viernes, 10 de septiembre de 2010

José Mayora \\ El tarjetón de la calidad de vida

La historia de la humanidad está llena de inventores, creadores y descubridores, con cuyos aportes se ha conformado el patrimonio universal. Venezuela es un hito en esta realidad histórica. En efecto, en la ruta hacia el socialismo del siglo XXI, el líder bolivariano no ha hecho otra cosa que inventar, crear y descubrir.Ha descubierto el poder, sus comodidades y la ingenua esperanza del pueblo que lo sigue. Ha inventado acontecimientos históricos, fenómenos naturales, la patria buena y hasta un hombre nuevo.

Ha creado misiones, empresas recicladas, una revolución mediática, gallineros verticales, desarrollos endógenos y un nuevo grupo social denominado ""escuálido"".Este régimen ha hecho del ensayo y el error una constante. El socialismo del siglo XXI es elaboración propia, no tiene antecedentes, se construye sobre la marcha. Inventos, creaciones y descubrimientos, se encuentran en constante perfeccionamiento, razón por la cual debe existir continuidad en la figura de su timonel, quien mantiene ""in pectore"" los grandes objetivos nacionales. Filosóficamente, este régimen está más cerca de Eudomar Santos que de Don Simón Rodríguez.

La más reciente y novedosa creación del líder, único ser pensante del régimen, es la noción ""del buen vivir"", especie de arquitectura filosófica cuya finalidad es perfilar ""el nivel óptimo del consumo equilibrado"": alimentos; línea blanca; aire acondicionado, carro; vacaciones; luna de miel, componentes estos que integran el perfil ideal de consumo racional del típico ciudadano socialista.La malsana vocería de oposición, ha calificado esta vanguardista iniciativa como el prolegómeno de la tarjeta de racionamiento. ¡Nada más lejos de la realidad! Esta revolucionaria idea, le otorga al Estado la capacidad de definir el estándar ideal de vida ciudadana, a lograr paulatinamente. En principio, este ""buen vivir"" será disfrutado por los venezolanos empleados, cuyas nóminas sean administradas por el Banco de Venezuela.Al ""buen vivir"" se accederá a través de una tarjeta de crédito, mecanismo crediticio de rancia estirpe capitalista que data de 1914, creada por un ícono del imperio, la Western Unión.

Con este ""plástico"" los tarjetahabientes adquieren deudas rotativas por un monto denominado ""límite de crédito"" establecido por el banco, dependiendo de su capacidad de pago. No será ni negrita ni dorada, será roja para que no haya distinciones odiosas.Si bien la idea representa la utopía chavista, su aplicación es a todas luces excluyente, al menos en cobertura y limitante en poder de compra, pues al copar el límite de crédito, nos imaginamos que el usuario no puede utilizar nuevamente la tarjeta hasta cancelar una parte o la totalidad de la deuda.Esta iniciativa, indiscutible oferta electoral, revela el empeño de Chávez por mantener el control de la Asamblea Nacional, pues será esta instancia legislativa la que le dé estructura legal a esta y a todas las iniciativas que le van dando forma a la sociedad socialista del siglo XXI.

La instrumentación de este despropósito, es una nueva modalidad para profundizar la revolución y punto de partida de una tarjeta más restrictiva. Si bien es cierto que esta decisión dificultará aún más la reorientación del país, no impedirá continuar hacia un nuevo proyecto democrático de vida. Si los venezolanos queremos ""vivir mejor"", no necesitamos una tarjeta sino un ""tarjetón"" que nos conduzca a una nueva Asamblea Nacional.

Artículo de opinión
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Viernes, 10 de septiembre de 2010
mayora.j@gmail.com

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