(El economista y profesor del IESA, Pedro Palma, explica por qué a pesar de que los mecanismos de integración regional suele ser positivos la entrada de Venezuela al Mercosur resulta desventajosa en los actuales momentos. Publicado en el diario El Nacional el 17 de julio)
En principio, la integración es buena para cualquier economía, pues a través de ella se amplían los mercados potenciales de exportación para el aparato productivo del país que se integra a un bloque comercial, condición necesaria, mas no suficiente, para estimular la inversión productiva requerida para la diversificación y avanzar con paso firme en el proceso de desarrollo sustentable. Eso es particularmente cierto en el caso de Venezuela, que tiene un mercado interno pequeño y una economía monoexportadora, muy poco diversificada y altamente dependiente de la renta petrolera.
Sin embargo, el ingreso de Venezuela en el Mercosur en estos momentos le va a generar muy pocos beneficios, por lo menos en el corto plazo, siendo los grandes beneficiarios de esa acción los otros países del bloque, particularmente Brasil y Argentina, pues Venezuela tiene una capacidad exportadora distinta del petróleo muy precaria, y a la vez dependemos enormemente de las importaciones para abastecer el mercado local.
El ataque persistente del Gobierno a la actividad productiva privada ha destruido buena parte del aparato productivo interno y ha desincentivado la inversión. Las expropiaciones y estatalizaciones de empresas han hecho que las actividades productivas de bienes transables, como la agricultura, la agroindustria, la manufactura de bienes básicos como el cemento y el acero y otras, sean ahora improductivas y mucho menos eficientes, ya que las empresas que pasan a ser administradas por el Estado producen mucho menos que cuando estaban en manos privadas. Eso ha restringido enormemente la capacidad de generación de oferta interna en Venezuela.
A lo anterior se suma el hecho de que la moneda está altamente sobrevaluada debido al mantenimiento de tipos de cambio oficiales irracionales que hacen que el dólar sea artificialmente barato, pero de difícil y limitado acceso para el sector privado por un estricto control cambiario que ha estado vigente desde 2003.
Ello se traduce en menor capacidad competitiva y productiva, así como en un estímulo para importar. También los precios están fuertemente controlados, haciendo en muchos casos que los productores se vean forzados a producir con márgenes muy bajos, o simplemente a pérdida, lo que desincentiva y limita aún más la producción local.
El Gobierno, a su vez, ha incrementado el gasto, particularmente el dirigido a programas sociales, a través del cual se inyectan a la economía grandes cantidades de fondos orientados hacia segmentos de la población con una alta propensión a consumir, lo que incentiva el consumo privado.
Aquella restricción de la producción local, combinada con el crecimiento de la demanda, ha impulsado la necesidad de importar enormes cantidades de bienes. A modo ilustrativo, en el primer trimestre de 2012, el valor en dólares de las importaciones de mercancías aumentó más de 48% en comparación al mismo del año 2011.
En este escenario es fácil inferir que los grandes beneficiarios de la entrada de Venezuela en el Mercosur serán los exportadores brasileños y argentinos, quienes ahora tendrán mayor y más favorable acceso al mercado venezolano.
Todo lo anterior es particularmente cierto en un año electoral como 2012, cuando el Gobierno ha incrementado notablemente su gasto, con el fin de obtener dividendos políticos, haciendo que no basten los altos ingresos petroleros, sino que se acuda al endeudamiento público masivo, situación que acarrea que la deuda pública aumente notablemente y a un ritmo muy preocupante.
Si no se cambia el rumbo y se orienta la política económica hacia el estímulo de la inversión, la diversificación económica, el desarrollo de un sólido y eficiente sector productivo y el fomento de las exportaciones, pocos serán los beneficios que nos generará el ingreso en el Mercosur, no sólo en lo inmediato, sino también en el mediano y el largo plazo.
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