Ahora resulta que somos hermanos del alma y que a partir de esta semana y por toda la eternidad, las relaciones con Colombia tendrán más armonía que los conciertos de Daniel Barenboim. El talentoso Daniel es un judío argentino, de origen ruso, que cuenta además con nacionalidad israelí y española, pero también es ciudadano palestino. Hace unas horas Santos era un horrible oligarca, enemigo, explotador del pueblo colombiano, agente del imperio, conservador y peor que Santander, Páez y Mezerhane juntos. Ahora es mi hermanazo y desde hoy y hasta las elecciones, sólo flores y elogios recíprocos.
Elocuente pragmatismo político y por ello merece una felicitación. Colombia tiene en Venezuela un buen cliente y nosotros necesitamos con desesperación alimentos, repuestos para automóviles, medicinas, pasta de dientes y hasta arequipe. Ahora, aquellos que sintieron odio, que se desgañitaron en la Asamblea y en el canal del Gobierno, están rebobinando las neuronas para ajustar, una vez más el discurso. Lula, gran ganador en el comercio con Venezuela, debe estar arrepentido por andar de mediador ya que traer una vaca de Colombia es más barato que hacerlo desde Brasil, aunque allá el precio sea mejor. ¿Por qué no ofrecerle a Barenboim la cartera de Relaciones Exteriores?
Dependencia
Ni mejorar las relaciones con Colombia, ni seguir importando comida desde Brasil, Argentina, Uruguay, China, Estados Unidos y otros países, nos salvará de la dependencia en materia de alimentos, la escasez de algunos rubros, la inflación o la menguada provisión de divisas. Sin desestimar el acuerdo, ¿quién no quiere paz y armonía entre vecinos? Colombia seguirá su rumbo y Venezuela seguirá zozobrando en el suyo. Tal como señalaba en estos días el presidente de Fedeagro, la producción de arroz y papa seguirá descendiendo, la de maíz no será tan buena como tres años atrás, el café en la ruina y como todo el mundo sabe, la de bovinos apenas al 50% de su capacidad. La única buena noticia es que la inflación en alimentos, con suerte, no aumentará tanto como en el primer semestre porque los pobres comprarán menos o comerán piedras. Este socialismo cuesta más que un programa espacial.
Sin tapujos, dijo en su interminable programa dominical, que seguirá avanzando en el control gubernamental de la producción, importación, procesamiento y distribución de alimentos hasta copar el 50%. También ha asegurado, sin rubor, que el único propietario de la tierra es el Estado y aquí eso es lo mismo que gobierno y el gobierno es lo mismo que el partido y que un solo hombre le da órdenes a todos. Así que, con abrazos o amenazas, aquí las cosas no serán muy distintas hasta las elecciones y después de ellas ya veremos si se iluminan algunas mentes y el Gobierno, que ya mostró su vena pragmática, a lo mejor reconoce que existen varios millones de ciudadanos que al no ser ni militares, ni revolucionarios, quieren vivir y trabajar en paz y con libertad.
Artículo de opinión
Martes, 17 de agosto de 2010
www.eluniversal.com
cemacallison@gmail.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario