La ausencia de Enrique Sánchez priva al país, en esta hora, de una voz necesaria, indispensable. Encarnó en su persona esas condiciones que la sociedad y el empresariado reclaman con urgencia: integridad, honestidad, capacidad, disposición al diálogo, respeto, compromiso con la verdad y la convivencia.
Defensor de los principios de la libre empresa y del emprendimiento, promovió una economía no rentista, basada en el mercado abierto y en la competencia efectiva entre las empresas. De él bien podría decirse que fue un verdadero capitalista, en el sentido de alguien que supo entender el valor del dinero, del trabajo, del esfuerzo, de la iniciativa, de la responsabilidad, de la cooperación, de la productividad, de la función del negocio en la generación de bienestar para la sociedad.
Quienes tuvimos el privilegio de recibir su influencia, podemos dar fe de su solvencia intelectual, su modestia, su serenidad, pero muy especialmente de su capacidad para la concertación y su alto concepto del juego de la competencia y sus reglas, muy especialmente de la honestidad, para él básica e indiscutible, siempre y por sobre todas las cosas. Persona íntegra, supo establecer la íntima relación entre lo empresarial, lo político, lo jurídico y lo social e interesarse por cada ámbito y sus conexiones. De visión profundamente nacionalista, entendió y vivió la globalidad y la diversidad, tanto en términos de mercado como de las ideas.
Vinculado de manera directa a la fundación del IESA y de Cedice e integrante de sus directivas, materializó en estas iniciativas su convicción sobre el valor de la educación para la dignificación de los ciudadanos y la generación de prosperidad, así como sobre el poder de las ideas, de la reflexión, del diálogo creador.
Esta misma convicción inspiró su apoyo a diversas instituciones educativas.
Continuador de la obra de su padre, desarrolló al frente de su empresa un modelo de conducción ejemplar, capaz de generar lealtades de gran aliento, comprometido con los principios y prácticas de la responsabilidad social y fundamentado en el trabajo de equipo, la formación, la participación, la calidad y el esfuerzo colectivo.
Estudioso del fenómeno del liderazgo, concretó su ejercicio en la dirección de su propia empresa, pero también en la presidencia del Consejo de Economía Nacional y de la Cámara de Comercio de Caracas, organización a cuyo relanzamiento se avocó en 1979 apoyado en gente joven, con nuevas ideas y con una clara definición de valores, principios y códigos de conducta.
La voz de Enrique Sánchez, siempre inspiradora, es particularmente necesaria en estos momentos. De estar todavía entre nosotros y con unos cuantos años menos sería el candidato ideal para sentarse a la mesa de las negociaciones y propiciar el indispensable diálogo de los empresarios con el mundo político en general y con el Gobierno en particular.
Él, que percibió como pocos el fenómeno de erosión que viene sufriendo Venezuela, plantearía sin duda la necesidad urgente de concertación sobre la base de una visión nacional y la voluntad de alcanzarla con sinceridad, lealtad, trabajo coordinado y disposición a renuncias y sacrificios.
Persuadido de la necesidad de revisar algunas de las leyes dictadas en los últimos años, que no sólo han cercado la actividad de los particulares y obstaculizado su desarrollo, sino que han afectado gravemente la capacidad competitiva del país, comprometiendo incluso su independencia, abogaría por un gran acuerdo que, junto con la liberación de la presión ejercida por esas leyes, estimulara un compromiso empresarial para la recuperación sobre la base de una conducta personal y gremial caracterizada por la honestidad, la transparencia, la conciencia del largo plazo y una mayor atención a los efectos sociales.
Enrique abogaría por el rescate de la libertad para hacer, para crear, superando la confrontación que las ha eliminado. Volver al país a la senda del respeto, de la legalidad, de la confianza, de la honorabilidad sería el llamado de este ciudadano y empresario ejemplar que fue Enrique Sánchez.
Enrique abogaría por el rescate de la libertad para hacer, para crear, superando la confrontación que las ha eliminado. Volver al país a la senda del respeto, de la legalidad, de la confianza, de la honorabilidad sería el llamado de este ciudadano y empresario ejemplar que fue Enrique Sánchez.
nesoor@cantv.net
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