El general Pedro Carujo (1801-1836) traicionó a Bolívar y a Vargas, le rogó amnistía a Páez y murió a consecuencia de las heridas recibidas. Los carujos, que vienen en varios modelos y cuyo oficio es destruir, pululan en nuestra geografía. Sus objetivos: la agricultura y la educación; su lema: el talento con probidad es un azote.Algunos son egresados o profesores universitarios que pasaron desapercibidos y protegidos por la tolerancia tradicional de las universidades.
Poseedores de trémulos conocimientos, huérfanos de los valores del mundo académico y carentes de fidelidad al Alma Mater; nunca tuvieron el coraje de renunciar a la cátedra y dedicarse por entero a su maligno oficio destructor. Entre ellos hay grandes carujos y otros que no pueden recibir otra designación que la de carujitos. Son como el famoso general, que en 1835, a pesar de dominar varios idiomas y ser competente en geometría analítica, no vaciló en proclamar, armado hasta los dientes, que "el mundo es de los valientes", al arrestar a José María Vargas, presidente constitucional, médico y ex rector de la universidad. Vargas le contestó que estaba equivocado y que el mundo era de los hombres justos.
Estrangular
Uno de estos carujos, más bien de los pequeños, tiene como misión estrangular económicamente a la universidad y de paso a sus valores mediante una fórmula populista -la paridad electoral- método infalible para abatir la calidad de la educación. Este pequeño carujo además aspira que cualquier bachiller, con o sin conocimientos o capacidad, pueda ingresar libremente a la universidad, cosa que jamás ocurrió en la Unión Soviética o Cuba. Solución práctica para gobiernos incapaces de generar soluciones educativas ingeniosas o promover nuevos empleos.
Otros carujos están acabando con la producción nacional a través de confiscaciones, expropiaciones y amenazas. Han tenido éxito en crear empleos en los países exportadores y desarrollar una burocracia importadora cuyo máximo logro fue Pdval y la avalancha de alimentos descompuestos. Lograron reducir a la mitad la producción nacional de carne, en 30% la de caña de azúcar y café, en cerca de 40% la de frutas. La última carujada es la expropiación de Agroisleña, una empresa que por más de medio siglo ha vendido insumos agrícolas, transfiriendo tecnología, comprando cosechas y otorgando crédito a los pequeños productores. Su falta, ser eficiente y poseer una amplia red de establecimientos; muy atractiva para los corsarios que avanzan a paso de vencedores. Incapaces de innovar, optan por apropiarse del esfuerzo de otros
En Agroisleña existe medio siglo de experiencia, agrónomos y veterinarios que conocen cómo dosificar fertilizantes, qué plaguicidas emplear y cuáles semillas sembrar para obtener los mejores rendimientos. Factor de competitividad, muestra de la eficiencia del sector privado y por ello es indispensable destruirla. El Gobierno necesita apagar todas las luces para que nadie perciba su fealdad.
Artículo de opinión
Miércoles, 13 de Octubre de 2010
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