(El presidente del Consejo Directivo
del IESA, Gustavo Roosen, explica como la
responsabilidad social universitaria, junto con la asociación el sector privado,
ha superado su objetivo tradicional de proyección social añadiendo un aporte de
rigor académico, de planificación, de proyección, de capacidad para el diálogo
y de asociación para la comunidad. Publicado en El Nacional, el 23 de julio de
2012)
La maduración del concepto de responsabilidad social y su aplicación en muy diversos campos ha llevado a definiciones especializadas que incorporan las características propias de cada ámbito y que enriquecen su ejercicio. Es el caso de la responsabilidad social universitaria.
Consecuencia de la asunción por parte de la universidad de su alcance ético y de la toma de conciencia de su relación con el entorno, la responsabilidad social universitaria ha superado el objetivo tradicional de la proyección social y de la extensión para asumir un concepto más vinculado a la naturaleza misma de la institución y a sus funciones: generar conocimiento, divulgarlo, ponerlo al servicio de la sociedad.
A su dimensión específica y a las condiciones de una productiva aplicación de la responsabilidad social, la universitaria ha sabido añadir el aporte del rigor académico, de la planificación, de la proyección, de la capacidad para el diálogo y la asociación. Es el caso del Instituto de Investigaciones de Enfermedades Cardiovasculares de la Universidad del Zulia, Iecluz, nacido de la alianza entre la Facultad de Medicina de esa universidad y la Fundación Venezolana de Hipertensión Arterial.
Infrecuente en Venezuela, este tipo de alianza ha probado en otros países su enorme potencial, demostrado en centros médicos de primer orden dedicados simultáneamente a la investigación, la formación de especialistas y la atención a la comunidad.
A partir precisamente de los propósitos fundamentales de generar conocimientos en el área de las enfermedades cardiovasculares, formar recursos humanos de alto nivel y prestar una atención médica calificada e integral, el Iecluz ha desarrollado un modelo de gestión probadamente eficiente y merecedor de un muy justificado reconocimiento. Atendido por profesionales de incuestionable calidad, dotado de instalaciones, laboratorios y equipos de primera, el Iecluz ofrece toda la variedad de servicios que pueden esperarse de una clínica especializada y que le convierten a todas luces en un centro del primer mundo.
Si debiéramos señalar algunas razones del éxito del Iecluz habría que destacar, sin duda, la buena gestión gerencial con base en una cuidadosa administración de los recursos y una productiva relación clínica-universidad. Gracias a los recursos obtenidos de la prestación de servicios de salud y del aporte del sector privado, el Iecluz ha sido capaz, para no citar sino dos datos, de atender a una altísima población con precios por debajo de 67% de los de las demás clínicas y de ofrecer servicios entera o casi enteramente gratuitos a más de 26% de sus pacientes, todo sobre la base de una realista política de sostenibilidad y autofinanciamiento. La conjunción clínica-universidad, por otra parte, se expresa en una visible y permanente voluntad de actualización tecnológica, la formación de equipos multidisciplinarios, el logro de una reconocida certificación internacional, la aplicación de una orientación integral para la evaluación y tratamiento del paciente y una intensa acción divulgativa y formativa dirigida a la comunidad.
Habría que destacar también su accesibilidad, su apuesta por la calidad, la capacidad para crear confianza y tejer una eficaz red de solidaridad e intereses, todo lo cual le ha convertido en una institución de referencia regional, nacional y latinoamericana en su campo. Sobre esa realidad se justifica plenamente su decisión de crecer, de perfeccionar sistemas y procedimientos, de actualizarse en la visión y en el ejercicio de la responsabilidad social.
Si Iecluz constituye un ejemplo de las posibilidades que abre en el campo de la salud la alianza de la universidad con el sector privado y con instituciones especializadas, es también la demostración de los beneficios que es posible derivar en otros campos de una renovada visión de la relación sociedaduniversidad. Y una demostración también de que se puede trabajar, de que somos capaces de lograr grandes metas de servicio colectivo y de generación de bienestar.
nesoor@cantv.net
Consecuencia de la asunción por parte de la universidad de su alcance ético y de la toma de conciencia de su relación con el entorno, la responsabilidad social universitaria ha superado el objetivo tradicional de la proyección social y de la extensión para asumir un concepto más vinculado a la naturaleza misma de la institución y a sus funciones: generar conocimiento, divulgarlo, ponerlo al servicio de la sociedad.
A su dimensión específica y a las condiciones de una productiva aplicación de la responsabilidad social, la universitaria ha sabido añadir el aporte del rigor académico, de la planificación, de la proyección, de la capacidad para el diálogo y la asociación. Es el caso del Instituto de Investigaciones de Enfermedades Cardiovasculares de la Universidad del Zulia, Iecluz, nacido de la alianza entre la Facultad de Medicina de esa universidad y la Fundación Venezolana de Hipertensión Arterial.
Infrecuente en Venezuela, este tipo de alianza ha probado en otros países su enorme potencial, demostrado en centros médicos de primer orden dedicados simultáneamente a la investigación, la formación de especialistas y la atención a la comunidad.
A partir precisamente de los propósitos fundamentales de generar conocimientos en el área de las enfermedades cardiovasculares, formar recursos humanos de alto nivel y prestar una atención médica calificada e integral, el Iecluz ha desarrollado un modelo de gestión probadamente eficiente y merecedor de un muy justificado reconocimiento. Atendido por profesionales de incuestionable calidad, dotado de instalaciones, laboratorios y equipos de primera, el Iecluz ofrece toda la variedad de servicios que pueden esperarse de una clínica especializada y que le convierten a todas luces en un centro del primer mundo.
Si debiéramos señalar algunas razones del éxito del Iecluz habría que destacar, sin duda, la buena gestión gerencial con base en una cuidadosa administración de los recursos y una productiva relación clínica-universidad. Gracias a los recursos obtenidos de la prestación de servicios de salud y del aporte del sector privado, el Iecluz ha sido capaz, para no citar sino dos datos, de atender a una altísima población con precios por debajo de 67% de los de las demás clínicas y de ofrecer servicios entera o casi enteramente gratuitos a más de 26% de sus pacientes, todo sobre la base de una realista política de sostenibilidad y autofinanciamiento. La conjunción clínica-universidad, por otra parte, se expresa en una visible y permanente voluntad de actualización tecnológica, la formación de equipos multidisciplinarios, el logro de una reconocida certificación internacional, la aplicación de una orientación integral para la evaluación y tratamiento del paciente y una intensa acción divulgativa y formativa dirigida a la comunidad.
Habría que destacar también su accesibilidad, su apuesta por la calidad, la capacidad para crear confianza y tejer una eficaz red de solidaridad e intereses, todo lo cual le ha convertido en una institución de referencia regional, nacional y latinoamericana en su campo. Sobre esa realidad se justifica plenamente su decisión de crecer, de perfeccionar sistemas y procedimientos, de actualizarse en la visión y en el ejercicio de la responsabilidad social.
Si Iecluz constituye un ejemplo de las posibilidades que abre en el campo de la salud la alianza de la universidad con el sector privado y con instituciones especializadas, es también la demostración de los beneficios que es posible derivar en otros campos de una renovada visión de la relación sociedaduniversidad. Y una demostración también de que se puede trabajar, de que somos capaces de lograr grandes metas de servicio colectivo y de generación de bienestar.
nesoor@cantv.net
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