miércoles, 10 de marzo de 2010

Pavel Gómez\\ Metáforas económicas

La mayoría de los economistas se pasan la vida tratando de explicar lo que ocurre en la esfera económica de la sociedad. Para ello usan modelos, hipótesis e indicadores. Los modelos conectan una serie de relaciones, las hipótesis permiten establecer conjeturas basadas en los modelos, y los indicadores ayudan a alimentar esas conjeturas con números.

Pongamos un ejemplo sencillo y quizás familiar. Imagine que deseamos estudiar cuáles son los determinantes del sobrepeso y la obesidad. El sobrepeso expresa un exceso de peso en relación con la estatura de una persona. En este probablemente influyen una gran cantidad de factores, pero necesitamos encontrar los elementos de mayor peso en el sobrepeso de las personas.

Imagínese ahora que formulamos un modelo sencillo: el modelo de ingesta-quema de calorías. Este modelo supone que entre todos los determinantes del sobrepeso, lo principal es la relación entre consumo y desecho de calorías. Las calorías entrarían al cuerpo con los alimentos, principalmente con el consumo de grasas y carbohidratos, y son expulsadas por la actividad física, en particular por los ejercicios aeróbicos en los cuales se usa el oxígeno para quemar grasas y azúcares. Dos son las principales hipótesis contenidas en este modelo: a) el sobrepeso aumenta con la cantidad de grasas y carbohidratos consumidos por día, y b) el sobrepeso se reduce con el número de minutos de ejercicios realizados por día.

Un indicador clave, además de los gramos de grasa o carbohidratos y los minutos de ejercicio por día, es el índice de masa corporal (IMC). Este es el resultado de dividir el peso entre la estatura al cuadrado. Un IMC entre 25 y 30 indica sobrepeso y por encima de 30 revela obesidad. Otro indicador interesante es uno que reporte cuán sensible es el sobrepeso a variaciones en los gramos de calorías consumidos o en los minutos de ejercicio por día. Este último indicador es lo que en economía se conoce como "elasticidad". En el caso de las calorías hablaríamos de la "elasticidad-calorías del sobrepeso" (en qué porcentaje varía el sobrepeso cuando se consume uno por ciento más de calorías) y, en el caso del ejercicio, de la "elasticidad-ejercicio del sobrepeso (en qué porcentaje varía el sobrepeso cuando los minutos de ejercicio varían en uno por ciento).

Todo esto viene a cuento, porque hoy quiero referirme al desempeño de la economía venezolana en 2009, a nuestro modelo de desarrollo y a algunas "elasticidades" muy elocuentes. Imaginemos que la economía es como un tren, con muchos vagones y una locomotora que los arrastra. La manera como se relacionan el sector público y el privado es clave en el desempeño de esa locomotora. Pese a las longevas controversias, cada día hay más acuerdo acerca de la importancia del sector público como facilitador del viaje y de la inversión privada como combustible esencial de una marcha sostenida.

Por razones estructurales, institucionales e ideológicas, esta relación económica entre lo público y lo privado se ha distorsionado en Venezuela. El modelo de desarrollo escogido desde hace unos ochenta años se llama "Sólo-Petróleo", por razones obvias, y el sesgo ideológico de los últimos años ha hecho explícita la magnificación del dominio de la burocracia y el deseo de minimizar la inversión privada.

Los giros de la política corriente parecen decirnos a gritos que como el Estado es el gran propietario de las reservas de petróleo más grandes del planeta, entonces la inversión privada es prescindible. Esta es una concepción política que supone que la voluntad y la capacidad de infligir daño son suficientes para operar al tren sin ir dejando vagones en el camino.

Ahora, esta concepción de la economía venezolana se erige en una hipótesis central: el gasto público y la inversión gubernamental son suficientes para sostener el crecimiento de la economía venezolana. Veamos un indicador: la elasticidad-gasto público del crecimiento del sector no-petrolero de la economía venezolana. En este caso, se trata de evaluar la sensibilidad del crecimiento de la industria nacional no-petrolera a las variaciones del gasto público o, dicho de otro modo, en qué porcentaje varía el crecimiento de la economía no-petrolera cuando el gasto público varía en uno por ciento.

Para determinar esta "elasticidad" es necesario realizar algunas estimaciones estadísticas con una serie de datos sobre las variables que afectan el crecimiento, dentro de las cuales nuestro foco sería la relación entre gasto público y crecimiento. De esta manera se tendría un valor de esta elasticidad. Pero si deseamos saber cómo ha variado esta elasticidad en los últimos años debemos hacer algunas simplificaciones. Por ejemplo, podemos dividir la variación porcentual del crecimiento entre la correspondiente al gasto público. De esta manera obtenemos una aproximación a la elasticidad-gasto del crecimiento.

Cuando realizamos este cálculo para el período 2004-2009, obtenemos unos resultados interesantes. Entre 2004 y 2006 este valor fue aproximadamente 1,13, y en 2007 alcanzó 1,58. Esto significa que por cada uno por ciento de incremento en el gasto público, la economía no-petrolera creció 1,58%. Esto implica una sensibilidad relativamente alta del desempeño de la economía no-petrolera al gasto público. Sin embargo, este indicador cae a 0,77 en 2008 y en 2009 el resultado es -0,9.
Esto no significa que ahora el gasto público reduce el crecimiento, ya que quizás estamos omitiendo los efectos negativos en el crecimiento del pánico entre los inversionistas derivado de las amenazas, de las expropiaciones, de los controles, del garrotazo sorpresivo. Lo que sí es seguro es que el gasto público está perdiendo, aceleradamente, su capacidad para estimular la economía venezolana.

Artículo de opinión
Miércoles, 10 de marzo de 2010
www.eluniversal.com

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