sábado, 19 de mayo de 2012

Dos venezolanos en 1 semana


(El profesor del IESA, Ricardo Villasmil, reconoce el logro de dos venezolanos que se destacaron recientemente en el exterior y lo que ello significa para el país. Publicado en el diario El Universal el sábado 19 de mayo)

Dos venezolanos alcanzaron esta semana sitiales de honor en sus respectivas disciplinas. Pastor Maldonado se alzó el domingo con el Gran Premio de España, nada más y nada menos que en la máxima categoría del automovilismo mundial. Y tres días después, el ingeniero Rafael Reif, egresado de la Universidad de Carabobo, fue elegido presidente del MIT, nada más y nada menos que una de las universidades más prestigiosas del planeta. Ambos son logros excepcionales, merecedores del respeto, de la admiración y del orgullo de todos los venezolanos.

Basta con echar un vistazo a sus trayectorias -a través de Google encontré algunas muy completas- para darnos cuenta de que sus logros son producto del talento, del compromiso y del esfuerzo metódico y constante. Nadie les regaló nada: con claridad de propósito, ambos buscaron y aprovecharon todas y cada una de las oportunidades que encontraron para avanzar. Poco a poco. Paso a paso. Así de simple.

Gracias a estos dos venezolanos, al menos por una semana toda Venezuela es grande, y unirnos todos en el aplauso es parte importante de esa grandeza. Porque con el aplauso reconocemos mucho más que el logro. Reconocemos los valores que lo hicieron posible. Reconocemos que sí se puede y nos inspiramos a seguir su ejemplo. Precisamente por eso, al aplaudir todos, lo convertimos en un triunfo de todos.

Es lamentable, pero hasta cierto punto inevitable, que en el ambiente de polarización que vivimos, algunos intenten apoderarse de estos logros y otros intenten minimizarlos por razones de filiación partidista. Unos pecan por ladrones y otros por mezquinos, y al hacerlo le hacen un flaco servicio a quienes pretenden alabar. Silenciémoslos a ambos con el aplauso generoso. El aplauso del fanático que se enaltece a sí mismo y enaltece el juego cuando suprime su frustración inicial y se pone de pie para aplaudir las grandes jugadas de sus adversarios. Porque al final, independientemente de lo que nos quieren vender los extremistas de ambos lados, no somos enemigos. Somos adversarios, adversarios en el juego de la democracia. Y al final, cuando termine el juego y salgamos todos juntos a celebrar, caeremos en cuenta de que actuando así, todos ganamos.

@rvillasmilbond; www.ricardovillasmil.com

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