jueves, 2 de septiembre de 2010

Ramón Piñango \\ Dando tumbos

Es extraño. A pocas semanas de las elecciones el régimen ha incurrido en graves errores inconvenientes para sus perspectivas electorales. ¿Cómo explicar esos errores, que se reitere en ellos y que el mismo Presidente los cometa? Lo de Pudreval es incomprensible. La dimensión del desastre de los contenedores ha estado a la vista de todos y la repercusión en la opinión pública ha sido muy clara. Pero más incomprensible que tan magno desastre, producto de la mala administración y de la corrupción, ha sido el manejo de la crisis de los contenedores.

La respuesta más conveniente para el Gobierno era reconocer el problema, mostrar la mayor diligencia en las averiguaciones, señalar culpables y anunciar rectificaciones administrativas. Tratar de ocultar el asunto, negarlo o minimizarlo era la peor opción...y eso fue lo que se hizo. Así, el tema duró unos tres meses resonando en la radio, prensa y televisión, y, más importante aún, en la conversación de muchos ciudadanos.

Pero de Pudreval el régimen no aprendió nada. Vino el incidente de la entrevista de CNN a Roberto Briceño León y Andrés Izarra. El tema era, nada más y nada menos, que el de seguridad personal. Los datos de Briceño eran contundentes, pero a Izarra no se le ocurrió otra cosa que reírse y negar lo que todos vemos, y es imborrable de la mente de venezolanos que tienen un familiar, un amigo o un conocido que ha muerto asesinado, es decir de la memoria de gran parte de la población del país, al menos del país urbano.

La reacción de la opinión pública, con justificada ira, no se hizo esperar.Esa reacción fue tan fuerte que exigía una actitud de prudencia y control de daños por parte del Gobierno. Era lo esperable. Pues lo esperable no ocurrió. Vino, entonces, la famosa foto de El Nacional. De nuevo lo inesperado: una torpe reacción contra los medios de comunicación, con lo que menos aconsejaba la sensatez política: la censura a los medios de comunicación. Y la foto la repitió el diario Tal Cual, como gesto de desobediencia civil.

Y el Gobierno tuvo que recular cuando el daño y la torpeza eran más que obvios.Así, la campaña electoral tiene como uno de los temas fundamentales la inseguridad personal. Dicho de manera menos eufemística, el creciente riesgo de morir por homicidio, al cual estamos sometidos todos los venezolanos, especialmente la población de menos ingresos. Y, a todas estas, hay gente del Gobierno que ha propuesto que la inseguridad personal sea sacada como tema de la discusión política, que no se hable de ello en la campaña electoral. (Huele a las torpezas de la Cuarta República, cuando unas cuantas veces se propuso que el petróleo no fuera asunto de discusión política porque con esa aceitosa materia nos jugábamos el destino del país).A las torpezas anteriores se suma una muy reciente (en estas cosas como que reciente es ya asunto de horas): la negativa del mismo Comandante Presidente a darle el dinero a la Alcaldía del municipio Sucre para concluir el nuevo edificio del Hospital Pérez de León, en Petare.

El argumento lo dijo sin medir la insensatez de sus palabras: no se podía apoyar a un alcalde de la oposición; olvidando que, de esta manera, se perjudicaba, a quienes necesitan desesperadamente los servicios hospitalarios. Un par de días después de su rabieta, el Presidente rectificó ­salió de su duda, dijo­ y anunció que le daría los 67 millones de bolívares al Pérez de León, pero, eso sí, se lo quitaría a la alcaldía.¿Qué pasa? Por qué el Gobierno, con Chávez a la cabeza, anda dando tumbos en asuntos importantes, justo antes de las elecciones, a pesar de la merma en su popularidad? ¿Por qué tanta torpeza? ¿Será miedo? ¿Frustración? Tengamos cuidado, ambas cosas son malas consejeras.
Artículo de opinión publicado en El Nacional
Jueves, 2 de septiembre de 2010

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