miércoles, 3 de noviembre de 2010

Gustavo Roosen \\Brasil: Centro y continuidad

Brasil ha optado por el centro y por la continuidad de las políticas que le han situado como uno de los líderes de los países emergentes, políticas iniciadas hace más de una década por Fernando Henrique Cardoso, seguidas en lo básico por Lula da Silva en sus dos mandatos y acogidas como punto de acuerdo entre los candidatos en la campaña electoral que acaba de concluir.

Si con Cardoso se iniciaron reformas para institucionalizar la democracia brasileña, estabilizar su economía y abrirla a las exportaciones, con Lula se mantuvo en la práctica, no importa si con acento diferente en el discurso, una política de fomento a la inversión, de impulso a la industria petrolera, de consolidación de la presencia de Brasil en el mundo tanto por el crecimiento de las exportaciones como por una acertada inserción en la globalización. El reciente debate electoral, desviado en momentos hacia otros temas y alterado por el natural fragor de la competencia, tuvo también un amplio espacio para los acuerdos en materias fundamentales como economía, salud, educación, desarrollo agrícola, desarrollo energético y medioambiente, así como en la definición de políticas públicas que garantizaran no el continuismo sino la continuidad de lo mejor y su perfeccionamiento.

La continuidad por la que ha optado Brasil no es la de las personas, sino la de políticas; no la de la irreversibilidad o el anquilosamiento, sino la de la flexibilidad y el perfeccionamiento.La decisión electoral de Brasil y su práctica política en los últimos años reafirma su visión de centro y obedece a la búsqueda de un equilibrio realista y creador que comienza a marcar una nueva línea en nuestro continente. Las experiencias de los extremos no han dejado buen resultado.El giro hacia el centro, lejos de representar un acomodo electoral pasajero, comienza a consolidarse como una postura que se basa en la profundización de la democracia y la justicia social efectivas, la promoción del desarrollo económico y la aplicación de políticas estables con profundo acento social.

Se trata de un punto medio muy bien definido que valora las posiciones consensuales, privilegia la inclusión frente al sectarismo, propone y defiende políticas de economía mixta, combina la libre empresa responsable con una participación estatal selectiva, especialmente atenta a las áreas de conducción de la economía, la educación, la salud, la infraestructura.En el caso de Brasil, la visión centrista se manifiesta en el mantenimiento de políticas públicas dirigidas a generar empleo productivo, defender al consumidor, fomentar la exportación, atraer la inversión, promover el Estado de Derecho y la propiedad privada.

Así ha sido en lo últimos años y todo hace esperar que se mantendrán con medidas de de apoyo a la inversión, a la actividad privada, a la concertación, al aprovechamiento de las oportunidades que la globalización abre al país.La opción de Brasil por el centrismo político y un inteligente continuismo de políticas no puede ser interpretada sino como una expresión de madurez política y de sensatez económica, nacidas de una firme voluntad de acuerdo nacional estimulado por un liderazgo efectivamente orientado a la unidad del país y al logro de una visión nacional realista, exigente y estimuladora.

Es el reconocimiento de que las cosas pueden ir mejor en la medida en que puedan ser escuchadas las voces divergentes y asumido su discurso como un aporte para superar las dificultades y crecer en bienestar.La gravitación de Brasil en el continente y su accionar como potencia mundial, que ya es, irá inclinando a los demás países hacia un centrismo realista y eficiente.

Artículo de opinión
Miércoles 03 de Noviembre de 2010
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