miércoles, 5 de mayo de 2010

Pavel Gómez \\ La tierra giró para acercarnos

Habito en un planeta moribundo, en una esfera azul con tempestades. Habito, también, en una oficina de dieciséis metros cuadrados. Habito en una escuela de gerentes en la cual se predican finanzas, se impulsa el liderazgo, se diseñan complejas operaciones logísticas, se mercadean sueños y suspiros, se bosquejan mercados…
Yo soy un marginal.

Halo el arado en dirección a la cosecha, disfruto el vértigo de una clase nueva, estudio a los negocios y su entorno… Y soy un marginal: Pertenezco a una minoría que amarra el número y la lírica, que danzamos hipótesis y versos, que reímos realidades y balbuceamos sueños sin vestidos.

Desde hace una semana soy menos inadaptado: ahora hay un salón en el IESA llamado Eugenio Montejo, como nuestro gran poeta. Ahora tendré que disputarme el aula del poeta con el poeta Osuna, o tendré que arrimar a los somnolientos, a los tímidos, a los que busquen escapar de la cara más ruda del negocio, a los que busquen inspiración en los versos del capitán o en las cacofonías de Huidobro o en el sublime hachazo de un Cadenas o en un potro seductor conocido como El Chino Valera Mora. Desde el martes 27 de abril hay un salón del IESA cuyo nombre es "Eugenio Montejo".

Lo único que lamento de todo esto es que mi secreta marginalidad ahora es empujada a vestirse de música oficial. La poesía ha conquistado una playa en un territorio que, a lo lejos, parecía agreste al forastero. Pero es justo decirlo: la poesía no llega al IESA con este acto oficial. Desde tiempos remotos hemos vivido aquí una secreta logia de poetas y desaforados, de enamorados impertérritos, de buscadores y protectores de las musas difusas y los duendes presentes.

En este mundo agreste, la aventura académica que se interna por los caminos de la gerencia necesita no sólo acompañarse de la ética, sino también de la imagen poética. El libro de estrategia recostado al borde de la ventana que ofrece el árbol donde teclea un carpintero. La complementación del análisis cuantitativo o cualitativo con el poder comunicativo de lo poético, en verso o en prosa; la juntura del verso y el teorema, la invocación de una hipótesis en maridaje con una metáfora. Quizás entonces llegue el día en que una clase de microeconomía o comportamiento organizacional comience recitando a Huidobro: "Nacía a los treinta y tres años, el día de la muerte de Cristo; nací en el Equinoccio, bajo las hortensias y los aeroplanos del calor.

"Tenía yo un profundo mirar de pichón, de túnel y de automóvil sentimental. Lanzaba suspiros de acróbata.
"Mi padre era ciego y sus manos eran más admirables que la noche.
"Amo la noche, sombrero de todos los días."


Artículo de opinión dedicado a la inauguración del Salón Eugenio Montejo
Miércoles, 05 de mayo de 2010
www.elmundo.com.ve
www.iesa.edu.ve

1 comentario:

Unknown dijo...

Bravo por Eugenio y bravo por Pavel