jueves, 25 de octubre de 2012

¿Cambiará el Gobierno?

(El profesor del IESA, Carlos Machado Allison, se preguntan si tomarán en cuenta a los seis millones y medio de electores que votaron por la oposición con un modo distinto de gobernar y de ver al mundo que nos rodea. Publicado en el diario El Universal, 23 de octubre de 2012)

El título de este artículo está en la mente de muchas personas. Se preguntan si tomarán en cuenta a los seis millones y medio de electores que votaron por la oposición, es decir, por un modo distinto de gobernar y de ver al mundo que nos rodea. En principio debería ser así y se esperaría que en la nueva gestión cambiaran algunas cosas. Pero en lo medular, en lo ideológico, parece harto difícil que ocurran grandes cambios, en particular después de obtener más de ocho millones de votos, muchos mediante un abusivo ejercicio del poder.

El Presidente ya anunció al menos un cambio. Tendremos un ministerio para la eficiencia. Sin duda le ha preocupado al Gobierno que la campaña de la oposición haya apuntado con tanta precisión a lo inconcluso, lo no iniciado y en general a las cosas que deberían tener todos los venezolanos con la hemorragia de dólares que ha percibido. Si es así, bienvenido el nuevo ministerio, pero ¿y si la ineficiencia a la que se refiere no es esa? Bien podría ser que lo inconcluso sea el cambio ideológico esperado y luego un triunfo abrumador en las siguientes elecciones.

¿Los cambios estarán asociados a las cortesías cruzadas entre los contendientes? ¿Será que el diálogo, tan necesario para hacer que el país progrese y se asome al mundo moderno, se hará realidad? ¿Será posible, como ocurre en otros países, que el Gobierno tome ideas y propuestas de la oposición y con tal actitud logre abatir la división existente? ¿Pensamientos ingenuos? Probablemente.

Equilibrio

Esto ha ocurrido más de una vez. Recuerdo términos como el glásnost y la cohabitación, los pactos políticos y acuerdos comerciales, actos de Estado, que impidieron conflictos, acercaron pueblos e ideologías. Un punto de equilibrio entre lo público y lo privado ha sido logrado en varios países de nuestro continente. Citaré dos porque en ambos los gobiernos han sido poderosos y al mismo tiempo abrieron espacios al ciudadano: Brasil y México. Países que en las últimas dos décadas han progresado tanto, que, hacia lo externo junto a China e India, tienen una posición internacional entre las grandes naciones y en lo interno han logrado reducir el hambre y la pobreza. ¿Por qué no mirar un poco hacia esos caminos? Ya que poco hemos logrado en los últimos años y la sombra de una crisis económica nos envuelve.

Por ejemplo, nuestra agricultura podría florecer con algunos cambios. Menos regulación, más libertad, fortalecimiento de los derechos de propiedad otorgando títulos firmes a los productores, negociando con ellos planes y precios, mejorando la educación, la infraestructura y la calidad de la vida rural en el país. ¿Será posible que el Gobierno admita que el costo de políticas agrícolas equivocadas es tan alto como las divisas que se emplean en las abultadas importaciones? Les será difícil retroceder aunque el sentido común lo dicte y el bienestar nacional esté en juego. Aún así, porque uno no puede negarse a sí mismo, espero que el diálogo domine sobre la imposición.

cemacallison@gmail.com

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