viernes, 20 de agosto de 2010

José Mayora \\ Integración ¡El gran objetivo democrático

El 26 de septiembre está a la vuelta de la esquina, la gran cita democrática ya no se puede posponer, sin embargo, la suerte aún no está echada, estoy persuadido que son muchas las miserias que el Gobierno todavía puede mostrar. No obstante, hay suficientes evidencias para vislumbrar lo que puede ser el futuro de este país si en esta fecha cimera no se le envía un mensaje contundente a la revolución disgregadora.Los que ostentan el poder temen un resultado adverso, de allí que pongan a correr ciertos rumores de resultados favorables al proyecto revolucionario, pero los alerto, las cifras que se vienen difundiendo pertenecen a un resultado pretérito que favoreció al régimen, circunstancia que ha sido manejada muy hábilmente por quienes piden a gritos, y a carcajadas también, que los hechos no se pueden descontextualizar.

Si bien es cierto que todavía podemos deteriorarnos más, opino que hemos llegado demasiado lejos. La restauración del país se debe convertir en la legitima aspiración de los demócratas, en el entendido que chocará contra la férrea voluntad de quienes requieren, como único objetivo, mantener el poder a como de lugar.No ha sido suficiente la creación de espejismos, como el eslogan que pretende transmitir una idea acerca de Venezuela como un territorio de paz, porque le pertenece a todos los venezolanos. Asalta la duda acerca de que se entiende por todos: los nacidos en el país; la sociedad democrática o los rojos rojito.

El discurso oficial sostiene que una parte de la población debe ser barrida, que con la otra no hay reconciliación posible y que al resto hay que impedirle que regrese al poder. El "todos" oficial alude a un conglomerado monocolor, muy inferior al total de la población nacional registrada en el censo. El eslogan en cuestión, pretende hacer creer a este colectivo que se puede obtener un título profesional en un santiamén, que se puede ser burócrata del poder popular sin las debidas credenciales, que se puede comprometer la soberanía alimentaria sin recibir sanción. En todo caso, la totalidad a la cual alude la frase de marras, identifica fácilmente a sus seguidores: pertenecen a alguna misión, estudian en universidades socialistas, vocalizan un discurso monocorde, adoran los mismos fetiches.

Lo paradójico es que en una Venezuela que supuestamente es de todos, los esfuerzos integracionistas y de pacificación, observados en los recientes acontecimientos con Colombia, generan una poderosa duda: ¿cómo se puede promover la integración regional con un país que al interior no está integrado?Los objetivos revolucionarios de integración no existen, el derrotero es dividir para gobernar y para mantener la conflictividad que desune. La inducción al mundo revolucionario pasa por remacharle a la gente que "todo el que no tiene una camisa roja es enemigo"".

Una Venezuela que de verdad sea de todos, es una idea inspiradora que moviliza a sus ciudadanos hacia objetivos de crecimiento, desarrollo y creación de capacidades suficientes para retomar los verdaderos indicadores de desempeño nacional. Ese eslogan debe sintetizar el orgullo de ser venezolanos. Una vez más, al país de las oportunidades le toca impulsar, desde las cenizas, la más importante de sus tareas. El 26 de septiembre a los venezolanos le corresponde hacer realidad lo que hasta ahora ha sido un hecho mediático: ¡el esfuerzo colectivo es lograr que este país sea propiedad de todos los venezolanosA

Artículo de opinión
Viernes, 20 de agosto de 2010
Mayora.j@gmail.com
www.eluniversal.com

No hay comentarios: