Dice la frase en inglés "It’ll get worse before it gets better". Eso es lo que parece que ha de ocurrir aquí en Venezuela. Se pondrá peor antes de que mejore.
Así parece.Y estamos viviendo la fase del empeoramiento.Aunque a muchos nos parece obvio que las cosas van de mal en peor, preocupa que unas cuantas personas pensantes simpatizantes del Gobierno o de la oposición caigan en un torbellino de racionalizaciones para doparse con altas dosis de falso optimismo. Para muchos chavistas bien intencionados estamos presenciando una fase transitoria en la lucha política que dará paso a la cordura y la tolerancia democrática. De igual modo, parte importante de la dirigencia de la oposición parece actuar basada en el supuesto de que la locura en la cual nos hundimos no es más que una pirotecnia política que, si bien hace daño, se explica, en gran medida, por el temor a una derrota electoral, pero luego, después del 26 de septiembre, cuando la oposición tenga un papel preponderante en la Asamblea, las cosas mejoraran en forma radical.Ambas posiciones sufren de percepciones equivocadas que generan conductas dañinas.
El optimismo del chavismo bien intencionado causa daño por su tolerancia acrítica que confía ciegamente en que la injusticia revolucionaria es imprescindible para hacer justicia social El optimismo electoral opositor causa daño porque paraliza parte importante del país descontento al cultivar una fe ciega en las próximas elecciones parlamentarias.No hay razones para el optimismo a corto plazo. Las cosas mejorarán después de que empeoren. Pero, ¿cuándo es después? Nadie puede saberlo. Lo que puede decirse es que nada pasará por sí solo, gracias a la evolución natural de las cosas.La historia enseña que es bueno actuar, tratar de moldear lo hechos. Para ello hay que ser optimista, pero con serio realismo, para no caer en vanas ilusiones.
Y de vana ilusión peca gravemente la dirigencia opositora cuando se niega a considerar la posibilidad de que haya elecciones parlamentarias, de que si las hay el Gobierno haga trampa, o de que si la oposición llega a ganar el régimen le dé una patada a la mesa y mande a la Asamblea al mismísimo demonio.Cuesta trabajo entender que unas cuantas almas vayan de sorpresa en sorpresa con lo que el Gobierno está haciendo, con los juicios amañados, con los presos políticos, con la ausencia de contraloría, con la conducción de la economía, con las expropiaciones.Pareciera que esas almas tienen una infinita capacidad de asombro y que no les basta para esperar lo peor, que simple y llanamente no hay separación de poderes y se nos ha dicho que no debe haberla. La falta de poderes autónomos explica lo que se ha hecho contra los comisarios y policías, contra Baduel, Álvarez Paz, Afiuni, contra otras tantas personas detenidas sin juicio, y contra empresas privadas como RCTV.
Y la misma falta de autonomía explicará también lo que le ha de ocurrir a organizaciones como Polar. Nada de ello sorprende ni cosas parecidas o peores deberán sorprendernos. Solamente sorprende la sorpresa, o que haya actores políticos como los líderes copeyanos que, para dirimir sus pleitos, utilizaron como árbitro el TSJ, con lo cual mataron su credibilidad como dirigentes.Toda actitud de irreal optimismo infantil prolongará la agonía. Tal actitud conduce a apostar todas las fichas a un solo número. Si ese número falla la pérdida es total. La prudencia, como expresión de optimismo realista, aconseja apostar a más de un número o al menos al mismo número en negro y en rojo. Si tal prudencia se hace realidad podríamos ahorrarnos muchas penurias de la fase de empeoramiento por la cual hoy nos deslizamos hasta el fondo. Y no hay fondo previsible.
Artículo de opinión
Jueves, 28 de mayo de 2010
www.el-nacional.com
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