viernes, 14 de enero de 2011

Miguel A. Santos \\ La república exhausta

La semana pasada decía yo que en los últimos doce años Venezuela había recibido 516.280 millones de dólares por exportaciones petroleras, 245% más que en los doce años previos a Chávez. Siendo un período tan largo, habría que ajustar por la inflación en dólares (hoy no valen lo mismo que hace 24 años). Tras ese ajuste, la cifra se reduce a 141%. También somos muchos más.

Como la población ahora es 24% mayor que hace doce años, las exportaciones petroleras reales por persona son ahora 95% más altas. Por donde se le mire y tras los ajustes que se le quieran hacer, es un período de bonanza descomunal. Es como si al final de estos doce años, en diciembre pasado, a cada venezolano le hubiesen hecho un cheque por 21.875 dólares (1.823 por año). Hace doce años, el cheque habría sido apenas de 11.740 dólares (978 por año). ¿A dónde se ha ido todo ese dinero? Uno tiene que pensar que si el Gobierno no existiera, y alguien se hubiese tomado la tarea de distribuir la renta petrolera, a todos nos hubiese tocado 95% más (¡en dólares!).

Uno también se puede imaginar que con ese cheque, al menos a los fines de las estadísticas del INE, habría sido posible eliminar por completo la pobreza. ¿Por qué digo esto? Porque según una de esas reglas prácticas de los organismos internacionales (esos que suele citar el Gobierno cuando las estadísticas son favorables y vilipendiar cuando no es así, tipo Insulza), en pobreza crítica se encuentran quienes viven con menos de un dólar al día, y en pobreza relativa en general con menos de dos dólares diarios.

Un cheque de 1.823 dólares cada año le hubiese dado a cada venezolano en promedio unos cinco dólares diarios, todos y cada uno de los 4.380 días de los últimos doce años. Sin embargo, la producción por habitante en estos doce años ha crecido apenas 5% y ni siquiera el gigantesco boom del volumen de consumo (43%) alcanza para explicar el destino de la mitad de los recursos recibidos. Pero la cuenta no termina ahí. También en estos años el endeudamiento del sector público consolidado ha crecido de forma colosal.

Si uno realiza cálculos similares a los anteriores para nuestros niveles de deuda se da una coincidencia interesante: Ha crecido en 240% en doce años, que en términos reales (corrigiendo por inflación en dólares) representa 140%, lo que equivale a decir que cada venezolano debe ahora 95% más en términos reales que hace doce años. ¡Idéntico al ingreso petrolero!Más allá de esta curiosidad estadística, se hace cada vez más evidente que el desgobierno de Chávez dejará a Venezuela en la bancarrota total, sin activos de valor, sin reservas internacionales, con una enorme deuda y con una fracción de la producción petrolera futura ya cobrada por adelantado.

Es decir, lo que dejó Lusinchi y el año 1989 van a parecer un paseo por el Parque del Este al lado de esto.Pero como decía el Presidente Nixon, hope for the best, but plan for the worst. No sólo es que ese escenario se puede enfrentar, sino que alguien tendrá que hacerlo porque sí. Siendo tan previsible como lo es, y tan imprevisible el qué podría ocurrir con el curso del poder, no queda otra que empezar a planificar para entonces. Lo más difícil es creérselo.

Artículo de opinión publicado el 14 de enero de 2011
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