viernes, 13 de agosto de 2010

José Mayora \\ ¿Qué fácil es voltear la página?

En su discurso de posesión, Santos declaro que quería la paz con Venezuela y Ecuador, declinando agradecidamente los ofrecimientos de mediación pues el prefiere hacerlo personalmente y pronto. Acto seguido se produjo un breve encuentro con Correa a quien entrego los discos duro de las computadoras de Reyes y como respuesta, Correa anunció una distensión en las relaciones y entrego esta información a la Fiscalía para las averiguaciones de rigor.La respuesta venezolana no se hizo esperar. En un encendido discurso, Mauricio le dijo a Santos que estaba dispuesto a voltear la página e iniciar una nueva relación pensando en el futuro, sin omitir descalificadores conceptos hacia Uribe a quien considero lacayo del imperio y destructor de las relaciones entre ambos países.

Con la velocidad del rayo, se acordó una reunión entre el novel presidente colombiano y el experimentado líder revolucionario, de cuyo acontecer estuvo pendiente toda Latinoamérica: ¿Qué buscaba Colombia? ¿Qué buscaba Venezuela? ¿Qué buscaba Chávez?De los entretelones de tan esperada reunión dudo que logremos información, de manera que lo único que podemos comentar son las declaraciones dadas al final de la misma, las que evidenciaron la preservación de los intereses colombianos: cuentas pendientes de pago por parte de Venezuela; ajustes a los mecanismos comerciales del grupo andino; condena pública de la guerrilla, el terrorismo y el narcotráfico; defensa de la soberanía de ambas naciones.

Este acuerdo lo refrendó un apretón de mano entre el Atila caribeño, líder de la revolución socialista, encarnación de Bolívar y comandante de los ejércitos invasores de la propiedad privada, y el presidente mafioso, indecente y pitiyanqui.Nunca pensé que fuese tan fácil voltear una página y arrancar de cero. Hasta no hace mucho, desde Colombia se estaba incoando un movimiento entre el imperio y la oligarquía colombiana para asesinar al comandante; hasta no hace mucho las supuestas bases militares norteamericanas eran una amenaza pues desde allí se iniciaría la invasión a Venezuela; hasta no hace mucho la guerrilla colombiana era un verdadero ejercito de liberación popular; hasta no hace mucho había serias dudas acerca de las causas de la muerte de Bolívar y del papel que en este desenlace jugo la oligarquía colombiana; hasta no hace mucho, entre Santos y Chávez no sería posible un acuerdo.

Como por arte de magia, las muy graves declaraciones anteriores, se convirtieron en humo y regresaron al interior de la lámpara de Aladino pues el proyecto personal de Chávez se estaba viendo comprometido. Espero que cuando esa nube se disipe, no vuelva a frotar la lámpara.Paradójicamente, el mismo día que encendió la pipa de la paz con Colombia, arremetió contra la oposición calificándola de lacayos del imperio a quienes había que destruir: ¿la paz y la prosperidad económica de Colombia son más importantes que las de Venezuela?Cuando Mauricio tomó la decisión de romper con Colombia, no midió el impacto sobre la consolidación de su poder.

Él no calibró, por ejemplo, que el principal comprador de acero de Sidor, empresa del Estado, era Colombia.Hoy más que nunca el poder de Chávez, supremo objetivo de su revolución, comienza a ofrecer fisuras producto de inadecuadas decisiones político-ideológicas, de allí el giro de 180 grados con Colombia. En este escenario, si es tan fácil voltear una página, ¿hay esperanzas de que en Venezuela también la voltee?

Artículo de opinión
Viernes, 13 de agosto de 2010
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