De allí la importancia de analizar nuestro desempeño en períodos más largos, que tiendan a promediar las expansiones con las depresiones. Doce años son suficientes.Por ejemplo: nuestra producción por habitante en el primer trimestre de este año resultó 7,2% menor al primer trimestre de 1998. Esto equivale a decir que en doce años hemos perdido un promedio anual de 0,3% de la capacidad productiva que teníamos en 1998 (que, dicho sea de paso, no era nada como para sentirse particularmente orgulloso). El punto está en que esa capacidad productiva se mide en volumen, aislando los efectos de los precios, pero la verdad es que el precio al que se vende uno de nuestros bienes, el petróleo, es ahora mucho más alto. Por eso aunque nuestros volúmenes de producción no hayan aumentado, tenemos cierta capacidad de consumo.
¿Cuánto más? Si hacemos el mismo cálculo para el consumo por habitante, el primer trimestre de 2010 cerró 38,3% por encima del primero de 1998, equivalente a un crecimiento de 2,7% anual. Está claro que los años de bonanza petrolera han permitido por algún tiempo que nuestros niveles de consumo se distancien de nuestra producción, pero esa diferencia ya ha empezado a corregirse (a precios más bajos no puede ser tan grande).En los últimos doce años nuestra inflación ha sido 977%, equivalente a 22% anual. La devaluación de la tasa oficial ha sido de 698%, 19% anual, y la depreciación de la tasa paralela (tomada a partir de la última tasa "legal") ha sido 1.244%, 24% anual.
La inflación registrada por año ha sido prácticamente idéntica al promedio de devaluación del bolívar oficial y depreciación del paralelo. Es decir, se podría reducir significativamente nuestra volatilidad con una política de tipo de cambio (libre) flexible, que se administre con base en la meta anual de inflación. En lugar de eso, el Gobierno ha escogido alternar largos períodos de sobrevaluación del bolívar (importaciones baratas) con enormes devaluaciones y macrodepreciaciones.Lo más curioso de todo es que estos resultados son muy similares a los que, con precios del petróleo mucho menores, se registraron en los últimos veinte años de la IV República (no tiene sentido comparar estos doce años con nuestros primeros veinte años de democracia, cuando llegamos a ser uno de los países de mayor crecimiento y menor inflación del mundo).
Entre 1979-1998 la producción por habitante cada año cayó 0,7%, la inflación promedió 28% y la devaluación 32%. He aquí una enorme ironía: Estos doce años arrojan resultados muy similares a los que condujeron al empobrecimiento masivo que dio origen a este régimen. Están ahí, ahí. Cabeza a cabeza.
Viernes, 30 de julio de 2010
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