lunes, 5 de abril de 2010

José Mayora \\ La resurrección de los ciudadanos

Judas y Barrabás, emblemáticos personajes de esta Semana Santa, en ningún momento quebraron lanzas a favor del socialismo; sin embargo, en sus ejecutorias hay algunos episodios que los asemejan al líder del proceso socialista que se trata de entronizar en Venezuela. Barrabás fue liberado por decisión popular no para darle su libertad, sino para quitársela a Jesús.

Por su parte, Judas, quien había sido seleccionado para integrar una élite espiritual, no tuvo miramiento alguno para la traición deliberada: ¿se repite la historia?Si estos personajes entraron o no al cielo, lo desconocemos. Lo que sí es cierto, es que en ese celestial espacio parece que no puede entrar todo el mundo. De hecho, el líder del proceso acuña, cada vez que la circunstancia se lo permite, la famosa frase de Jesús, referida a la mayor dificultad que tiene un rico de ingresar al reino de los cielos frente a la posibilidad que pase un camello por el ojo de una aguja.

Sobre la traducción de esta frase hay dudas en cuanto a si ciertamente Jesús hablo de un camello o de una soga (kámelos). En todo caso, la imposibilidad del rico no lo es por su condición de tal, sino más bien por su ambición y avaricia.Esta frase es utilizada por el líder del proceso como una manera, indiscriminada, de reforzar la aversión hacia quienes representan esfuerzo personal y logros económicos. Vale la pena acotar, que la ética protestante planteaba que la generación de riqueza era una manera de alabar a Dios, excluyendo, por supuesto, la riqueza mal habida. En todo caso, en esa preocupación por el ingreso al reino de los cielos, es conveniente entender que son muchos los obstáculos.

En principio, este acceso no se restringe a los ricos por ambición desmedida o por fraude. Hay quienes no siendo ricos, despilfarran una riqueza que no trabajaron y que les pertenece precisamente a aquellos que más la necesitan.En su afán por lograr poder, algunos engañan con argucias y trapacerías, denigran de sus semejantes y desconocen que el pueblo está integrado por los hijos de Dios, en virtud de lo cual es un pueblo de hermanos cuya separación es contraria a lo enseñado por el maestro.Estoy persuadido que en la tierra hay que hacer méritos para el último ascenso.

Hay quienes tienen un expreso mandato popular para dar educación, seguridad, salud, bienestar y paz, entre otras cosas, y, por el contrario, se dedican a proyectos personales.¿Con qué dignidad aspira a ingresar al cielo quien no se conduele de todas las Marías madres que a diario lloran a sus hijos injustamente caídos?No entiendo cómo, en vez de arrojar a los mercaderes del templo, se arrojan a la calle a padres y madres de familia cuyo único pecado es trabajar en organizaciones repudiadas por el líder del proceso.

Si bien esta Semana Mayor nos recuerda que hubo un hombre que se sacrificó para ser ejemplo de vida de sus hijos, el líder del proceso piensa que es insuficiente y permite a diario los injustificables sacrificios a manos de la delincuencia.¿No estaremos traicionando al pueblo de Dios cuando entregamos la soberanía del país en manos de intereses externos?No dudo que las anteriores sean razones suficientes para negar la correspondiente visa de entrada al cielo.

El Sábado de Gloria y el Domingo de Resurrección son dos días de alegría y esperanza, que no tienen porqué limitarse a esta semana.¡En el porvenir, cabe la resurrección de un pueblo que espera, con ansiedad, una pascua de alegría ciudadana!

Artículo de opinión
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