jueves, 21 de octubre de 2010

Gustavo Roosen \\ La empresa "rescate"

El rescate de los mineros en Chile será caso de estudio desde las más diversas perspectivas. Entre tantas posibles, estamos también frente a un modo de abordar una situación como una "empresa", es decir, a partir de la definición de objetivos y de la eficiente aplicación de los medios más adecuados para lograr un resultado exitoso. Se trataba de rescatar a un grupo de trabajadores de la principal actividad económica de Chile. El mundo estuvo pendiente del cumplimiento de este objetivo, y se logró. Es un caso ejemplar de una empresa con una misión clara, bien definida, bien comunicada, capaz de estimular lo mejor de la gente y de las instituciones, de promover la solidaridad y provocar entusiasmo.

Desde un comienzo, el Gobierno dispuso que las investigaciones de lo sucedido se llevaran a cabo en el foro correspondiente y que la empresa se enfocara en el futuro, es decir, en el cumplimiento del objetivo de rescate. Sobre la base de una absoluta confianza en la capacidad de su propia gente, convocó a los mejores para la tarea colectiva; dispuesto a no escatimar esfuerzos buscó, sin falsos orgullos, el más calificado apoyo internacional. Confluyeron allí las mejores prácticas empresariales: esfuerzos sistemáticos de planificación, identificación de metas y fechas realistas, desarrollo de planes alternativos; trabajo en equipo con clara definición de papeles y niveles de autoridad, despliegue de tecnología en todos los campos, desde el manejo de la salud física y mental de los mineros hasta las técnicas de perforación minera y petrolera.

Desde la perspectiva fundamental de la función de la persona en la empresa, se procuró de manera prioritaria la participación de los propios mineros y se desarrollaron programas de comunicación y motivación bien estructurados, tanto para los mineros como para sus familiares, la comunidad chilena y el mundo entero. Una mirada al mundo empresarial diría que, en el día a día, éstas son las prácticas a las que es necesario acudir para producir consistentemente bienes y servicios de calidad. Son también las prácticas mediante las cuales la empresa puede agregar valor social y ser reconocida y apoyada por la comunidad.

Las encuestas suelen reflejar que si bien el venezolano es consciente de la necesidad de defender la propiedad privada, la suya más inmediata, no lo está en la misma medida respecto de la empresarial. No está clara siempre y para todos la relación entre la propiedad privada y la empresarial, el patrimonio privado y el capital social. Una mejor percepción de la empresa como generadora de valor haría más evidente para el ciudadano esa vinculación entre su propiedad y la función, posibilidades y derechos de la empresa.

Detrás de cada empresa hay un accionista que agrega valor, no sólo por la vía del empleo y los servicios, sino también en el sostenimiento de los principios en los que se asienta: el reconocimiento al esfuerzo, a la iniciativa, al riesgo, a la innovación, a la capacidad emprendedora, a la coordinación inteligente de recursos para la generación de bienes para la sociedad. La agregación de valor social es la mejor justificación de la empresa y la más adecuada para merecer la comprensión y el apoyo de la sociedad.

En la Venezuela de hoy, cuando se desestima estos valores empresariales y sus mejores prácticas y, por el contrario, invade la improvisación, el abuso, el atropello y la ineficiencia, se hace más relevante que nunca esta lección de "empresa" y la aplicación de un modelo en el que tienen sentido los objetivos, la planificación y eficiente uso de los recursos para una vida personal y colectiva con más calidad y más esperanza.

Artículo de opinión
Miércoles, 20 de octubre de 2010

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