En el imaginario de los pueblos se van consolidando, con el paso de los años, valoraciones y sentimientos que son transmitidos de una generación a otra. Mientras más arraigados están esos valores y sentimientos, más difícil es acabarlos o mutarlos, corriéndose el riesgo de fomentar un sentimiento negativo hacia quien promueve tales despropósitos. No recuerdo haber escuchado en mi infancia que había suficientes razones como para dudar de las causas del deceso del Libertador; mucho menos oí hablar de Páez como un traidor; nunca me mencionaron que el corcel del escudo tenía el cuello torcido, solo por mencionar algunas valoraciones que nunca se pusieron en duda.
Los venezolanos no nos imaginamos que la refundación del país incluía la supresión de símbolos edificados en el marco de un modelo de sociedad calificado por el régimen como nefasto. Desde el momento mismo de iniciarse este régimen, se han venido produciendo una serie de cambios cuya pertinencia no se encuentra en el imaginario de los ciudadanos sino en las motivaciones de quien dirige este proyecto revolucionario. Tales cambios no han formado parte de un clamor popular sino más bien, de una "indignación popular".
Enunciemos la cadena de símbolos afectados por el régimen:
-elaboración de una nueva banda presidencial terciada de izquierda a derecha;
-mudanza frustrada de la estatua de María Lionza;
-reubicación de la espada de Bolívar en un sitio desconocido;
-cambios en el escudo nacional en el cuartel del corcel blanco, cuyo trote fue cambiado de orientación;
-cambios en la bandera incorporando una octava estrella;
-derribamiento de la estatua de Colón;
-cambios en el diagrama de los billetes e inclusión de nuevos personajes;
-incorporación simbólica de Guaicaipuro al Panteón Nacional;
-cambio del huso horario sin justificación técnica conocida;
-incorporación simbólica de Manuelita Sáenz al Panteón Nacional.
La lista anterior culmina con el inexplicable acto de apertura del sarcófago con los restos del Libertador, realizado en la nocturnidad, acto para el que no tengo otro calificativo como no sea el de ¡profanación! Llama poderosamente la atención que tal atrocidad se realiza con la presencia de varios personajes significativos para el régimen, uno de los cuales es la hija del Presidente quien, tengo la sensación, es la elegida para sustituirlo en la presidencia, vaticinio que hiciera recientemente al afirmar que le gustaría que lo sucediera una mujer.
¿Qué explicación pueden tener todos estos actos aparentemente caprichosos? Yo no creo que el capricho haya estado detrás de estas tropelías. Inicialmente afirmaría que los cambios anunciados en los símbolos de integración y la asunción de nuevos simbolismos, no han formado parte de las expectativas que anidan en el imaginario del pueblo venezolano. Al contrario, se trata de cambios operados por quien de manera privada se ha arrogado la propiedad de tales símbolos. Por cierto, el único símbolo de integración que aún no ha sido tocado es el himno nacional.Es comprensible que frente a la perplejidad que producen actos de racionalidad dudosa, donde no hay una explicación sensata, un argumento científico o un acto de justicia histórica, el ciudadano común busque explicaciones extraterrenas.En el mejor de los casos Comandante, permítanos el beneficio de la duda pero… ¡de que vuelan… vuelan!
Artículo de opinión
Viernes, 23 de julio de 2010
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