viernes, 4 de mayo de 2012

La operación expoliación y el gran "si"


(El profesor del IESA, Miguel Ángel Santos, habla sobre las reservas económicas de Venezuela y los efectos de utilizar recursos de organismos públicos con fines distintos a la naturaleza de su negocio. Publicado en El Universal el viernes 04 de mayo de 2012)

Todo el aparato de las finanzas públicas ha sido puesto al servicio de la madre de todas las elecciones. No necesariamente porque vaya a haber elecciones, sino porque podría haber elecciones. Expoliar a los entes formales e ir purgando recursos hacia fondos sin ningún mecanismo institucional de rendición de cuentas, es una estrategia que podría rendir frutos en el escenario electoral, sí, pero también en cualquier otro.

Ya desde hace rato el gobierno viene trasvasando hacia el FONDEN (y otros) las reservas internacionales, reduciéndolas en la práctica a la mera disponibilidad de oro. El país, en el sentido más amplio de la palabra, ya se puede dar por satisfecho si al final da con los lingotes en alguna bóveda fría (previa verificación de que no estén rellenos de caucho o algún otro material, vaya usted a saber, ya hace rato que nuestra realidad dejó atrás a la ficción).

Algo similar ha ocurrido con PDVSA. La caja de la compañía presenta un déficit colosal, consecuencia de una peligrosa combinación entre no cobrar la mitad de los barriles que produce, pagar regalías sobre el total, y cargar con una fracción nada despreciable del gasto público. Así, en medio del boom petrolero se ha visto obligada a endeudarse a tasas que en ocasiones superaron 20% implícito (en dólares). Sólo así puede seguir alimentando la devoradora chavecista y la pesada estructura de su petro-diplomacia.

Mientras, el gobierno también ha ido utilizando las empresas públicas como una herramienta política, en detrimento de cualquier lógica económica y sin ninguna consideración por la producción. Esta viene a ser otra arista de la operación expoliación. En SIDOR, por ejemplo, el número de empleados pasó de 5.482 en 2007 a 9.942 al cierre de 2011. En ese mismo período la producción cayó 49%. Es decir, en términos de toneladas métricas por trabajador la productividad bajó 72%.

En FERROMINERA la nómina pasó de 5.608 a 6.673 en esos cuatro años, mientras la producción caía 21%. En ALCASA la nómina creció 19% y la producción cayó 60%, resultando en una caída en toneladas por trabajador de 66%. CARBONORCA presenta cifras similares. En su conjunto, el complejo de Guayana ha pasado de 22.264 trabajadores en 2007 a nada menos que 31.108 en 2011, con el volumen de producción cayendo entre 21% y 60% según el caso. El déficit de caja que presenta al cierre del año pasado es de 6.500 millones de bolívares (de los viejos), nada menos que 0.5% del PIB. Y esta es apenas una pequeña fracción de del aparato productivo público. ¿Cuántos policías y equipos para la seguridad pública se hubiesen podido comprar con esa cantidad? ¿Cuántos hospitales? ¿Cuántas escuelas?

Todo esto para resaltar que a la administración civil que herede esta situación (porque elecciones habrá, más tarde o más temprano, y transición civil también) deberá ponerse muy creativa, deberá ser capaz de proponer el diálogo, de buscar un punto de encuentro, de persuadir, de convencer. Eso es, en definitiva, de lo que se trata el liderazgo. Si se supera esa primera etapa, si esa administración consigue el beneficio de la duda, ya sólo nos quedará por delante la recuperación y el progreso. A Venezuela le sobra con qué. Pero ese es un gran “si”.

@miguelsantos12

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