martes, 11 de enero de 2011

Miguel A. Santos \\ 12 años: los números de la revolución

Vale la pena analizar las cifras oficiales de estos últimos doce años. ¿Por qué? Porque es un período suficientemente largo como para verificar la naturaleza infalible de algunos principios de economía, esos mismos que se suelen encontrar en los libros de Macro 101 y que el Gobierno se empeña en ignorar. Además, de ahí se derivan un conjunto de lecciones que nos podrían ser útiles una vez que pase el diluvio y se detenga la destrucción.

En doce años, el Gobierno ha recibido por exportaciones petroleras 516.280 millones de dólares. ¿Y eso es mucho? Para hacerse una idea, basta decir que es 245% más que los 149.600 millones de dólares recibidos en los doce años previos. Pero eso no ha sido todo. Chávez en 1998 recibió un país con una deuda pública de 27.900 millones de dólares, que representaban apenas 29% del tamaño de nuestra economía. Hoy en día la deuda pública asciende a 95.000 millones de dólares, equivalentes a 70% de nuestra producción. ¿Qué se hizo con esa enorme cantidad de divisas? 62% se destinó a importaciones (consumo), 28% salieron del país, en una colosal fuga de capitales estimulada por las emisiones bolívar-dólar del propio Gobierno.

Lo demás fue a fortalecer reservas (apenas 3%) y otros usos. ¿Cuánto ha crecido nuestra economía? La producción por habitante ha crecido 5%, un mísero 0,4% anual. Doce años perdidos. Mientras tanto, al cierre del 2010 el consumo por persona era 43% más que en 1998, equivalente a 3% anual. Esa es la esencia pura de la revolución: Promueve un socialismo-comunismo que destruye la capacidad productiva, mientras procura evitar la correspondiente caída en el consumo haciendo uso de la renta petrolera y el endeudamiento. Entre 1999-2010 el salario promedio creció 740% (19,4% anual), mientras la inflación registrada fue de 1006% (22,1%).

Es decir, el poder de compra del salario ha caído 24% en doce años. El boom de consumo no tuvo como contrapartida un boom de salarios reales, sino el aumento del gasto público y las transferencias del Gobierno. Así se manipulan y chantajean empleados públicos, contratistas y receptores de programas sociales. Al contrario de lo que se predica, la devaluación y la inflación no resultaron de la especulación. Mientras la liquidez ha crecido en doce años 2.676%, nuestras reservas apenas se duplicaron. En 1998 había 0,7 bolívares por cada dólar en reservas, ahora hay más de 9,7. Aumentar el circulante en 32% anual, en un país que crece muy poco, sólo puede generar inflación.

La paridad del poder de compra, una de esas leyes vilipendiadas por todos, se cumple de forma asombrosa: Inflación promedio anual de 22%, mientras la tasa oficial se ha devaluado 18% anual y la paralela 25%. Si ya de por sí íbamos a tener que devaluar el diferencial entre nuestra inflación y la de los demás, ¿por qué no hacerlo de forma gradual, en lugar de esperar años y luego recurrir a macro-devaluaciones?

En resumen: Destrucción de la producción, crecimiento cero, gigantesco boom de consumo cortesía del petróleo, más inflación y más devaluación. La revolución nos trajo de vuelta a la política del siglo diecinueve, en medio de una economía idéntica a la del decenio Herrera-Lusinchi. ¡Qué fenómeno!

Artículo de opinión
Publicado el 07 de enero de 2011
www.eluniversal.com
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