viernes, 15 de junio de 2012

La denuncia de Ramírez en la OPEP


(El profesor del IESA, Miguel Ángel Santos, analiza la situación financiera de Venezuela a la luz de la sostenida caída de los precios del petróleo en las últimas semanas. Publicado en el diario El Universal el viernes 15 de junio)


Rafael Ramírez acudió el pasado miércoles a la OPEP para alertar sobre "la posibilidad de un desplome en la demanda petrolera", que a raíz de la "profunda crisis del sistema capitalista mundial" se ha convertido en "un peligro inminente". He ahí la esencia del sancocho mental: el socialista, reunido con un pequeño grupo de productores, alertándolos sobre la necesidad de recurrir (de nuevo) al mecanismo de mercado, para restringir la oferta y recuperar los precios. ¿Qué es lo que ha alarmado tanto a Ramírez?

En las últimas siete semanas el precio de la cesta de petróleo venezolana ha caído 22 dólares. ¿Qué representa eso? Utilizando los volúmenes de exportación efectivamente cobrados por Pdvsa, si esa caída se mantuviese por espacio de un año, dejaríamos de percibir 11.900 millones de dólares (2,4% del PIB calculado a 4,3 bolívares por dólar). Ahora bien, desde hace años Venezuela mantiene una serie de convenios a través de los cuales envía petróleo a sus aliados políticos en la región en condiciones muy ventajosas.

Por cada 100.000 barriles por día de esos convenios dejamos de percibir unos 3.500 millones de dólares al precio actual, o 4.200 millones antes de la caída de precios. Es decir, 300.000 barriles regalados al día representan una pérdida similar, en términos de ingresos, a la que ha producido la caída de precios reciente en el mercado mundial. Venezuela, cortesía de la petrodiplomacia, tiene ya varios años sufriendo pérdidas superiores a las que acudió a denunciar Ramírez a la OPEP.

En el fondo, su desesperación viene también de otra parte. El Gobierno ha venido incurriendo en un desequilibrio fiscal colosal para mantener a flote la candidatura de Chávez. El déficit fiscal de caja está por el orden de 15% del PIB. Ya se tenía decidido que, de repetir el Comandante, sólo una macrodevaluación podría corregir ese desbalance. Ahora, si eso era con el petróleo por encima de 100 dólares: ¿qué pasa si el precio se viene abajo? ¿De qué tamaño sería ese ajuste? A fin de cuentas, ir a hacer lobby en la OPEP y devaluar son las únicas dos estrategias que le quedan a la revolución.

La oposición, por fortuna, tiene muchas más. Entre ellas, sincerar la situación de estos convenios y concertar un cronograma para traerlos de vuelta a precios de mercado. Aun con el hueco que dejaría la revolución, tenemos un amplio abanico de opciones a las que ellos no pueden recurrir. Basta con constatar la evolución del riesgo soberano en la medida en que se hace más evidente la posibilidad de un cambio político.

La oposición puede provocar un cambio significativo en las expectativas, que reactive la inversión y el empleo. Puede levantar el control de cambio, y desatar las fuerzas productivas que la revolución ha ido amarrando o anulando en estos catorce años. Puede continuar la estrategia actual de asociarse con privados para acelerar la producción petrolera, pero en condiciones mucho más ventajosas. Esto es importante porque, de alguna forma, se ha ido imponiendo la idea de que nuestra economía sufriría un 2013 terrible si gana la oposición. En realidad, es al revés. Es enfrentar el mismo problema, disponiendo de una batería de soluciones muchísimo mayor.

@miguelsantos12

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