismo tendrán que esperar y ver si ocurre la muerte del presidente, o si este se mejora y puede regresar para ayudar en la campaña de Maduro. Pero ¿qué pasa si el presidente sigue gravemente enfermo dentro de un par de meses? ¿Pueden arreglárselas para seguir postergando las decisiones económicas importantes?
Lo más probable es que tengan algo de espacio para maniobrar. Por ejemplo, una de las razones principales por las que se espera una devaluación es que tendría un impacto positivo en las finanzas públicas y permitiría al gobierno transformar los petrodólares en una mayor cantidad de bolívares, lo que reduciría el déficit fiscal de manera importante. Sin embargo, el gobierno ya está haciendo algo similar, ya que el
Banco Central está financiando PDVSA en bolívares. Esta es una política muy poco ortodoxa e irresponsable, pero que se puede seguir utilizando durante un tiempo para evitar una devaluación abierta.
Sin embargo, la principal restricción que el gobierno enfrenta es externa. Para mantener los niveles actuales de consumo tienen que continuar con los mismos niveles altos de importación; la pregunta es si tienen (o pueden encontrar) los dólares suficientes para hacerlo. Con los actuales altos precios del petróleo y niveles estables de producción de crudo, el balance externo de Venezuela debería ser confortable. Sin embargo, dada la dramática sobre-valuación del tipo de cambio y el nivel masivo de importaciones, si el gobierno quiere mantener el actual nivel de consumo probablemente tendrá que agotar todos los fondos de divisas que dispone. Esto dejaría al país en una posición extremadamente vulnerable para finales del año.
En conclusión, el gobierno puede ser capaz de mantener parcialmente la bonanza por lo menos durante el primer semestre del año y tal vez más, pero los costos de hacerlo serán cada vez más altos, a menos que el precio del petróleo se dispare. En este sentido, la estrategia óptima para el chavismo parece ser la de celebrar elecciones lo antes posible, mientras que el dinero siga fluyendo.
Por otra parte, Maduro quiere tener las ventajas de ser el presidente en ejercicio durante la campaña para tratar de lograr algunas de las “ventajas de la reelección” mencionadas anteriormente. Sin embargo, el tiempo conspira contra él en la esfera económica. Si el chavismo logra realizar elecciones rápidas con Maduro como presidente en ejercicio y toma ventaja del efecto de “simpatía” por el duelo emocional, será difícil que pierda. Por otra parte, Henrique Capriles, no puede ser subestimado.
La economía no será la misma de 2012 y Chávez no estaría en el tarjetón. Si Capriles juega bien sus cartas, todavía tiene una buena oportunidad.
Lamentablemente, quien sea que asuma el cargo tendrá que hacer frente al terrible legado de un presidente que estuvo dispuesto a acabar con la economía del país para reelegirse y llevar adelante su proyecto político. Paradójicamente, en el recuerdo de la mayoría de los venezolanos, la imagen de Chávez siempre estará unida a la bonanza, por lo que su mito, como el de los esposos Perón, probablemente perdurará.
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