Una práctica sana para evaluar dónde nos encontramos es compararnos usando indicadores de desempeño. Donde la comparación es más común, es en el campo económico, donde existen publicaciones especializadas a las que los países acuden para ver donde se encuentran con relación a sus pares. Tales indicadores les permite ver cuan lejos o cuan cerca están de las metas que se han propuesto.
El líder del proceso ha dicho en más de una oportunidad que Venezuela se convertirá en una potencia. A esta loable intención no se le ha puesto fecha, ni tampoco se le ha dado precisión a las cosas en las que nos destacaremos. En días pasados, el mismo personaje, tuvo algunas frases displicentes contra el Producto Interno Bruto, mejor conocido como el PIB. De acuerdo con el Mandatario nacional, la caída de este indicador es altamente positiva pues demuestra que quien se está cayendo es la economía capitalista, cuyo sepelio esta anunciado. De hecho, palabras textuales, "el famoso PIB me tiene sin cuidado".
De acuerdo con el discurso oficial los indicadores económicos tradicionales ya no serán utilizados para medir el desempeño de la economía revolucionaria sino que requeriremos nuevos y sofisticados índices. En un primer esbozo, el líder habló de educación, ciencia y dignidad. Con relación a los dos primeros es factible imaginarse un indicador de desempeño: matrícula; profesionales egresados; cantidad de misiones docentes, sólo por mencionar algunos. Donde se nos ha hecho más difícil operacionalizar el indicador, es en el caso de la dignidad.
La dignidad como indicador sólo la podemos utilizar como adjetivo: vivienda digna; salario digno; trabajo digno. Sin embargo, cada vez se construyen menos viviendas, dignas o indignas; el salario cada vez es menos útil para adquirir lo que dignamente se aspira; y el trabajo digno cada día esta más cuestionado y si no que lo digan los empleados de la POLAR.
De lo anterior se desprende que requerimos nuevos indicadores de desempeño que nos permitan evaluar esta gestión de gobierno y, más importante aún, la aproximación hacia el gran objetivo como es la sociedad socialista. Trataremos de identificar algunos de los que lucen más importantes a juzgar por la manera como el Gobierno los difunde:
-fincas invadidas;
-industrias cerradas;
-comercios confiscados;
-políticos inhabilitados;
-medios cerrados;
-instituciones financieras intervenidas;
-posesión de armas per cápita;
-rubros alimenticios en extinción.
Al contrario de los tradicionales, estos indicadores tienen la ventaja de ser más expeditos en su uso, se pueden medir de una semana a otra, no hay necesidad de esperar un año para las comparaciones. Tienen la ventaja que son incrementales, es decir, su gran incentivo es que no tienen una cifra óptima de desempeño: mientras más grande sea el número, mejor. Adicionalmente, son de fácil uso doméstico, cada quien los puede calcular en su casa o en su familia.
Por supuesto que tal resultado no es suficiente si no somos capaces de compararnos con otras economías que utilicen el mismo sistema de indicadores. Afortunadamente la política exterior del gobierno revolucionario ha creado ese potente mecanismo de integración regional denominado ALBA. Para tranquilidad de los venezolanos, si ya estos países están implementando el nuevo sistema de indicadores, dentro de muy poco, saldremos de los oscuros lugares en que nos ubican los indicadores tradicionales: ¡muera el PIB!
Artículo de opinión
Prof. José Mayora
Viernes, 04 de junio de 2010
www.eluniversal.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario