lunes, 9 de agosto de 2010

Rosa A, González \\ Una serie de eventos desafortunados

La historia del vencimiento, no conformidad o putrefacción de miles de toneladas de alimentos importados bien podría ser documentada con el título de la conocida película protagonizada por Jim Carrey. En la concepción e implementación de esta política pública se tomaron decisiones que sólo podían conducir al lamentable resultado obtenido; lo que ocurrió no es culpa de terceros o de eventos fortuitos no controlados por el Gobierno, sino que fue determinado por la manera como se procedió.

La política ejecutada parte del supuesto de que al no mediar el "lucro" (incentivo perverso que lleva a los empresarios a aumentar los precios y acaparar los productos), la provisión pública es mejor para los consumidores. Lo sucedido en el caso de los alimentos muestra que, contrario a lo esperado, la actuación del sector público puede ser menos virtuosa que el capitalismo más salvaje. A continuación se analizan algunos factores relevantes para entender este caso: Licencia para actuar sin restricciones: Con el argumento de la "emergencia alimentaria", el Gobierno liberó la cadena de abastecimiento de todos los controles usualmente empleados en la administración pública.


Asignó a Pdvsa, cuyo presupuesto no está sujeto a la normativa de la Oficina Nacional de Presupuesto, la responsabilidad de liderar el proceso de compra; y se permitió que las adquisiciones se hicieran por adjudicación directa (y no por licitación).Pdvsa superpoderosa: Con la consigna "Ahora Pdvsa es de todos", el Gobierno le asignó funciones de ejecución de varias misiones sociales: educación, salud, empleo, vivienda y alimentación. Si bien es cierto que muchas empresas privadas llevan adelante programas de responsabilidad social, en el caso de Pdvsa la cantidad de responsabilidades conferidas es casi tan importante como las funciones de exploración, producción y comercialización del petróleo. Todo esto con el convencimiento de que las competencias organizacionales que permiten gestionar el negocio petrolero, son transferibles y suficientes para manejar cualquier actividad que se le asigne a la empresa.

Dólares preferenciales para la importación de alimentos: Aunque la intención del Gobierno pudo ser disminuir los costos de importación de los alimentos para que su precio de venta al consumidor fuese bajo, cuando existe una brecha tan grande entre el tipo de cambio preferencial de 2,60 bolívares por dólar y el precio que los venezolanos están dispuestos a pagar por las divisas, se crean fuertes incentivos para transformar la importación de alimentos en un negocio cambiario.Factores multiplicadores: La crisis de los alimentos se vio potenciada por dos factores que afectaron la cadena de abastecimiento: el problema de la electricidad y el mal funcionamiento de los puertos.

Aunque el Gobierno trató de exculpar su responsabilidad en estos asuntos recurriendo a los argumentos más extravagantes ­como las iguanas que comen cables y el saboteo de los puertos-, a los ojos de la opinión pública (o al menos, parte de ella) resultaron muy poco creíbles.La combinación de todos estos factores hizo que el objetivo de los funcionarios fuese adquirir la mayor cantidad posible de alimentos, a través de intermediarios que compraran barato a los proveedores (alimentos de baja calidad y próximos a vencerse) y facturaran con sobreprecio a Pdvsa.Que los alimentos fuesen desembarcados, nacionalizados y distribuidos al consumidor final, simplemente no le interesó o sobrepasó las capacidades de los responsables.

*Directora de Investigaciones y miembro del Consejo Directivo del IESA
Artículo de opinión
Lunes, 09 de agosto de 2010

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