miércoles, 21 de abril de 2010

Gustavo Roosen \\Abril de ciudadanos

Doscientos años de distancia dejan espacio para las más diversas interpretaciones. Sobre el 19 de Abril de 1810 cada historiador tiene la suya. En lo que no cabe diferencia es en la aceptación del carácter civil de ese primer gesto de afirmación de soberanía, paso previo a la posterior definición de nación y de su carácter republicano.

Más allá del contenido político o ideológico que se quiera dar a su celebración, el 19 de Abril es una expresión de hombres libres, de ciudadanos unidos por una causa, de voluntad de presencia en el mundo, de manifestación de principios e ideales. Profesión de fe en la libertad y en la capacidad de los ciudadanos para decidir en paz, la declaración de los firmantes es también la demostración de su comprensión del tiempo que les había tocado vivir y de la responsabilidad que les correspondía en la tarea de su construcción. La decisión de constituir una Junta Patriótica para gobernarse de manera autónoma debe ser entendida como un acto de soberanía y como el acuerdo de ciudadanos con sentido de nación.

A dos siglos del hecho, sigue siendo válida la pregunta sobre el fondo de ese acuerdo, ahora muy en particular sobre el concepto de democracia que nos hemos propuesto colectivamente vivir. El reciente estudio-encuesta de la revista Sic ­sustancialmente estructural, no inspirado en la coyuntura electoral­ tenía precisamente ese propósito: conocer los contenidos, las aspiraciones y las contradicciones que atraviesa el espíritu democrático en Venezuela.

Más allá de las consideraciones sobre lo acertado o no de las categorías que maneja el estudio, que han dado lugar a abusivas interpretaciones por parte de sectores oficialistas, debería ser importante insistir en algunas de las conclusiones que se derivan del mismo.

El estudio, en efecto, como escribe José Virtuoso, "confirma la idea de que los venezolanos preferimos el sistema democrático de Estado y de gobierno y nos identificamos mayoritariamente con valores sustanciales y convencionales del mismo". Salvo el reducido grupo de los "autoritarios", el pueblo de Venezuela no quiere dictadura, sino una democracia con libertades económicas, sociales y políticas.

Para quienes esperan sorpresas, el estudio revela, por ejemplo, la convivencia de una polarización política con una pluralidad ideológica. No es sólo que entre los "demócratas socialistas del siglo XXI" y "demócratas liberales", vinculados con el chavismo o la oposición respectivamente, se ubica el grupo mayoritario de los "demócratas socialistas moderados", la llamada democracia social o ciudadana, con valores compartidos con los grupos anteriores, sino que, incluso, en el seno de cada uno puede advertirse espacio para la diversidad.

La gran conclusión es esperanzadora: en Venezuela es posible el diálogo y la concertación. Los consensos parecen ser mayores que las diferencias. Los venezolanos cuentan con una agenda de consenso para desarrollar un programa político. El problema radica, dice Virtuoso, "no en la mentalidad de la política de los venezolanos, sino en los líderes que se empeñan en hacer de la confrontación el instrumento fundamental para hacer política".

La celebración del 19 de Abril debería renovar el predominio de la razón, de las ideas y de los acuerdos sobre la amenaza de la fuerza, la violencia o la construcción de una sociedad militarizada. La visión compartida de país tiene que pasar por la libertad, la igualdad de derechos y oportunidades, el reconocimiento al esfuerzo y al logro de cada uno, la construcción de la paz. Ese y no otro debe ser el modelo de un país de ciudadanos.

Artículo de opinión
Miércoles, 21 de abril de 2010
www.el-nacional.com

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