martes, 27 de abril de 2010

Carlos Machado Allison \\ Gobierno emprendedor

Juega el Gobierno a esa enorme tolerancia que caracteriza a los venezolanos

En los últimos años nuestro gobierno en lugar de dedicarse a crear condiciones para que los ciudadanos obtengan buenos empleos, hagan negocios y generen riqueza, intenta competir con ellos transformándose en la empresa más grande y endeudada del país.

En efecto, el proyecto político, es decir, ocupar todos y cada uno de los espacios institucionales y económicos obnubila a sus dirigentes y arrastra al país hacia una crisis que parece inevitable.

El Gobierno ha crecido en magnitud, mas no en eficiencia. Más de dos millones de empleados públicos ubicados en 29 ministerios, seis o siete "misiones", una numerosa milicia y cada mes nuevas industrias, bancos, comercios y servicios que van absorbiendo los ingresos públicos.

El Gobierno se ha hecho dueño de las empresas que nos suministran electricidad, telefonía, azúcar, café, leche, jugos, textiles, transporte público, cemento, cabillas, acero, aluminio y ya ha hecho inversiones para producir, entre otras cosas, automóviles, tractores y celulares. También posee dos grandes redes de distribución de alimentos y ha adquirido varios bancos, centrales azucareros y fincas.

Para adquirir todo esto ha utilizado la recaudación de impuestos, la renta petrolera y, como esto no es suficiente, pues ha adquirido una deuda, interna y externa, que sobrepasa los 100.000 millones de dólares. Esta macroempresa ha generado una doble dependencia y una pérdida de soberanía económica. Por una parte hace que una proporción elevada de los negocios privados dependan casi exclusivamente del gasto del Gobierno, por la otra sobre cada venezolano recae la responsabilidad de pagar la deuda y sus intereses.

Deuda
¿Cómo pagaremos esa deuda? El servicio y pago de la deuda, así como las pérdidas que la mayoría de los negocios del Gobierno tiene y tendrá, hará que se invierta menos para mantener y expandir la infraestructura, los servicios de salud, la seguridad interna y la educación.

También mantendrá elevada la inflación aumentando el gasto público y abatiendo la producción. Así, mientras el mundo sale de una crisis financiera importante, Venezuela, a pesar del elevadísimo precio del petróleo, se desliza hacia un pozo oscuro. En el corto plazo más pobreza para los ciudadanos equivale a más poder para un gobierno insensible a todo lo que no sea su perpetuación. No escatimará esfuerzos y recursos para adquirir armas, hacer donaciones, organizar eventos, controlar medios de comunicación, regalar comida y ofrecer cualquier cosa que mantenga la esperanza de sus seguidores y los bolsillos de sus amigos.

Juega el Gobierno a esa enorme tolerancia que caracteriza a los venezolanos. Ignora el creciente descontento y las miles de protestas que se registraron en el último año, piensa que la mejor inversión frente al rechazo es la milicia y el rugir de las turbinas de los aviones de combate. Somos tolerantes, pero no imbéciles y confío que pronto demostraremos que más vale un voto que un fusil.

Artículo de opinión
Martes, 27 de abril de 2010
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